martes, 29 de diciembre de 2009

+Despedida+

Tanto tiempo anhelé este momento, tanto tiempo estuve esperando por él e incluso, lo quise apresurar un poco. Cuando por fin ha llegado, me doy cuenta que no era lo que deseaba después de todo. Los cambios siempre son buenos, o al menos eso dicen, pero esta vez es una de las pocas veces que puedo decir que realmente tengo miedo del cambio que pueda venir a partir de ahora.
Es doloroso decirle adiós a una vida que era una rutina y la cual de cierto modo encontré interesante, y aunque fue claro desde el principio, y se sabía que tenía un lapsus de tiempo determinado, se ve tan lejos, que simplemente se olvida y se sigue viviendo hasta que lo sorprende a uno el día del final, aquella rutina se rompe y se vuelve al comienzo, como si nada.
Después cuando hay tiempo para pensar, se puede notar entonces, que es imposible no apegarse a ciertas cosas, es imposible no sentir algún tipo de dolor cuando se arranca desde el fondo aquellas cosas que se lograron aferrar de tal manera. Duele, y mucho, aunque uno no se imagina que dolerá tanto.
Surgen entonces lágrimas, una confusión, un típico vacío juvenil en el estómago, como esos que siente uno al ver a la persona que uno quiere, que le gusta o que ama. Así, eso se siente, se sabe que habrá un cambio, y de qué dimensión. Se vuelve al principio siendo completamente extraño y ajeno a lo que ha de venir, y llegan las preguntas, las que atormentan, las que también duelen...
¿Fue suficiente? ¿Aproveché el tiempo como debí? ¿Desperdicié mi tiempo mientras pude aprender tantas cosas que no desee aprender? Sí, así es, sucede, duele...
Es increíblemente doloroso y algo despiadado lo que se siente, como se vive, saber que es probable que jamás se vuelva a estar en alqué lugar y que si se está, evidentemente no será nunca lo mismo... El hecho de simplemente extrañar todo, llegar a un mundo conocido al que se le perdió la costumbre es un punto difícil de manejar, es un punto difícil de llevar, es simplemente complejo.
Veintiocho días, ¿quién iba a imaginarse? Tan sólo puedo recordarme dando saltitos de felicidad cuando empezó la cuenta regresiva del último mes, recuerdo maldiciendo tantas cosas, diciendo que pronto llegaría a su fin, y cuando estaba a punto de llegar el fin, es que me di cuenta de lo que realmente extrañaría, de hecho, de lo que realmente tenía.
Sentarse en la cama donde tantas veces soñé, dormí, reí, pensé y me revolqué millones de veces sin sueño, parecía hoy una cama desconocida, nueva, una cama neutral. ¿A quién le importaría una cama, una habitación o una simple casa? A mí me importa, porque no sé si será la última vez que esté allí, porque no sé si aquellas voces que con tanto cariño me llamaban estarán ahí la próxima vez que decida volver.
Duele, duele mucho, duele mucho decir adiós, duele mucho llorar en silencio mientras las personas duermen, duele despegarse de aquellas personas que tanto tiempo se pudieron abrazar y que jamás abracé por miedo al rechazo, luego descubriendo que me hubiesen abrazado las veces que hubiesen sido necesarias. Da pena, realmente, sentarse a ver pasar las horas y ponerse a recordar, a auscultar todas esos momentos recientes que tantas veces me hicieron sonreír.
¿Cómo olvidar? ¿Cómo podría sacarlos de mi vida? Es simplemente imposible, ligeramente exagerado y temiblemente erróneo. ¿Por qué llego a apegarme tanto a aquellos a quien no deseo apegarme?
Es bastante curioso y complejo, porque se divide la vida en dos; El antes y el después. Antes de y después de. Por ejemplo, antes de una relación de dos años, o después de la muerte de un ser querido, así es que funciona verdaderamente.
Es difícil llevar a cabo tantas ideas, es increíble las ansias que siento de poder llorar y correr, decirles cuanto los amo. Me dejaron sus palabras plasmadas en papel, me dejaron sus letras marcadas en la memoria sin poder sacarlas, me duele, me duele, y lloro profundamente sentada en esta silla dura que me recuerda en cada momento lo hermoso que era sentarse con ellos tan sólo a beber algo.
Me gustaría decir tanto, que verdaderamente... No sé, estoy tan confundida, tan pensativa que simplemente puedo escupir mis ideas, mis temores, sólo puedo sentarme aquí, a esperar que pase el tiempo, no sé si para alegrarme de volver a ver a aquellos seres o simplemente entristecer porque ya no estaré más junto a aquellas personas que sin esfuerzo, hicieron de mis últimos días los mejores en mucho tiempo. Y tan sólo lo pude ver hasta ahora, después de tantos meses.
Ahora en esta noche de insomnio intento sacar todo afuera, a la 1:20am me encuentro junto a varias personas las cuales para nada me interesan. Unas duermen, otras también tienen insomnio así que sólo caminan, van y vienen con la esperanza de que el tiempo se les pase más rápido, y yo sigo aquí, con deseos de poder dormir, después de un día largo, cansado y lleno de nostalgia.
Recuerdo hoy, a eso de las 4:00pm, me hallaba sentada mirando al techo y pensaba: "Bien, y llegó ese día al que nunca le temí pero que hoy me asusta como nada... Es la última vez en mucho tiempo que estaré acá, con ellos..." y entonces decidí ocupar mi cabeza en alfo mejor: Empacar, empacar y empacar.
Necesito algo de sueño, me espera una larga jornada, a la que por cierto también le temo, puesto que ahora descubrí que nueva peor fobia son los aviones. Sí, los aviones, ni más ni menos, me arde la mente de sólo pensar que tendré que volar a algún lado, y ahora sólo espero que todo salga bien, puesto que por algún motivo que aún desconozco, valoro mi vida mucho más que antes, aunque no me valore a mi misma por lo que soy. Todo es un proceso...
Las palabras se quedaron cortas, mis ojos sólo pueden lagrimear cada vez que recuerdo todo lo que pasamos, todo, todo... Temo mucho, temo tanto, que no sé, simplemente esa mezcla de tristeza y temor me aturde, me deja totalmente vacía, sin palabras, como hoy al despedirme, estoy en un silencio crónico que duele mucho. Me voy con el alma por el piso, con los recuerdos ardientes quemándome y llena de anégdotas por contar.
Extraño ya y aún no estoy lejos, me pregunto cómo será cuando loo esté, cuando de verdad esté lejos y llena de pensamientos en torno a todo esto que he estado viviendo. Me carcomen los sentimientos.
Se avivan en cada momento, ojalá pudiera alegrarme bastante por lo que está viniendo supuestamente, pero la verdad es que en este momento no puedo sacarle alegría ala situación, me está golpeando duro y de verdad que duele.
Mi vida está tan divida que no sé a donde pertenezco. Por un lado jalan aquellos que estuvieron antes, y por el otro jala una vida que no me gustó pero que me dejó cosas increíbles, que me hicieron crecer y me hicieron ser lo que en este momento soy.
Después de una estabilidad extraña me desestabilicé como nunca,me siento sola, me siento con ganas de salir corriendo y simplemente... Hacer que algo llegue, algo vuelva, sinceramente no sé...

martes, 8 de diciembre de 2009

+Apatía; un fastidio ilógico en la logía común+

Los arrullos del comienzo de un invierno decadente comenzaron a congelar las hojas, los suelos, los pies y de paso los sueños de los habitantes de aquella ciudad. La nieve negra empezó a descender, y de paso llevarse con sus tonadas oscuras, todo aquello que a su paso se hallaba.
El cielo apocalíptico entre gris y anaranjado daba una tonalidad amarilla aquella ciudad que tantos colores que había tenido, dejando a su paso colores cálidos en una ciudad hecha nada, manchada por los rastros de la nieve negra que se posaba casi que en toda la ciudad. Dejó una imagen hermosa, cálida y algo deteriorada de una máscara que tapaba la realidad de aquél lugar; la máscara que logró tapar el frío escenario y llegó a pintarle de verano desértico pero que a los ojos de los habitantes sólo parecía ser el fin de lo que podían llamar mundo.
El silencio se apoderó de las bocas y tan sólo el viento parecía dialogar con la nada, con un silencio tan brutal que parecía ensordecer, e incluso llegaba a enloquecer. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué había desaparecido?
Los miles de ojos curiosos se cerraron para siempre en lágrimas de decepción, de desespero. Ojos curiosos, deseosos de saber qué era lo que el invierno se traía entre manos, lo que el helaje les obsequiaría y lo que este año se llevaría, pues el año pasado se había llevado la esencia, dejando aires insípidos, vacíos. Este año había llegado el silencio, y ahora todos enloquecían. ¿Qué más? ¿Qué castigo les impondrían?

Cristalizados en las ramas de los árboles se quedaron mis suspiros. Mucho tiempo anhelé poder descubrirme a mí misma, a mi mente, descubrir la verdadera identidad de mis palabras y de tantas cosas que de mi boca han salido. Rogué mil veces, clamé por un destello, por tan sólo un poco de cordura, de entendimiento.
Tantas noches preguntándome a mí misma me hicieron mucho daño, pero no más daño del que me hizo aquellas amables sugerencias que de niña me hicieron y que incluso en este momento recuerdo como si me lo acabasen de decir. Aquellas palabras retumban aún en mis oídos recordándome cuan miserable soy, cuan miserable me hace aquella maldita dependencia que por tanto tiempo me ha seguido.
Muchas veces me miré al espejo lavada en lágrimas, con las mejillas erosionadas por el maquillaje y por las lágrimas, y vi aquellas expresiones de dolor que tanto daño me hacían, las que me hacían pensar en alguien ajeno a mí al ver ese reflejo tan doloroso.
Deseé muchas veces nunca haber nacido, deseé muchas veces tantas cosas que nunca hubiesen podido ser, y aún las deseo con la misma fuerza o quizá incluso más que antes. Cuando se está verdaderamente solo y vacío, es cuando realmente se puede entender el significado de muchas emociones, de muchas sinfonías de sentimientos, que como cuerdas y vientos se encuentran, haciendo fusiones melódicas hermosas pero incomprensibles.
Escapes varios, muchos geográficos, otros simples ausencias. Tanto rencor reprimido no creo que lleve a nada bueno, y no sé si las lágrimas tan sólo logran apaciguar o de verdad liberan. Pero, ¿por dónde comenzar para que haga sentido?
Aunque sea demasiado, nunca será suficiente, y eso es lo que no logran entender aquellos que juzgan, aquellos que con aquellos ojos dañinos llegan a afectarnos tanto, aquellos por quienes existen los complejos y los temores... Es simplemente imposible parar, sé que estoy al tope, y la verdad es que no puedo parar, no puedo parar de llenarme de tantas cosas, no puedo esperar a llegar al límite verdadero por más llena que esté mi alma, mi cabeza, mi cuerpo. Si no duele no es real, y lo aprendí algún tiempo atrás cuando también era adicta a ése tipo de "calmantes."
Cuando se es esclavo de sí mismo, y de paso un odio reprimido por el ser se halla atascado en el centro, es cuando realmente se logran entender muchas cosas, cuando se llega a sentir odio, repulsión, un deseo de no ser quien se es realmente. Una máscara cubre la cara del protagonista y entonces este parece ser feliz, estar conforme, pero en el interior le atormenta ser lo que es y quien es. Se ve derrotado, se desprecia a sí mismo y de paso se tiene auto-lástima en vez de autoestima. Se castiga, se hiere, y una vez más se vuelve a odiar. Odia verse reflejado en el espejo, ahora sólo quiere huir, refugiarse, seguir en aquél mundo de fantasía donde él vive y se da una autocompasión que sólo le produce lástima y delirios.
Es una droga brutal, y como es una droga, sin ella no se puede vivir. Es la heroína sin ser heroína propiamente, y entonces se cae en la brutal decadencia, se entra a la pobreza interior más vasta y más vana que se conozca, que se imagine. Un lugar fétido, una depresión ridícula, sin fundamentos porque cuando los demás se preguntan qué suceden con uno mismo, se evade la respuesta, pero sólo el mismo ser llega a saber realmente que es lo que sucede, y de hecho lo sabe perfectamente.
Los complejos, los delirios, la autocompasión, el deprecio y la lástima por sí mismo es la inyección más dolorosa que puede existir. Es como sonreír cuando se sabe que el dolor le carcome el alma a uno mismo, el hecho de saber que esa sonrisa la forjan los ojos que están al borde de liberar lágrimas y de arder sobre la piel orgullosa pero destrozada por donde se deslizan.
¿Por qué no hablar de cosas bellas? Bueno, esto también tiene una belleza, algo frívola, pero es hermoso, es hermoso puesto que he descubierto como describir todo aquello que me desarma en segundos pero que con nadie he llegado a compartir. ¿Quién lo entendería?
Es la vida, es un suspiro, y este se va, en un viento helado, en un viento fétido que hace todo un poco más complejo para que se vea con ojos perplejos. El miedo es una característica humana, y mi miedo es propio, mi miedo es personal, y no porque no lo quiera compartir, al contrario, a lo que me refiero es que mi temor está enfocado al ser y no al estar, al vivir y no al respirar, a las opciones que se brindan pero que no se sabe si realmente están.
Ansiedad, detenimiento, ¿qué es esto? ¿por qué hago parte de este anacrónico sentimiento? Preguntas ridículas, quizá sin sentido, sin un trasfondo adecuado, pero que simplemente han nacido, han nacido para ser pronunciadas.
Necesito atardeceres, necesito vivir una vida, no un pedazo de ella, y me he encargado de poder hacerlo, pero no encuentro varias piezas, no encuentro la cordura suficiente para completar el rompecabezas que me quiebra los huesos uno por uno.
Las colisiones, el desespero, la arrogancia, el delirio de superioridad, el egoísmo. ¿Qué pasa? ¿Qué hay? Necesito respuestas, muchas respuestas. Creo que he perdido verdaderamente la razón. Sólo una ola más de divinidad y el cielo se pondrá a mis pies. ¿Es acaso eso lo que deseo? ¿Y es que acaso existe el deseo? ¿Qué es el deseo?
Patrañas, palabras, no quiero más, no deseo más, pero a la vez jamás es suficiente, entonces lo anhelo con ansias vastas, deseo revolverme entre mis patrañas, licuarme entre mis desdeñados recuerdos y volver a la cordura de la que ahora carezco.
Quiero renacer, quiero revivir y más que revivir, quiero vivir. ¿Acaso alguien podría devolverme la vida que se ha ido y que por supuesto perdí?

Apatía, un fastidio ilógico en la logía común. Sí, sí... ¿sí?

martes, 24 de noviembre de 2009

+Segundo aniversario+

Para mis queridos lectores:

Agradezco a ustedes el interés que han prestado a mis escritos, a aquellos que se han inscrito, a quienes han comentado y a quienes son mis amigos.
En este segundo año de existencia del blog, me gustaría una vez más agradecer a todos aquellos que me han dado el apoyo necesario para escribir, a quienes me han ayudado a inspirarme, a quienes me han dado ideas, y a quienes han dado tanto el visto bueno como el malo cada vez que leen mis escritos. Todas las críticas han sido constructivas, y gracias a la sinceridad de muchos es que he podido mejorar bastantes conceptos erróneos, aunque sé que aún hay mucho por mejorar y un gran camino por recorrer.
No quería que este segundo año pasara desapercibido, ya que el año pasado se me pasó en el mes de noviembre hacer un homenaje al primer año de mi blog, pero bueno, acá va el segundo año, y eso es lo que vale ahorita.
Una y otra vez muchas gracias y mis mejores deseos a los otros escritores y artistas que se hallan en mi red.

Atentamente,
La autora.

domingo, 22 de noviembre de 2009

+Embriagada de debilidad+

El tiempo no me sobra ni tampoco escasea, la verdad es que no tengo idea de cuando moriré, ni de cuanto tiempo tengo aún en este lugar al que le llaman tierra.
Tanto tiempo libre me hace llegar a rincones inéditos, a lugares que ni mi imaginación creyó que existiesen. Muchas veces cuando la gente me habla, me quedo entretenida viendo los labios moverse y dejándome llevar por mi mente en un viaje que me lleva a cualquier lugar excepto a donde debería estar. Las palabras son mi música de fondo, la banda sonora de mi vida, pero a veces me pierdo, me pierdo en los caminos, me pierdo en mis recuerdos o en mis anhelos...
De repente llegan ilusiones, aquellas que desatan sonrisas las cuales pueden sacarme de aquél cubo monótono donde vivo encerrada la mayor parte del tiempo; aquellas ilusiones que luego resultan ser sólo ilusiones ópticas y que no me dan siquiera una prueba de existencia, aquellas que simplemente desaparecen con tan sólo acercarse un poco más, aquellas que llegan, se van y jamás vuelven. Y ahí me encuentro yo, presa de un manojo de ilusiones del cual no puedo deshacerme tan rápido y que me llevan a la burda colisión que de antemano, sólo me ofrece amargura y más rencor hacia el denigrante mundo y a su denigrante gente que tan sólo hiere.
Me llevó entonces a soñar, a despertar junto a sus palabras, junto a su aliento cálido en la mañana y junto a aquellos abrazos que con tanta ternura llegué a sentir. Me llevó a un sueño, a un punto ciego en el que podía exorcizar mi mente de tantos recuerdos que me afligían... pude volver a soñar, a cantar y a respirar aquellos aires delicados que terminaron tan sólo en aires fétidos y llenos de nada aparte de vacíos.
Ha vuelto, ha vuelto aquél olor frívolo, aquél olor a mundo, a humanidad, aquél del que me había podido librar al lado de aquella ilusión pero que tan sólo escapó como las demás. ¿A dónde van? Simplemente han huido sin explicación, sin razón, simplemente huyeron y me hiere, me hiere saber que no pude retener lo que creí mio por un momento de mi vida.
Supuse que una vez más podría haber abandonado esos irreales lamentos nocturnos, que una vez más podría pasar una noche que no fuese en vela, que por primera vez en mucho tiempo podría degustar aires de felicidad y de dulzura, o simplemente un romance como aquellos que se ven tan sólo en las películas. Pero, ¿acaso qué me he creído? ¡Ingenua! ¡Ingenua! Me grita mi reflejo en el espejo mientras veo lágrimas caer, mientras siento que mi alma y mi cuerpo no se resisten a sí mismos y sólo buscan huír en sentido contrario al otro. Siento entonces como mi alma pide a gritos libertad, como mi cuerpo se castiga a sí mismo, como mi odio interior vuelve a culparme a mí misma por todo aquello que ha venido sufriendo. Las dos caras de mi vida se enfrentan entonces y ha llegado el caos, ha llegado el fin de todo, de esas pequeñas piezas que había logrado juntar y pegar, pero que ahora se han vuelto a romper en piezas aún más pequeñas y más complejas de pegar.
Reivindico mis palabras, odio, amo, lloro, me destrozo y vuelvo a una normalidad ausente, pero que jamás podré comparar con estabilidad, porque pocas veces en mi vida he podido decir que me encuentro estable. Si no es lo uno es lo otro, y si bien es cierto, tener a mi cuerpo y a mi alma balanceadas es bastante complejo, y para lograr que lo uno concuerde con lo otro lleva tiempo; el tiempo que yo jamás les he dado por pensar que todo vendrá a mis manos de la nada y que mi vida por cuestión de suerte mejorará y me hará aquella persona "feliz", como todas. Una persona conforme, una persona feliz en público, con una vida "estable" con hijos, con una pareja y con una "buena relación" familiar. Un ser exitoso profesionalmente y... Y ¡Bah! ¡Patrañas! eso no es lo que quiero, para mi eso no es estabilidad, para mi eso no es nada más que engaño, no es más que ser parte de aquél mundo que se siente "feliz" y "conforme" con todo aquello que tiene, pero que su yo interior le pide a gritos que no se engañe más. Prefiero ser amargada que ser "feliz".
Regurgito mis palabras, mis sueños, grito al mundo lo que sucede, lo que pienso y aún no logro saciar mi interior. No puedo saciar mi mente, mi vida, mi alma, mis deseo de seguir. Siento entonces como todo se va al suelo una vez más, como una vez más me siento absorbida por mis temores, por aquél temor al fracaso, aquél temor a no ser quien deseo ser. ¿Qué necesito? ¿Qué es lo que tanto busco? No lo sé... simplemente no lo sé.
Como tonta me ridiculicé a mi misma creyendo mías las palabras que iban dirigidas a otra persona. Frases llenas de sentido que ni siquiera iban para mí, sino que su sentido llevaba atado un nombre ajeno al mio, un nombre casi ilegible y que yo no quise ver, pero que al final me hubiese gustado descifrar, lo que no hice seguramente por miedo al fracaso una vez más. Y se fue, se fue con sus palabras, se fue con el nombre que estaba atado a las palabras y de allí no le podré sacar porque ni siquiera sé donde se encuentra.
Se ha tatuado entonces su perfume en mi piel y he perdido por completo la cordura. Las noches aquellas donde suspirábamos, donde hablábamos sin parar, donde simplemente importaban las estrellas, la luna y el aire, se convirtieron sólo en la mínima muestra del espejismo, en la mínima muestra de un ahogo prolongado, una muerte lenta y segura. Un hechizo que nada tenía que ver con la realidad y que aún así ardió en lo más profundo de mi realidad, si es que así se le puede llamar.
Bienvenida sea entonces la semana, bienvenido sea entonces el tiempo que me queda para darme cuenta que no valió la pena luchar por los sueños, que en tan poco tiempo se es capaz de recordar tanto y de olvidarse de tanto, pero que al final, cuando todo acaba, todo llega de nuevo y sumado a ello las heridas recientes que revuelven el pasado hasta que extrae las piezas más cortantes y afiladas, que terminan haciendo que el pasado arda de nuevo más que nunca y convirtiéndolo todo de nuevo en cenizas.
Cortan más profundo que hasta la anestesia más poderosa no calmaría el dolor que estas producen.

+Me levanto y a penas abro mis ojos quiero volver a dormir para salirme de nuevo de la realidad+

sábado, 31 de octubre de 2009

+Mi realidad+

Cuando me preguntan por qué lo digo, no sé que responder. Cuando me dicen que qué siento, tampoco puedo responder.
Es divertido y hasta irónico, no sé si realmente se le puede llamar a esto sentimiento o resignación. ¿Qué es? ¿Qué faltó? ¿Por qué fracasé?
Veo ojos mirándome; Son miradas aburridas, aquellas que juzgan, que duelen, que simplemente pueden extraer la poca dignidad que se tiene. Pueden arrastrar con sus miradas, llevar hasta debajo de la tierra y luego con aquellas sonrisas en sus caras, se "despiden" y sin más reparo pueden irse con la seguridad de que pudieron herir con tantas palabras que no tuvieron que pronunciar porque tan sólo con sus miradas pudieron decir lo que deseaban.
Cada día más decepciones, tanto de mí misma como del mundo exterior. No puedo pensar claramente, no puedo hacer nada, sólo preguntarme cual fue mi error y en qué fue que fallé.
¿Por qué habría de ser hipócrita como todos aquello que sonrien sólo para conquistar sus corazones? No soy así, y por eso nadie valoró realmente lo que fui, lo que entregué y lo mucho que sacrifiqué para llegar hasta este punto.
¿Cuánto más he de aguantar? ¿Cuántas burlas más? ¿Cuántos comentarios desgradables y cuántas tantas cosas que tanto daño me hacen?
Quiero escapar rápidamente, probablemente como una persona cobarde, porque probablemente lo soy. Lo único que sé es que este no es mi lugar, aquí nunca he pertenecido ni seré bienvenida.
Que si volvería, pues de eso no estoy segura. Mis días acá son nublados y llenos de inseguridad. Temo salir, temo reir, comentar, hablar o llorar; Acá me siento como un extraño más, como si no fuese un ser humano, como si fuese un motivo más de burla. ¿Quienes son ellos pare juzgar? ¿Qué se han creido para decir que me conocen o tan sólo presentar sus amargas vidas ante mí como si fuesen aquellos que siempre admiré?
No tienen idea, no saben nada ni quiero que lo sepan, los quiero lejos, muy lejos, y con eso sólo volver a aquél lugar del que probablemente jamás debí salir.
¿Dónde está mi hogar? Ahora creo que jamás lo he tenido, ahora creo que no existe...
¿Qué más puedo decir?

lunes, 26 de octubre de 2009

+Senzafine+

A pesar del frío, del miedo, de las lágrimas y de los derroches, he vuelto a comenzar finalmente con este nudo de historias segregadas de aquella mente confusa, que tiene bastantes deseos de gritar y de contar las historias de aquellos de quienes no han sido capaces de contar las suyas. Acá estoy yo nuevamente reviviendo los sueños de muchos, secando las lágrimas de otros, y una vez más, irradiando la luz de aquellos que se vieron en algún momento perdidos en sus mentes dispersas.
Un juego de renacimiento, un juego donde juega un papel importante la inspiración innata de quien escribe. Aquél narrador que usted cree conocer pero quien sólo narra historias ajenas conectadas con su realidad, soy yo. No soy yo quien protagoniza las historias, ni pretendo ser reconocida por las historias que escribo, puesto que todas ellas tienen un dueño, tienen alguien que fue partícipe de cada una de ellas.
Sin la existencia de aquellos seres que desearon contarme sus historias no podría ser yo lo que ahora soy; no sería esta narradora omnipotente, no sería la mujer que ha llorado mientras escucha varias historias, no sería la creadora de cada uno de aquellos personajes que por tanto tiempo han estado cuidando de mi inspiración y de mí, por supuesto, pues nadie más podría ser el vocero de aquellas solemnes historias, de aquellas vidas casi reales que deben a mí pero que no me hacen sentir como el Dios ni nada similar. Sólo soy yo, un ser ajeno a la realidad de estos, sólo soy alguien que vive por ellos y que hace que ellos vivan eternamente cada vez que alguien lee sus historias.
He entonces aquí a la dama de las historias, a la mujer que usted dice entender y conocer; pero permítame decirle algo, querido amigo: A pesar de ser usted mi lector y ser quien revive los personajes de cada una de las historias que escribo, no es usted un conocedor de mi literatura ni de nada de lo que hago. El hecho de leerme no le da derecho a juzgarme y de creer saber quien soy. Este es mi espacio, es el lugar donde está mi literatura, pero tiene sus reglas y creo que usted debería saberlas; por eso me gustaría decirle a usted entonces, mi querido lector, que el único vínculo que a usted y a mi nos une es que usted los revive y yo algún día les di vida; otro vínculo aparte del que anteriormente nombré, sería entonces que usted se interesa por la vida de ellos tanto como yo, pero eso no le da derecho a usted de creer conocerme, de creer que por lo que escribo mi vida debe ser un desastre o un completo paraíso.
Fuera de su realidad el mundo es ajeno, pero cuando llega entonces y le juzgan, entran en su realidad y dicen conocerlo mientras usted sabe que no, es cuando llega usted a sentirse invadido, así que le pido, o más bien, le exijo discreción.
Es cierto que para mi es importante que usted me lea, que recree su mente con algunas de las historias que desde hace bastante tiempo he decidido grabar con tinta en estas hojas cibernéticas que le dan consistencia a este blog lleno de imaginación, sentimentos y que si bien es cierto, tienen un gran toque de mi realidad escondido por ahí. Ese pequeño toque que sólo aquellos que escudriñando hasta lo más profundo han podido ver la realidad que implica esto para mí. Aquellos pocos que pudieron auscultar todos esos sentimientos ocultos bajo tantas palabras, tantas letras, tantas noches desoladas. (...) Aquellos, aquellos que me dejan seguir viviendo, aquellos que han decidido ser parte de la inspiración que aquí se halla.
Debo reiterar entonces, lo fascinante que es para mi entrar de repente al blog y ver que cada día más personas se han hecho seguidoras de éste, que cada día que pasa a las personas les interesa más leerme y le dan algo de su tiempo a las palabras que con tanto esmero he escrito. Mis sueños, mis deseos y mis anhelos son parte de este blog, y así como muchos tienen acceso a este, pocos son los que se toman el tiempo de leerlo, de criticarlo y de verdad tratar de entender el contenido de este... Yo no espero que la gente entre y lea por encima y me diga "qué bien lo has hecho, de verdad eres sorprendente" puesto que eso lo que todos dicen, independientemente de si les ha gustado o no. (...) Lo que espero de este blog no es fama, no es popularidad; el proposito inicial de este blog (y que por cierto aún sigue siendo) es el desahogo, es el amor al arte, el conocimiento de nuevas personas que se interesan por lo mismo que yo y que están dispuestas a ser sinceras, que estan dispuestas a apreciar de la misma manera que yo aprecio sus obras.
Aquí estoy querido lector, hablandole a usted, hablandole a aquellos que hacen lo mismo que yo, a aquellos que están afiliados al blog y a aquellos que no. A aquellos que entran por primera vez a leerme y a los que lo hacen constantemente. Si se pregunta usted quien soy yo, le pido entonces por favor, que sea usted mismo quien se responde la pregunta. Descúbrame, intente jugar el juego que me propuse desde hace tanto tiempo. Descúbrame, y cuando lo haga entonces hágamelo saber. Busco destilación, la claridad que aún no encuentro frente a mí, busco sonreir, recordar y revivir vidas pasadas, inconsciencia, realidad y demás.
Descúbrame, abra las puertas que le he invitado a abrir para que pueda pasar al otro lado de aquella linea de distancia que existe ente usted y yo. No es sólo una apariencia, es una vida, un mundo, es la mente de una persona creativa que en la soledad decidió descubrirse a sí misma; esa que está allí ahora y espera por la inspiración que va y viene una y otra vez... No se moleste en saber quien soy, sólo intente descubrir que hay más allá de una apariencia erronea, la que usted se hace de los demás, de aquellos que por algún motivo u otro decidieron desnudar su alma y hacer de la imaginación una necesidad que casi podría llamarse vicio. El vicio de amar lo que de sí mismo se ha descubierto y que jamás imaginó tener dentro de sí.
Aca comienza de nuevo, acá va una vez más. Sí, una vez más...
De nuevo comienza el día, es una mañana simple, insípida... Y mi mente, ni hablar, he perdido toda esperanza de recuperar alguna vez la cordura. Mi mente desahuciada, sin remedio, sin futuro. (...)
Esclavo de mi mente, de mis palabras. ¿De qué me sirvió haber estudiado eso que tanto amaba si terminé haciendo todo lo que no amaba?
Sí, empezaré por el comienzo, una vez más, contando mi historia, quizá esta vez no terminen los papeles en el cesto de la basura y pueda llegarlos a poner en algún lado con la esperanza de no tirarlos a la chimenea en algún momento de rabia.
¿Por qué me odio tanto? ¿Por qué es mi vida tan desgraciada?
Muy bien, comenzaré por el comienzo puesto que no creo que usted me esté entendiendo.
¿Quiere saber mi nombre? Bueno, a mi también me encantaría conocerlo, pero la verdad es que un día me propuse hacer de cuenta que había olvidado todo y ahí también se fue mi nombre. Sin embargo, me inventaré uno, me llamaré Ignacio, ¿le parece bien? Bueno, lástima si no, porque a mi si me parece y esta es mi historia y...
¿A quién engaño? Nadie leería esto jamás, ni porque les pagara millones. ¿A quién le interesará conocer la vida de una persona frustrada, solitaria y... Como yo?
Bien, de nuevo, de nuevo, espero no volverme a interrumpir.
Soy Ignacio sin apellido, no sé donde vivo, no sé quien soy, perdí mi identidad el día que decidí olvidar quien era, que era y que hacía. El día que me vendí vilmente a algo que no me apasionaba, a la necesidad, al hambre... A todo aquello que me hace ser Ignacio sin apellido y sin identidad.
De las pocas cosas que hay en el vacío de mis recuerdos decidí dejar y recalcar el hecho de mi amor hacia el arte, la música y las mujeres, pero todas me traicionaron, así que me fui por la literatura, sabiendo que esta también me traicionaría tanto como las demás.
Confié en mis palabras, en el mundo, en la gente. Creí que algún día podría ser famoso, y debo aceptar que fue mi sueño durante toda mi adolescencia. Ser un músico famoso con una banda famosa, pero no lo logré. Después me fui por la pintura, pero la verdad es que como pintor fui un fracaso total (una vez más) y las mujeres, bueno, ni se diga. Todas las mujeres que hubo en mi vida me hicieron parte del desastre que soy ahora.
¿Qué más recuerdo? (...)
Quisiera no haber borrado tantas cosas, tantos momentos, pero ahora mi mente es sólo un vacío con un mundo inmenso nada, de historias suprimidas, de ideas baratas.
¿Quién soy yo? ¿Se ha preguntado usted alguna vez eso? Bueno, es algo que cada día mi cabeza me repite como si reclamase por los recuerdos y eso me ha vuelto loco, eso es lo que me ha vuelto escritor. Es lo que me ha vuelto el escritor fracasado que soy, aquél que muere de tristeza, aquél que no nota la realidad porque no existe un pasado ya, porque simplemente ya no es nadie.
Crear es mi pasatiempo, mi heroína, es más que todo mi obsesión. Me gusta imaginarme la vida de los otros, de aquellos que veo pasar por la calle y que hablan entre sí. Me gusta observar y robarles un poco de la vida a la que tuvieron acceso, sus recuerdos, y entonces me adueño de historias irreales. Por eso escribo...
Sí, he vendido un par de libros, pero no es lo suficiente para comer y mantener el apartamento donde vivo. No es suficiente para satisfacer mis necesidades, y por supuesto no es suficiente para que alguna mujer llegue a amarme. Me pregunto quién podría amar a una persona como yo después de...
En fin. Ese soy yo, aquél que pactó con el destino y decidió olvidar del todo. Acá estoy, escribiendo sobre mí, y como siempre sabiendo que terminará diluyéndose en la nada, en el fuego, en aquella memoria que no está, que no existe pero que extraño porque algún día existió.
Ahora, ahora soy sólo un manojo de confusión, de miedos, un ser vacío sin recuerdos. Un ser casi ausente que sin querer perdió todo lo que su vida era, por egoísmo, por miedo a seguir viviendo en un infierno; sin embargo, terminé entre el cielo y el infierno, sin conocer ninguno de los dos, simplemente suspendido en el tiempo.
Me pregunto qué será de mis recuerdos. ¿Alguién más se los habrá llevado como yo intento robarme los recuerdos de otros para hacer historias?
Sí, sí, soy Ignacio sin apellido, sin recuerdos y con mucho miedo. Me propongo preguntarle, ¿quién es usted? ¿Le importará regalarme entonces un par de sus recuerdos? ¿Sería usted tan amable de revivir aquél ser que ya no existe?
Her perdido todo, la cordura, el amor, la esencia y los recuerdos. No sé quien soy, o tal vez sí. Soy Ignacio sin apellido, sin sueños ni recuerdos... Mis libros no me devolverán nada, devuélvame entonces usted la vida.

jueves, 15 de octubre de 2009

+Relatos varios, nada concreto+

Dedicación, un puerto llamado olvido, las danzas con ritmo de aquellos que apretujados bailaban en un atardecer que olía a canela con un toque de lavanda.
Aquél lugar era inolvidable, digno de escribir una historia como esta. Digno de libros, de canciones que le representen. Como para enamorarse, como para besarse en la noche después de fumar un cigarrillo, como para arrebatar las sábanas después de caminar sobre la arena, mojar los pies en el mar y enamorarse aún más de ella y del mar.
Las calles me hacían recordar a diario que amaba ese lugar, que amaba su gente, que quería quedarme allí para siempre. Cada paso que daba me hacía impregnarme de su delicioso olor mientras el viento cálido agitaba mis ropas, mi pelo y me traía de nuevo ese agradable olor que me hacía recordar cuál era mi lugar en esta ciudad sin nombre, esta ciudad que me hizo tan feliz.
Pasaron los años, pasó el tiempo, mis recuerdos me hacían enamorarme de aquella ciudad y de aquella historia de amor que viví dentro de ella. Recuerdo constantemente como solía besarme en las madrugadas cálidas que a veces con las horas se tronaban frías; Nada de café, nada de tostadas, simplemente la vida bohemia que imaginé cuando era joven, cuando aún añoraba vivir con ansias. Cuando el respeto por la vida aún existía y cuando no me imaginaba que la muerte podría llegar cuando menos lo esperaba.
Esa es la esencia, esa es la juventud, es cuando no nos imaginamos que más adelante podremos llegar a ser uno más de aquellos seres que pisan las aceras de la ciudad casi sin poder respirar, con arrugas y a veces con lentes gigantes para poder atravesar las grandes vías de esta ciudad sin remedio y sin nombre.
Cuando se es joven y se ve a los viejos, se piensa que jamás se llegará a ese lugar; También se piensa que jamás fueron jóvenes y que añoraron también como los jóvenes lo hicieron. Cuando se es joven y se ve a los viejos andar, no se ve esperanza en sus ojos, no se ve nada más que una vida pesada aferrada a sus espaldas; Esa vida que les hace caminar encorvados y sin ninguna esperanza más que no sea la muerte.
Los viejos, los viejos como yo, todos fuimos jóvenes pero ahora no deseamos tanto como los jóvenes. ¿Quién podría devolvernos de nuevo aquella vida de añoranzas?
Aquél lugar tan hermoso se convirtió en el centro de mis recuerdos, en mis experiencias más amadas y que se aferraron a mi piel como si fuesen parte de ella y que aún lo siguen siendo puesto que la tinta no se borrará.
Recuerdo cuando de pequeña anduve tantas veces por el mundo, recuerdo cuantas veces busqué aquél lugar del que tantos habían hablado, pero no lo encontraba en ninguna parte, no llegué jamás a encontrar aquél lugar que tan feliz llegó a hacerme demasiados años después.
Con el tiempo fui perdiendo la esperanza; Todos los lugares a los que iba me parecían hermosos, me parecían agradables, pero, ¿dónde estaba la magia de la que tanto hablaban?

Anduve mil veces por aquél camino sin sendero, aquél camino que me encegueció y me volvió la mujer ambiciosa que fui hasta que entré en el cuarto piso de mi vida. Me pregunté muchas veces donde estaba todo, donde me hallaba, donde se encontraban las palabras con las que tanta tristeza me expresé un par de veces. Tantas veces lágrimas en los ojos, la nostalgia, las emociones, eso que se fue yendo a medida que el tiempo iba pasando, cada vez que recordaba tantas noches de sudor, tantas noches de amor, de pasión, sin miedo de morir, sólo de exprimir la vida hasta la última gota.
Fue entonces cuando me di cuenta que así lo había hecho, fue cuando me di cuenta que conforme pasaba el tiempo mi vida se estaba yendo poco a poco, que estaba convirtiéndome en uno de esos seres que nunca imaginé que podría llegar a ser; Fue cuando realmente amé mi vida conscientemente y cuando me di cuenta de cuánto extrañaría esa vida que aquella ciudad me brindó, como extrañaría las diez mil vueltas caminando en la playa donde se hallaban aquellos bares, donde bailé hasta que no sentía mis pies. El lugar donde, y del cual me enamoré.
Es un silencio espontaneo, las raíces de algo que jamás había visto. ¿Pretendes ser una ilusión óptica o eres simplemente parte de mis recuerdos?
Añoro, añoro repetidas veces esa mirada, añoro mis recuerdos, la el tiempo que tenía y que no aproveché.
Es una historia sin fin, es un cuento, una narración, un ensueño. ¿Quién soy? Soy la misma, sólo que he envejecido, soy aquella persona que por tanto tiempo soñó pero que por más que siga intentándolo, sólo se ha convertido en las cenizas de un pasado que está grabado en la piel, pero que no volverá a ser jamás el mismo de antes.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

+Oltrepassassi+

No deseo olvidar quien soy, pero tampoco quiero seguir siendo quien he venido siendo durante tanto tiempo.
Mis parpados me pesan cada vez que me veo de nuevo al espejo y veo lo que soy, lo que he creado, veo aquella extraña que no he podido llegar a conocer en estos veinte años de vida metida en este miedo que a veces me oxida y hasta logra llevarme a una demencia inconcreta. Esa que me lleva a estados de ausencia, la que no me lleva a ningún lado sino a ser aquella persona quien se cuestiona día tras día el por qué de su existencia y el por qué de tantas cosas que... Simplemente ahora no deseo recordar.

Sin pretextos, sin argumentos, sin historias que contar, o al menos eso creía. Anhelando una y otra vez en sueños; amando, deseando, viviendo por vivir una vida miserable.
A ella nadie le dijo nunca que la felicidad no estaba al lado del hombre que la había tomado por esposa; A ella nadie le dijo que los sentimientos herían más que las propias hojas de las navajas; A ella nadie le explicó que era más hermoso vivir en una realidad paralela; A ella nadie le dijo cuanto dolía amar a quien no se puede tomar.
Los molinos de viento daban aires de limpieza, aquél hermoso olor a lavanda sólo podía ser proporcionado por aquél viento que llevaba de tierra en tierra el exquisito olor de las aquellas florecillas. Sin embargo, los meses se fueron llevando la esencia de la lavanda, dejando tan sólo una vida llena de miseria, una vida supeditada a aquél hombre que la dañaba, la hería, la ultrajaba y luego desaparecía por meses sin dejarle nada que pudiese comer. Sola, ultrajada y por poco sin alma, vivía de las monedas que ganaba lavando la ropa de aquellos que no tenían el tiempo suficiente para hacerlo ni para pagar una esclava que lo hiciera por ellos.
Ella, indefensa, creyó que pronto podría enamorarse de aquél hombre, aquél que la había humillado tantas veces, que la había hecho olvidar de la felicidad que había imaginado junto a él.
Ella no deseaba descender de aquél sueño y golpearse con el suelo tan fuerte como para romperse en millones de cifras, millones de palabras, millones de frases que se quedaron por decir. Anhelaba cada vez más que aquél hombre jamás volviese, que jamás volviese a tocarla, a morder su cuerpo con aquél deseo que siempre lo hacía cada vez que llegaba sucio y con las manos ásperas y con aquél aliento que invadía su nariz hasta querer regurgitar.
Una y otra vez contaba cada segundo en el que ese hombre la penetraba mientras mordía sus senos, mientras la devoraba y ella no podía decir nada, sólo llorar en silencio sin que él se percatara puesto que ya estaba muy ocupado introduciendo, tocando, lamiendo y demás, mientras el silencio interno sólo le hacía llorar en silencio...
Siempre era la misma rutina, siempre que llegaba sabía que terminaría así y lloraba en silencio frente al espejo, mientras miraba su delgado cuerpo y su cara demacrada. Si bien era cierto, tan sólo tenía veinte años pero en su cara se veían siglos de dolor y tristeza. En sus ojos se podía leer un alma que se desangraba poco a poco un poco más; Unos ojos opacos y secos, secos de tanto llorar, y una mirada ausente, triste, desolada.

Lo amaba, le dolía amarlo, era pecado, o al menos eso le habían dicho cuando pequeña. Era adulterio, ¿pero qué más daba? Siempre estaba sola y él era el único que podía amarla, que no la ultrajaba, que cambiaba golpes por caricias, que cambiaba mordiscos por suaves besos. Aquél de quien se había enamorado era quien sabía amarla, quien sabía tocarla como a ella le gustaba, quien le demostraba amor con cada beso, con cada caricia.
(...)
Ella lo amaba, lo besaba y cometía adulterio, pero no le importaba si le descubrían porque no había nada peor que una vida junto a su marido, junto a aquél bastardo que hacía algunos años le había arrebatado todos sus sueños con una primera noche de golpizas y obligaciones que debía hacer como esposa. Obligaciones que le hicieron sentir sucia durante los últimos tres años que había estado junto a su marido.

La llevaba por los valles y montañas a ver lo hermosos atardeceres. Él, tan joven como ella, pero a diferencia de ella lleno de vida y de energía. Su rostro reflejaba el rostro de un joven lleno de expectativas, mientras que el de ella tan sólo reflejaba desdeño y deseos insaciables de huir, de tener libertad. Aquella libertad que aquél joven de su edad prometió darle a cambio de paciencia.
Con él las madrugadas se hacían cortas, los días pasaban rápido y de vez en cuando sonreía sin esfuerzo. De vez en cuando se veía algo de ilusión en aquellos ojos opacos.
Un ensueño, un dilema, lagrimas, sonrisas. Si no escapaba con él, sería esclava de su esposo. Si no escapaba llevaría una vida de miseria, llevaría la vida en la que se vió desde que comenzó todo aquello. Debía tomar una decisión inmediatamente.
¿Y si los cogían a mitad de camino? ¿Si los descubrían? ¿Qué sería de su amado? ¿Qué sería del hijo que tendrían?
No quería estar más allí, pero tampoco quería perder a su amado, estaban condenados, pero aquél joven le dijo que todo estaba listo para la fuga.
¿Y qué podía perder ella al escapar? ¿Qué de malo había en ser realmente feliz?
Decidió escapar entonces, abandonar todo y ser feliz junto al hombre que amaba. Era pecadora, era adúltera pero era feliz, se sentía amada, y eso valía la condena eterna de Dios. En ello vio una nueva oportunidad de ser feliz ya que su marido no le amaba y ahora llevaba en su vientre aquél hijo, aquella pequeña criatura que representaba el amor de los dos, el amor de dos jóvenes enamorados.

Un en sueño, un paraíso, no sabría como llamarle.

domingo, 6 de septiembre de 2009

+Comienzos de otoño+

*Comparto el dolor de aquellos que desean dejar de ser quienes son en el presente y deciden convertirse en nuevas personas. Aquél cambio que es como un cambio de alma, la renovación del ésta, el comienzo de una nueva vida que deja atrás el pasado y se preocupa por reconstruir aquél presente destruido por el caos brutal que nos enumera uno a uno.*

Deséame, desando, deseo... Deseo que me lleve el otoño con todas sus hojas coloradas y amarillentas que por ahora abundan en las calles de este desierto pueblo.
Camino entre las olas del viento, entre las moléculas de oxígeno y de mugre que invaden mis pulmones cada vez que inhalo y echo un suspiro al aire. Llego al parque, aquél parque infantil de madera donde hiede a humedad y a moho. Aquellos troncos podridos sostienen los columpios y crean aquél puentecito donde suelen jugar los niños; Aquellos niños que crecieron y dejaron sus sombras atrapadas en el otoño de aquél octubre de algunos tantos años atrás y que hoy me pregunto donde estarán, ¿dónde se quedaron niños? ¿Dónde dejaron los hermosos adornos de mi infancia?
Sueñan, despiertan, crecen y se van. Se los lleva el tiempo como el viento a aquellas hojas de otoño en aquellos atardeceres desolados y llenos de ventiscas repentinas que acarician sus caras largas y aburridas. Caras tan dignas de un pueblo triste y desolado como este.
Me siento a tomar una taza de té, o quizá dos, la verdad no recuerdo muy bien. Están allí cada vez que me pierdo en mis memorias al clavar mis ojos húmedos en el horizonte, al ver las sus sombras aún cuando cierro los ojos y me pierdo en el tiempo, en aquél tiempo que ya no existe y que quedó suspendido en mi memoria a largo plazo, en mis memorias más hermosas pero que me gustaría borrar puesto que en mi vida fui tan feliz como en aquellas épocas de juegos varios. Nada importaba, nadie juzgaba, sólo se soñaba con cielos estrellados y con noches en la playa, caminando de la mano de un ser amado.
Recuerdo a Isolde, su belleza única, mi única amiga, aquella que podía llevarme a ensueños tan sólo con sus ojos verdes y con aquellos hermosos rizos cobre que le hacían ver la cara tan fina como un alfiler.
Recuerdo nuestras tardes con nuestras hermosas túnicas blancas, recorriendo las montañas y valles una y otra vez, escuchando el cantar de las ninfas del bosque y tarareando a media voz a su mismo ritmo.
Una y otra vez, al ritmo de las ondas, una y otra vez bajo las nubes y aquél sol en un atardecer escarlata que se reflejaba en nuestras mejillas.
Nuestros pies descalzos palpaban la naturaleza, tocaban la tierra húmeda de aquél lugar con ese ambiente tan hermoso, tan medieval tan lleno de gracia.
Las mañanas heladas de octubre nos llevaban a ser tocadas por el hermoso rocío de la mañana, cuando a penas el sol comenzaba a salir de entre las montañas, aquél sol anaranjado digno de un amanecer como lo era allí.
Soñábamos juntas y luego bajábamos a la playa a mojarnos los pies con el mar arrebatado e indeciso sobre si mismo. Con la sal rasgándonos los pies, mojando nuestras blancas pieles e incluso mojando nuestros vestidos e incluso causándonos un par de días de hipotermia.
Otoño, aquél otoño que pasó a ser cenizas de un pasado clausurado y casi innombrable.
¿Adónde fueron a dar tan hermosos recuerdos? Me pregunto si Isolde aún los recuerda, si aún recuerda los cantos de las ninfas al atardecer y las bajadas por la cumbre montañosa que nos llevaba a esa playa que pocos habían tenido el privilegio de ver.
No tuvimos oportunidad de despedirnos, un barco se la llevó a ella dejándome tan sólo llena de recuerdos y de su sombra que jamás me ha querido mostrar la cara.
Isolde, sólo te veo en el día, ¿por qué has de macharte en las noches?
Un barco sin rumbo que se llevó todos mis sueños con el otoño, con las cenizas de las hojas quemadas por el helaje de un comienzo de invierno. Un barco que se llevó en las maletas de Isolde mis sueños, mi amor, mi corazón. ¿Por qué no tuvo el valor de llevarme a mi completa y no por partes?
Un desierto de memorias me lleva a espacios de mi mente jamás había llegado. Cada vez que tomo un cigarrillo intento olvidar, pero en el humo veo la figura de aquellas sombras que me quedaron y de las que ahora soy dueña.
Guardé las sombras como recuerdos de tantos años atrás, en aquellos baúles llenos de aquellos que se marcharon y que no pudieron despedirse puesto que se los llevaron con la guerra y con algunos otros pretextos que mis padres jamás pudieron explicar.
La guerra me fue helando hasta hacerme témpano, los recuerdos me ataban a mares de lágrimas nocturnos que se descargaban sobre mi almohada mientras recordaba aquellas palabras que tanto me dolían, aquellas palabras que me dijo días antes de su partida. Aquellas palabras que retumbaron en mi cabeza una y otra vez cada noche helada, cada noche donde la hipotermia que sentía a comienzos de invierno me hacía odiar mi vida cada día más que el anterior; ésa que me helaba, que me volvía dura, que me hacía ser parte de la nieve que pronto llegaría. Aquellos punzones de millones de agujas que no se parecían en nada a las hipotermias causadas en aquellos atardeceres por el agua helada del mar no podría compararse con aquellos campos llenos de plantas de maíz y de sueños. Aquellos campos donde antes habitaban niños y ahora sólo quedaba desolación.
Recuerdo como sueños, y entonces me despierto a veces ahogada de miedo porque sueño aún con el sonido retumbante de las alarmas una y otra vez activándose, porque no puedo dejar de imaginar cuantas cosas que vi pudieron haberle pasada a mi amada Isolde, porque la desolación me mata, porque no puedo dejar de recordar los duros colchones en los que teníamos que dormir, ni puedo dejar de recordar el sonido de las bombas y mis manos tapándome los oídos donde le rezaba a Dios que cuidase de Isolde y la mantuviese viva.
Allí estaba yo, presa de una guerra, en la mitad de un pueblo el cual fue bombardeado millones de veces pero que para mi infortunio jamás me mató ni me hizo daño. ¿Por qué? ¿Por qué había tenido que sobrevivir a tan horribles recuerdos?
¿Y ahora qué? ¿Qué pasaría después de la guerra?
Sólo tenía claro que quería volver a reunirme con ellos, con los que me habían dejado sus sombras para cuidar, pero desafortunadamente jamás volvieron por ellas, ni por los recuerdos. Me dejaron como el ama de llaves de las cerraduras de todo ello sin saber lo doloroso que resultó todo al final.
Mis sueños, mis recuerdos, todo se quedó conmigo, sin saber siquiera si aún vivían o si simplemente caminaban felices en alguna ciudad cualquiera del amplio mundo.
Mi impotencia me cegó, me llenó de rabia, mis palabras fueron a la basura y pronto se llevó lo poco que quedaba en mi vida... Mis padres.
Un ensueño, una destello, olvidé mi identidad por completo. Consumida en mis recuerdos y en mis miedos me dediqué a un silencio eterno, me quedé en un mundo irreal, paralelo, una paradoja, una analogía, un cuento, o qué se yo. Allí estaba, y era más feliz, allí en aquella historia me reunía con aquellos que amaba, pero después de todos mis sueños volvieron a la realidad, y llegué de nuevo a mi realidad.
Tan sólo era una de las tantas huérfanas que dejó la guerra, tan sólo fui una más de aquellas que se escondía entre soldados y comía cualquier cosa que encontrase en su camino. Fui sólo polvo, fui sólo aquello que vivió con miedo de no poder morir.
Llegó entonces el final de la guerra y con ella las esperanzas que se fueron al mismo tiempo que éste.
Mi vida sólo pintaba un rumbo inédito, estaba sola, realmente sola, sin nadie que me guiase, sin mis padres, sin Isolde, sin mi alma, sin mi corazón, sin mí.
Mi vida quemada llegó pronto a las cenizas, aquellas que el viento se llevó, aquella piel escarapelada que tanto me ardía…
Aquellos sueños jamás se los llevó, lo único que puedo decir es que aún me pregunto si estará viva y si aún piensa en mi.
Mi amada Isolde ¿aún vives para contarlo?

martes, 25 de agosto de 2009

+Aléatoire+

Hoy no es lo mismo de siempre, hoy no es el mismo balde de ilusiones derramándose lentamente por su piel mientras quema. Hoy no es lo mismo, hoy simplemente es algo diferente, e incluso, posiblemente real, aunque no sé si la realidad exista.
No sabría como describirlo, no sé si podría decir que es lo más hermoso que me ha pasado en años, no sé si puedo llamarle sueño, o como mencioné anteriormente, realidad. Llamémoslo entonces una "realidad implícita", una realidad que me envuelve pero que a la vez no me hace nadie.
Bajo la espesura de las nubes cenizas que envuelven aquél cielo semi-nocturno del crepúsculo, me hallo escuchando aquellos sonidos, y recuerdo exactamente aquella vivencia hermosa la cual jamás tuve y en la cual me hubiese gustado quedarme por más tiempo.
Soy un ser andariego, sin rumbo, sin miedo de perderse y de no ser encontrado. Para ser sincera, he estado perdida desde hace mucho y no soy de esas que cree en los cuentos de hadas, ni en historietas de superhéroes. No soy de esas, creo que nunca lo seré, aunque la verdad, debo aceptar que siempre me he considerado parte de una historia, parte de mi propia historia que aún no se si soy yo quien la escribe (...) Aún no sé si hago parte del juego o simplemente soy dueña de “mi propio” juego de personajes irreales, pero que amo hacer reales. De aquél juego que desde hace tanto tiempo se ha salido de mis manos.

+Secret Asylum+

Corren, se hacen vanas, deseosas y hasta extrañas. Me gritan, me llaman, me doblegan y ultrajan mi alma y todo lo que me rodea. Me observan con delicadeza y con mucho sigilo, me siguen, me raptan sin que yo lo sepa, me vigilan, me temen, pero no se van, sólo pueden seguirme, sólo pueden conducir aquél carrusel. Aquél que no me deja salir y el cual de niña siempre me llevaba a un caos brutal mientras en las noches no dejaba de pensar una y otra vez en aquella niña, aquella con aquél globo, aquella que se sostenía sobre las puntas de sus pies y me miraba con tal delicadeza, con tal seriedad que llegaba a asustarme, y que cuando el carrusel se detenía, simplemente ya se había ido, sin más, sólo desaparecía.
Ella, con su vestidito azul cielo, ella con el globo rojo que combinaba perfectamente con sus mejillitas y con sus grandes ojos cafés, que en contraste con aquella piel blanca, le hacía ver hermosa, pero a la vez misteriosa (...) Parecía una muñeca con aquellos rizos castaños divididos en dos colas de caballo laterales, y aquella boca pequeña acompañada de esa diminuta nariz le hacía ver como una porcelana, una hermosa porcelana frágil y llena de miedo. Tanto miedo, que en sus ojos se veía reflejado, se veía reflejado en la opacidad de su mirada penetrante... Esa mirada que hasta el día de hoy no he podido olvidar.

Camina, no se detiene, camina sin rumbo, camina sin miedo, sólo camina, camina por los senderos, por aquellos campos cubiertos por nubes cenizas, por aquellos campos verdes. Camina hasta que se adentra allí, en aquél lugar desconocido, en aquél fascinante lugar que por casualidad descubrió. Aquél lugar que le hace soñar, cerrar los ojos, inhalar una y otra vez. Suspira, analiza, da vueltas y al fin se centra allí.
La carrilera del tren, desierta al igual que aquél lugar donde se encuentra; Tan desierta como su alma, como sus esperanzas. Sin embargo, hay algo allí que la hace sentirse tranquila, llena, egoísta. Allí está y no lo desea compartir con nadie.
...Un ensueño...

(Susurros)
-¿Quién soy? Es algo que muchas veces me he preguntado. Sin embargo, no hay respuesta. Seré invisible hasta que yo desee que los otros me vean. Me esconderé acá, pues estoy segura tras los gruesos troncos de los árboles.

(Hablado)
-Allí el sendero, aquí estoy yo con mis palabras rotas, con aquellas palabras que a nadie importan, aquellas que caen al piso en aquél otoño y que luego se hielan con la nieve. Aquellas que jamás serán desenterradas puesto que se derretirán lentamente mientras la nieve se las lleva en un comienzo primaveral.

-¿Y qué me hace pensar que estoy sola? ¿Qué me hace pensar que no hay alguien más observándome? ¿Qué me hace pensar que puedo estar sola y ser dueña del lugar donde mi inspiración recorre mi cuerpo suavemente? Un sendero, las ramas, sueños, un monólogo.

-Qué hermoso tronco donde ella se sienta, qué hermoso tronco rizado, por donde se deslizan las hormigas. Aquél tronco desde donde la veo sentada.

(Aspira su cigarrillo y ve como se disuelve el humo en el viento mientras piensa, imagina y se esconde)

-¿Qué soy? ¿Quién soy? Simplemente estoy sola, no quiero que nadie me vea puesto que no soy importante, y como no quiero que nadie me vea entonces nadie me verá, porque sólo se ve lo importante, no lo que yo deseo que vean...
(...)

-Es hora de partir, quizá si arrojo esto prendido haga un incendio forestal. ¿Qué hay más allá del sendero? ¿Adónde lleva la carrilera? De seguro he pasado mil veces por acá dentro del tren mientras veo el paisaje y recuerdo, recuerdo tantas cosas...

-¿Qué hora es? ¡Caray! Son las 11:10 debo ir a esperar el bus. De nuevo se ha hecho tarde. Debería volver a la realidad, pero de algo estoy segura, y es que a este lugar he de volver sea como sea...

(Ella ama el crujir de las primeras hojas secas de otoño sobre el suelo, así que mientras se aleja, va pisando una a una suavemente mientras estas crujen con algunas otras crujientes sobras naturales que se encuentran sobre el suelo amarillento de otoño que desprende la increíble fauna de aquél bosque)

Despierta Adeline, despierta.

jueves, 13 de agosto de 2009

+Franqueza ante todo, o al menos eso dicen+

Abstinencia, simple abstinencia al miedo, a la locura, a la desesperación, a la injusticia y a aquellas palabras vacías que normalmente frecuentan mi mente y mis oídos.
Defectos de una escasa inspiración y fuentes de palabras poco concretas que me llevan a una sola idea que no logro redondear del todo, pero que al menos existe. ¿Y ahora qué? ¿Qué es aquello que debe llegar y por lo que tanto tiempo he esperado? Aún no sé quiera si he estado realmente esperando por algo, no sé realmente si tengo un sueño el cual me dice cada noche que recite palabras bajo el cielo estrellado que se posa sobre mí al acabar el día.
La eterna frialdad, esa que nos hace humanos característicos, y que cada vez que obtenemos lo que queremos simplemente lo abandonamos por algo que no nos pertenece. Eso que desearíamos tener con todo ese anhelo que tuvimos mientras esperábamos por aquél primer, que ya hemos desechado, pero que en su momento tanto anhelamos...
Siento que todo se enfría, que a medida que mis palabras me gritan que les escriba ya no sirven de nada, sólo sirven para adornar eso que ya no existe, eso que fue pero que ya no es y que jamás será.
Ilusiones voladas, remedios que jamás llegaron a curar mi eterna espera, aquella rueda que gira sin parar conmigo adentro y que cada vez más me marea. ¿De dónde salen? ¿Dónde estaban escondidas?
No puedo sostenerme a algo que me hace deslizar cada día más a la lejanía, a donde ya no se encuentra aquello que anhelaba, al mismo vacío de siempre, a la poca lealtad y a los efímeros deseos de soledad anticipada que tuve hace algún tiempo.
¡Cómo me consterna, cómo me lleva al caos! Un desdeñoso deseo de poca admiración me hace suspirar; subo a aquél tren donde me siento por horas a pensar en lo que no hace sentido, en aquello que me ha llevado a este punto.
Necesito magia, necesito de nuevo recorrer aquellas calles sin pensar en la frivolidad y el miedo que me causaba parecerme a aquellos, aquellos que me miran a los ojos sin pensar realmente que también siento. Aquellos que sonríen pero no saben porque sonríen y sin saber lo hacen por miedo. Aquellos que se evaden incluso a ellos mismos.
¿Qué es eso que no entiendes? Las palabras se convirtieron en tus silencios favoritos, y yo con ellos sólo puedo ocultarme tras mi sombra y llorar por cada uno de ellos; por cada una de aquellas palabras que jamás pronunciaste y que se quedaron estancadas en la mitad de tu garganta apretada por aquél nudo, que por cierto, aún no sé de donde proviene.
Me gustaría saber cuál es tu juego, pero no sé si realmente quiera seguir con esto, no sé si realmente quiera seguir llorando en silencio noche tras noche rogando para que acabes con tu ausencia.
Adiós, he dicho.

sábado, 8 de agosto de 2009

+Etwas neu+ (Deutsch)

*Deutsch ist sehr schwer, also es ist nicht perfekt und ich wollte sagen, dass vielleicht dieses text viele fehler hat, trotzdem möchte ich ein biscchen auf Deutsch schreiben...*

Ich weiβ noch nicht was soll ich sage, was soll ich schreibe oder was soll ich denken. Alles ein bisschen kompliziert geht, und ich könnte keine wörter dafür finden.
Ich brauche wörter, ich brauche Leben, ich brauche ein bisschen Luft, aber das kann ich nicht finden. Was soll ich von meinem leben warten?
Jede morgen stehe ich mich auf, die fenster sind nicht geöffnet und es gibt keine Luft um einzuatmen. Mir ist kalt und ich will wircklich bei dir noch einmal schlafen. Was ist mit dir los? Alles war wircklich Schön, warum sind wir so weit gegangen?
Jedes mal denke ich daran, und ich wollte sagen, dass ich keine anhung darüber habe. Ich habe gedacht du mich liebte, dass du auf mich wartest könntest, aber jetzt weiβ gerade nichts,ich weiβ nicht warum sind wir sehr unbekannt geworden. Liebst du noch? Glaubst du noch?
Ich habe alle meine Zeit verpasst, ich hab meine einsame Seele verloren. Bist du noch da?
Jetzt bin ich sehr entäuscht, jetzt bin ich unbekannt und ich kenne dich nicht. Es ging gut aber ich habe alles schon verpasst. Ich möchte alles erklären aber du sprichst kein wort mehr, also, was soll ich von dir erwarten?
Ich warte auf dich, ich warte auf dein Herz, ich brauche nur deine Seele umarmen und bei dir immer bleiben. Ist das sehr unmöglich?
Dein blick ist weg und deine wörter sind auch mit deiner meinung weg. Ich möchte nur wiβen, ob du mich noch liebst, ob du entäuscht bist...
Meine Seele wie eis und deine augen beobachten etwas das ich nicht sehen kann. Meine Leben mit alle meine träume gegangen ist, und jetzt habe ich keine lust mehr von Leben.Ich will nur dich, ich will nur bei dir bleiben, aber wenn du das nicht möchstest, lösche ich meine träume und meine erwartungen aus. Ohne dich kann ich nicht mich sein, ich könnte nicht ohne dich leben, und wenn du unbekannt für mich bist, könnte ich nur sagen, dass ich nicht mehr leben möchte, das ich meine Seele verloren habe.
Wo bist du gegangen?

jueves, 23 de julio de 2009

+Diversidad+

Una vez más he comenzado sin un principio claro y con un futuro nublado, un futuro que no sé si llegará a ser futuro porque ni siquiera podría llamarse presente, es sólo una fantasía anacrónica.
Vienen como oleadas las palabras, debería tener mucho para escribir pero la verdad es que en este momento no sabría describir la situación de la que soy parte en este preciso momento. Debo decir que la música logra erizar mi piel y el ambiente se encuentra fresco como el rocío en la mañana, después de un cálido despertar a la madrugada que después se vuelve helado como témpanos al descubrir que todo era un sueño.
La misma rutina, el mismo frío de la mañana, la misma sonrisa fingida, las mismas palabras vacías y dichas con desgano, la misma ducha y el mismo espejo que muestra la realidad al verse en él.
No es fácil, debo admitir; no es fácil reconocer el miedo y las ganas de vivir sin complejidad, pero vivo con la esperanza de obsequiarme ese antídoto diario en contra de la monotonía.
Creo que no hace falta decir que los silencios que aterrorizan a cualquiera me parecen más amenos que las mismas palabras. No entiendo cual es la obsesión humana por romper los silencios cuando lo menos que deberían hacer por estos es respetarles tal y como ellos respetan nuestras necias palabras.
Ahora el tacto parece un ensueño, ahora el tacto sólo puede ser algo que jamás conocí realmente. Algo tan abstracto como mi vida misma, algo tan triste como los días tristes sin más que decir. Aquellos días que si hablaran no necesitarían hacerlo puesto que la misma presencia de ellos puede contagiar incluso de esta misteriosa sensación que nos lleva a un final ya conocido pero jamás esperado.
"¿Quién soy?" es una pregunta que me he hecho muchas veces después de llorar hasta que se me acaban las lágrimas. Es una pregunta frecuente que se hace el ser humano sabiendo que es probable que no encuentre la respuesta en ningún lado, sabiendo que es para sí mismo un desconocido y que sus preguntas muy rara vez serán respondidas.
Un circulo vicioso, algo de nunca acabar, así son mis días, así resultan a veces mis semanas.
¿Cuándo llegará el final del juego? ¿Cuándo será que el paraíso me acogerá en sí mismo sin duda alguna? Vaya complejidad ¿eh?
Me siento de repente como en casa, me siento como si este fuera el lugar que me acoge pero luego vuelvo en mí, luego releo mis palabras o mis pensamientos y me doy cuenta de las barbaridades que se han atravesado por mi mente en tan sólo un par de fragmentos de segundos. Es como cuando se está pensando en algo no específico y de repente se vuelve en sí, se vuelve a "la realidad" que de por sí es bien vulnerable. Es ahí cuando me doy cuenta que no debo descuidar mi mente por varios minutos porque puedo meterme en problemas, pero mi mente desvaría a cada segundo y bueno, es complejo volver a la realidad cuando aquél antídoto en contra de la realidad ha tomado efecto dentro de mi cuerpo.
¿Hasta dónde llegué? Debo aceptar que me he dado por vencida, debo aceptar que no era lo que veía en el "futuro" del que hablé en algún momento pero no le veo otra salida a esto. Soy un ser difícil de satisfacer, soy un ser inconforme que no aspira conformarse y que así le juzguen ya ha tomado una decisión que no afecta a nadie puesto que no tiene a nadie. Puesto que jamás perteneció a nadie y nunca soñó con ser de alguien.
Frío, demasiado para ser realidad. El hielo me petrifica los labios y poco a poco cada rincón de mi cuerpo. Es como si de repente me convirtiese en piedra, pero no tengo miedo, no tengo pánico ni siento remordimiento de ello. No me da miedo partir, no me da miedo ahogarme hasta sentir el veneno de mis propios pecados inundarme los ojos de tristeza por última vez. Hasta poder sentir que ese halo del final me ha rodeado completamente para llevarme en el probablemente al olvido con otro par de cosas más como lo fueron mis palabras y los libros que escribí y que nunca entregué a nadie por ser burlada.
Adiós, es lo único que puedo decir, un adiós sordo y simple. Un adiós vacío y sin límites, sin ecos, sólo con un poco de dolor, el dolor que me llevó a tomar la decisión quizá más sabia en toda mi vida.

domingo, 5 de julio de 2009

+Silencios prolongados+

Alguna vez soñé, soñé con volar lejos de aquí. Mil intentos fallidos me hicieron pensar que no podía esperar mucho de la vida y aún lo sigo pensando. Enterré historias, enterré mi pasado y me enterré a mi misma incluso con ellos en un mundo el cual jamás existió pero que yo hice que existiese.
Quizá como cualquier ser humano sobre la tierra amé y odié, y creo que aún lo sigo siendo porque también soy humana, soy tan humana como todos, sin embargo, no soy igual a todos. Mi sueño siempre fue ser libre, volar bajo los cielos azules y atravesar aquellos crepúsculos de un color anaranjado insaciable. Atravesar aquellos amaneceres que sólo se pueden ver entre aquellas nubes espesas que engañan y que hacen pensar que son algo más que moléculas condensadas.

Después de rebuscar entre las páginas de los libros he encontrado las memorias que buscaba, he encontrado aquél pasado que ha quedado vivo en las páginas de este libro que he venido escribiendo. El compás de mi vida ha sido concreto y ahora no hallo sentido a mis palabras puesto que ya no tengo claro ni lo que escribo.
Extraño, deseo, y más que desear es anhelo, el anhelo de tener ese algo que nunca se supo si fue propio o no. Pero seré sincera, ¿qué sé yo de pertenencias si ni siquiera sé si soy dueña de mi propia vida?
Me envuelve un halo, me envuelven las palabras, los sueños, aquél cuento de hadas al que temo puesto que no sé si realmente lo es, o es una fachada para envolverme en su halo, en aquél aliento de fragancias varias que envuelve mis sentidos llevándome incluso a la agonía más absurda causada por el placer de su olor.
Me envuelve y sabe como llevarme lentamente hasta la entrada, la entrada que huele dulce y que me hace cerrar mis ojos lentamente mientras con sus manos invisibles me va empujando siempre a la entrada suavemente. Sólo como ella lo sabe hacer, sólo como ella puede llevarme a besar sus labios sin el más mínimo reparo.

No hay nada concreto y no me importa que este sea el blog más incoherente que haya realizado en toda la existencia de este blog en sí. No me importa nada, sólo sé que estoy enamorada de lo que veo, me enamoré de la playa, me enamoré de la luna que se pintaba sobre el crepúsculo y que luego se reflejó en la oscuridad del mar. La luna que vi hoy es la luna que me hizo soñar, la luna de hoy fue la que me inspiró, la que me hizo suspirar, aquella que me robó el aliento y la causante de que esté escribiendo de repente sin poder parar. La causante de que escriba incoherencias varias y que no me haga sentir reparo en nada, sólo en lo grande que es mi inspiración.

+Libre expresión+

Ella: ¿Quieres venir?
Él: Sí, jajá, obvio que sí...
Ella: Te invito a tomar una taza de lo que desees, no importa lo que sea, tendré lo que me pidas, sólo ansío tu compañía por un momento... Así sea para que veas mis pies y digas lo feos que son...
Él: Una taza de locura con dos cucharadas de cordura.
Ella: Trato hecho, te daré tu taza da locura con dos cucharadas de cordura y se te permite pasar la noche en mi hogar sin importar si deseas hablar o no...
Él: ¡Y podemos cantar! Hoy una canción me acordó de tí...
Ella: ¿Cuál fue?
Él: Broken de Amy lee con Sheter creo que se llama el man.
Ella: Seether, jajá. ¡Qué hermoso! ¿Quieres ser parte de mi historia?
Él: Sí.
Ella: Lo eres desde hace unos segundos.
(...)
Ella: Bueno, de la que escribo, porque de la real ya eres hace mucho tiempo...
(...)

jueves, 11 de junio de 2009

+Scharlachrot+

Muchas veces me pregunté por qué el cielo era azul y porque este se desmoronaba gota tras gota mientras las tormentas pasaban. Creo que todos muchas veces nos preguntamos eso de chicos. También nos hicieron creer cosas irreales. A mí por ejemplo, mi padre me decía que en las tardes cuando el cielo se veía anaranjado con algunos visos rosa era que Santa Claus estaba horneando galletas para navidad, y la verdad es que le creí por mucho tiempo. Yo realmente creía que las galletas que comía en las noches de navidad en casa de mi abuela eran aquellas que habían sido repartidas a final de año por Santa Claus después de un largo año de horneo.

Sólo un cielo tan hermoso y de color escarlata se podría ver en este lugar. He olvidado con el tiempo como se llama, pero he de decir que es el único lugar que ha sabido llenar tantos vacíos que me dejaron los otros lugares donde intenté vivir.
Las mañanas son soleadas pero frías, el rocío baña las plantas y se siente que el aire que entra en los pulmones podría purificar el mundo entero y hasta el alma llena de heridas que me acompaña.
Debo decir que ya no sé donde me encuentro, he estado acá por algunos años, quizá treinta o más, o bueno, probablemente no lleve ni un año completo acá pero siento como si este hubiese sido mi lugar durante toda mi existencia.
No había encontrado nada parecido a lo que se siente pasear a solas bajo el cielo cenizo de abril, y tampoco recuerdo haber sido parte de los hermosos y lluviosos días de mayo puesto que sus nubes color ceniza encantan.
No podría pedir nada más, tengo la soledad necesaria para escribir a solas y sin ningún confidente aparte de las hojas blancas que he conservado durante tantos años. Aún me pregunto por qué motivo siguen siendo blancas en vez de amarillas. Los años deterioran todo. Todo se oxida y llega a su final, todo lo carcome, todo se acaba.
Un silencio interno ha ensordecido mi alma durante bastante tiempo lo cual hace que no hable mucho. Tanto dolor a final de cuentas sólo causa heridas que quizá nunca cicatrizan y que siempre van a arder igual o quizá más que la primera vez que las hicieron.
El sonido de las olas al golpear las rocas de los acantilados me hace recordar aquellos años atrás donde solía recorrer la playa con aquél vestido blanco. Aquellas hermosas playas que ahora son los escenarios donde se desarrolló aquella historia de verano, aquella historia que jamás podré borrar de mi mente.
Recuerdo cuando correteaba en aquellas playas de niña, dibujando mis huellas y recordando siempre, hablando con las olas quienes siempre me acompañaron en las noches estrelladas donde lanzaba mis memorias al viento, donde éste borraba mis lágrimas y las mezclaba con el agua de aquél mar cristalino que por esa época acarició tantas veces mis pies desnudos.
Me pregunto si las olas no se habrán olvidado de mí. Si bien es cierto, el mar guarda varios secretos y misterios; espero que también lo haga con los míos puesto que para esa época él fue mi único confidente.
La añoranza de amigos en aquella época marcó mi vida para siempre, siempre pensé que tenía algún problema, pero luego me di cuenta que el problema era de la gente puesto que hay personas que nacen para estar toda la vida solas, y entre esas, yo.
No negaré que quise ser amada como cualquier otra chica de mi edad, y aunque decían que era una niña hermosa, nunca tuve suerte con aquellos sujetos. Sin embargo, la resignación después de tantos intentos fallidos es lo que me hace soportar ahora la soledad quien es mi única compañía. Un tanto de ironía no podría hacerle daño a nadie ¿verdad?
No escribo para nadie y tampoco nadie escribe para mi, y por eso es que escribo tanto puesto que a quien escribo no existe y quien lo lee para mí es anónimo. No me interesa ganar dinero por hacer lo único que aprendí a hacer en toda mi vida, plasmar lo que pienso en papel o en el viento. Creo que a quien le pagan por pensar es como a quien le pagasen por respirar, me parece absurdo. Sin embargo, se da pago a quien tiene talento para plasmar aquello que siente de una manera delicada y armónica.
He de decir que al leer a quienes admiro por hacer lo mismo que yo hago, siento como mi mente danza por horas al ritmo de las palabras y como si fuese música, las palabras van quedando grabadas en mi mente una a una.
Me gustaría saber si alguien que alguna vez haya leído alguno de mis textos recuerda, al menos, alguna de las frases que escribo y si le queda también grabada en la mente.
Con el tiempo he aprendido que de nada sirve el dinero si no hay en qué gastarlo. Puedo tener millones acumulados y allí podrían quedarse puesto que no tengo con quien gastar aquello que me llega por vender mis palabras. Creo que si hubiese tenido la posibilidad de guardar mis palabras y nunca haberlas prostituido lo habría hecho, pues aunque ahora después de todo soy una escritora casi que reconocida, hubiese preferido guardarme todo aquello que he estado exponiendo en aquellos libros por los cuales he recibido dinero.
La prostitución de palabras es casi tan grande como la prostitución humana. Se ultrajan los libros al igual que a las prostitutas, se subrayan, se pierden y se botan al olvido después de que estas ya han cumplido su misión, y si es lo suficientemente bueno entonces se le recomienda a un amigo o se le regala en el peor de los casos. Así funciona, es un mercado negro y oscuro.
Recuerdo antes de llegar a la fama, recuerdo cuando subía hasta la cima de aquella montaña y me sentaba en aquella roca esperando a que el viento llegara a agitar mi pelo con la misma rabia que sentía yo en aquellos momentos de soledad donde sólo deseaba estrellarme una y otra vez contra el suelo hasta caer desmallada de tanto dolor. Recuerdo como sonaba aquella música y me recordaba que si no salía pronto de aquel lugar terminaría echada a la perdición. Aquella música que ya no puedo recordar pero que por tanto tiempo me murmuró con halos de tristeza al oído y yo no quise escuchar.
Sólo quise una noche al lado de alguien que me escuchase, al lado de alguien quien pudiese cerrar los ojos y dejarse envolver por aquél toque de mis palabras, por aquel dolor que invadió mi vida entera, pero esa persona jamás existió. Incluso dudo aún de mi propia existencia, dudo de la existencia de lo que me rodea.
Veía aquellas caras características de crítica. Siempre me observaban con burla y al pasar cerca de ellos sus comentarios hirientes terminaban por sacar mis lágrimas afuera. Las palabras se dispersaron en mi mente como forma de defensa propia y creo que debido a ello es que soy capaz de escribir todo aquello que he venido escribiendo a través de los últimos años de fantasía.
Todo se ha quedado suspendido dentro de mí hasta un punto máximo donde me intoxica y me quema. Si la vida consistiese en estar lleno de algo que no fuese cariño, podría decirse que yo estoy llena de palabras y nada más. Me pregunto cómo después de tanto despojo puedo seguir sintiendo al menos un poco como para escribir.
Aún me veo al espejo y trato de ver en mi a la persona que fui durante tanto tiempo en aquel hermoso acantilado. Aquella niña que mientras cepillaba su pelo rubio se sentía más vacía que cualquier ser humano que estuviese a su alrededor, aquella que creció antes de lo que debía, aquella que soñó con soñar junto a alguien, pero su sueño le fue negado. Aquella que hoy en día piensa que aunque intente engañarse a sí misma, ningún lugar fue construido para hacerle feliz a ella. Aquella que aún sueña con despertar de aquél sueño que más bien es pesadilla, y comenzar a vivir desde el comienzo para jamás volver a soñar.

lunes, 11 de mayo de 2009

+Nada más que eso+

No es precisamente un piano es lo que me trae a este lugar, mas debo aceptar que su sonido me consternó y casi que mientras la melodía se deslizaba para llegar a mis oídos pude sentirme como de nuevo en aquél salón de baile donde me pasaba horas bailando al ritmo de una banda sonora que jamás existió sino en mi cabeza. Esa banda sonora que tocó para mí en mis profundos años de soledad.
Su voz, esa que recuerdo como si me hablara aún al oído en los sueños, aquellos sueños que me llevaron al renacimiento básico humano del que no todos son partícipe. Esa voz que alguna vez llegó tan profundo que pudo extraer de mí los sentimientos más absurdos jamás conocidos.
Y una vez más giro y giro en esta rueda que no para y que me absorbe. Cierro los ojos y siento como mi respiración se entrecorta al recordar que no estoy sola en la habitación. Al recordar que me rodean sus palabras y que he prometido algo que he de cumplir antes de acabar con esto, antes de acabar con mi vida del todo.
Al sentarme en el centro del salón de baile no puedo hacer nada más que suspirar mientras escucho la melodía. Debo aceptar finalmente que lo que me trajo a este lugar fue nuevamente ese piano de cola que solía darme compañía cada noche con alguna de las canciones que entonaba aquella banda sonora que aún no logro sacar de mi mente.
Una noche de destellos se aproxima, una noche totalmente oscura que puede verse desde la ventana del hermoso salón. Una noche estrellada con una luna melancólica que se oculta tras la pequeña y única nube que se encuentra presente bajo el cielo. Una noche como cualquier otra pero llena de tonadas que me hacen cerrar los ojos una y otra vez mientras intento contener mis lágrimas.

Los días pasaron tristes durante de aquél frío otoño del cual no recuerdo mucho. Las fuertes ventiscas elevaban mi pelo con rudeza mientras yo contenía mis lágrimas por el ardor que causaban las pequeñas piedritas que se levantaban hasta mis ojos haciéndome cerrarlos y llorar inevitablemente.
También puedo recordar que fui una niña feliz, crecí entre pequeñas calles, esas pequeñas calles de París que todos reconocen más que todo por las películas. Viví mi vida al ritmo de los hermosos acordeones y de los instrumentos de viento. No puedo negar que la falta de una madre afectó mucho mi infancia, mas debo aceptar que no se puede extrañar algo que no se tuvo o que no hace parte de un recuerdo.
París, hermosa ciudad, hermoso lugar para vivir, creo que no hubo mejores años que aquellos que viví en mi amada ciudad. Sin embargo, las cosas cambian, la vida se torna difícil y ya no se puede creer lo mismo que se cree una niña de tan sólo nueve años la cual camina descalza por las calles de París admirando las pinturas que son posadas en las ventanas de aquellas calles estrechas que nombré anteriormente.
Mi padre era pintor por naturaleza, aunque he de decir que estudió medicina lo cual no le sirvió de mucho puesto que desde que comenzó a estudiarla sabía que su vida estaba destinada a la pintura. Creo que él amaba Paris tanto como yo lo hago y lo hice en mi niñez.
La melancolía que me causa pensar en el día el cual abandoné Paris en busca de mejores oportunidades me hace recordar lo feliz que pude haber sido llevando la vida que llevaba antes de perder el sentido de la ésta. No puedo dejar de recordar aquellos días los cuales mi padre me daba algunas monedas para comprar algún dulcecillo o caramelo y al regresar a casa los gatos posados en los tejados y las bellas terrazas me observaban con curiosidad.
Creo que en toda mi niñez fui una pequeña ambiciosa y con muchos deseos de vivir, pero en mi adolescencia tanta belleza se desvaneció al morir mi padre y dejarme tan sólo cuadros para vender y hacer un poco de dinero para sobrevivir. Nadie me dijo que para sobrevivir en el mundo había algo más aparte de la felicidad, nunca nadie me dijo que el arte de mi padre nunca fue bien pagado y que las deudas pronto se apoderarían de mi.
En vista de tan terrible situación y de tan tristes recuerdos sólo puedo echarme a llorar una y otra vez tratando de olvidar aquella época de mi vida. Mis sueños se desvanecieron y la realidad se apoderó de mí antes de que supiera que existía una realidad como tal.
La vida me recuerda a diario que debo respirar para sobrevivir, pero debo ser sincera, acá todo es muy diferente. También hay calles angostas y hay pintores, pero este lugar no tiene acordeones ni gatos en los tejados. En este lugar sólo hay personas amables o no amables, te usan o los usas tu a ellos, acá funciona así, o al menos conmigo. ¿Cómo pude pensar alguna vez que yéndome lejos de Paris todo aquello se desvanecería?
Maldigo cien mil veces el hecho de estar acá, encerrada como prisionera en este maldito lugar donde no me hago más que una esclava más del mundo, donde no soy más que una mujer burda como cualquiera de las otras. La única diferencia es que a ellas las engañaron y yo me gané el destino que ahora pago por vivir en un mundo de mentiras.
Debo aceptar que se acabó, debo aceptar que esta es mi realidad. Soy ahora una meretriz y he de aceptarlo puesto que no puedo decir nada más sobre mí. Aunque alguna vez fui feliz debo decir que la vida me está cobrando tantos años de felicidad. Soy una meretriz alcohólica, una prostituta francesa encerrada en Japón, y hasta ahí llegó.
Al legar a este lugar no pensé jamás que tuviese que dormir con tanta humedad al rededor, sin olvidar que las ratas se pasean toda la noche buscando sobras de comida, si es que así se le puede llamar a aquello que se come acá.
He de quedarme acá prisionera de todos los años de felicidad junto a mi adorado padre que ahora yace bastante lejos de acá. Me pregunto qué sentiría él al ver semejante imagen. Algo así como la niña rubia de tez blanca siendo parte de una de las mafias de oriente como lo es la prostitución; eso sí que no me lo perdonaría él jamás, y de hecho no se perdonaría a si mismo algo así. Sin embargo, él se ha quedado con todos los recuerdos que tengo de Paris y creo yo que así es mejor.
¿Ya qué más da? Tantas palabras, tantos sueños, tantos recuerdos. ¿Y ahora qué?
A veces olvido que soy un ser humano, veo a través de aquellos pequeños hoyuelos abiertos en la pared y al ver el sol recuerdo que el cielo es el mismo en todas partes, sin embargo jamás podré verlo como lo veía en Paris.
Cada día al despertarme abro los ojos lentamente para comprobar que todo era probablemente un sueño y que despertaré nuevamente en Paris rodeada de todo lo que abandoné, pero me temo que ya comienzo a convencerme que ya no es un sueño. Me temo que no falta mucho para el final del juego. Me temo que pronto dejaré de ser yo.

Las palabras se han quedado en un armario de madera. Se han quedado guardadas quizá para jamás volver a ser leídas puesto que su dueño les ha cerrado con llave.
Es posible que algún ser trate de forjar aquél armario para extraer tan hermoso tesoro que para cualquiera resultaría poco menos que una basura.
Ella espera, el espera, a la expectativa, mil cosas en su cabeza y ninguna coincidencia. Un par de miradas más, y todo estará listo para el comienzo de una nueva historia.
¿Será que esta vez si lo logrará?

lunes, 27 de abril de 2009

+Una ciudad llamada olvido+

Del sustento diario, de los sueños perdidos, de los recuerdos olvidados, de las palabras dichas, de los momentos soñados. De los momentos que no compartimos y de las esperanzas guardadas.
Cuando se vuela por entre las nubes y son traspasadas se siente como si se traspasase una mota de algodón. Desde arriba todo se ve diferente, todo se ve como si fuese un sueño o una maqueta, todo siempre está muy quieto, se ve manejable y es ahí cuando se siente uno mismo el Dios, se cree que se puede manejar como fichas a las criaturas pequeñas que se ven allí en el piso de la maqueta.
De pequeña la gente cree que las nubes son sólidas y que estas podrían sostener el peso de una persona, mas sin embargo todo es una ilusión óptica. Si no fuese porque las nubes son casi inalcanzables para un ser humano de seguro más de uno hubiese intentado dormir en estas con tan mala suerte de caer y dormir para siempre.
Cuando se está en las nubes se nota la belleza del un rojo atardecer y de lo amable que es la noche cuando entra a ser partícipe del paisaje que se ve por la ventana. Puede que haya volado muchas veces pero debo decir que esta es una de las primeras veces que llego a admirar la belleza natural de una manera tan analítica. Más allá del maquillaje, va siempre más allá de las apariencias, más allá del “¿qué dirán?”, va más allá de todo. Al sol jamás le importaría sentirse feo y la luna jamás se ocultaría por pena de sentirse observada, al igual, está muy lejos, ella nos debe ver como algo minúsculo, como tres o cuatro veces más pequeños que la maqueta inicial de la que hablaba.
Sentimientos indescriptibles contrastan en la mente cuando se está volando, se podría hasta comparar con los buenos sueños que se tienen, es una buena sensación, o bueno, al menos para mí.

Los días van pasando, se ha vuelto más detallista y sus ojos se cierran con delicadeza cada vez que recuerda o imagina. Las palabras se le han acabado, por eso ya no le gusta hablar con nadie, ahora vive sólo de sus pensamientos y de su imaginación que a veces le juega sucio.
Ella está enamorada de su vida, pero hay días que le duele recordar cuando era más feliz que en la vida actual. Su vida es algo monótona, lo que para algunos sería aburrida, pero a ella le gusta así y no l importa mucho lo que los demás piensen o digan sobre ella. Vive sola en un apartamento pequeño, en el piso seis, de un edificio en una calle llamada No me acuerdo, que se encuentra en la ciudad de la nada en un país llamado algo así como Olvido. Ahora que lo recuerdo ella no vive sola, ella vive con su viejo gato que ha sido su compañía desde que El innombrable abandonó el hogar, y el gato se lo recuerda, de hecho toco le hace recordarlo.
Aunque ella recuerda Al innombrable con amor pero también con mucho odio y dolor, sabe que si volviera a aparecer frente a la puerta delantera de su apartamento (que por cierto es la única que tiene) no dudaría en recibirlo de nuevo olvidando todo lo innombrable y besándolo en la boca a penas pronunciase la primera palabra.
Ella cree que El innombrable es un tema que logró superar pero sabe que no es asó, ella sabe que la razón de toda su miseria tapada con mentiras de ella a sí misma, es la causada por el recuerdo Del inolvidable.
El inolvidable la hirió, hirió su orgullo pero aún así lo ama igual o quizá más que al principio y al final de todo. Lo ama como siempre y como nunca amó a algún ser humano. Lo ama como a lo que nunca tuvo en este mundo. De hecho lo ama a él como a su mismo mundo, o aún peor el es su mundo.
El innombrable le arrebató muchas cosas y ella las quiere de vuelta, las quiere de vuelta pero con él incluido en ellas. Ella sonríe, lo ama, se tira en el sofá como si esperara que en algún momento sonara el timbre y fuera él con un ramo de flores y una disculpa… como si esperara que después de todo lo inolvidable él fuera a volver con las manos y el alma copadas de regalos y sinceridad.

El la extraña como a nadie en su vida, desde que la dejó ha adelgazado seis kilos. Ella en algún momento de su vida se convirtió en lo que él para ella era. La amaba y sabe también que no tiene intención alguna de amarrarse a alguien. Detesta la obsesión que tienen las mujeres con casarse y tener una casa llena de hijos y pañales sucios, lo tiene muy claro desde los siete años de edad después de ver a su madre esperar noches enteras por su padre y llorando noches enteras mientras sabía que su padre la engañaba con la secretaria, la sirvienta o cualquiera que le abriera las piernas. Él tenía claro que no quería eso para ella, ella merecía más que eso y sabía que si se ataba a ella de por vida el final de la vida de los dos sería terrible y ella sufriría demasiado los últimos años de su vida. Él no estaba dispuesto a permitirse eso.
El vive solo con su perro, tiene una novia que le recuerda a La inolvidable y la quiere pero no puede amarla como persona puesto que su parecido con La inolvidable es sólo físico. Llevan saliendo varios meses, pero su relación se basa sólo en sexo y llevarla a ella de compras y a comer en los restaurantes más caros de la ciudad donde ahora vive.
Él cree que su vida es aburrida y se considera un hombre común y corriente de pocos amigos, amante del fútbol y de la cerveza. Es desordenado y ama el sexo. El desorden le tiene sin cuidado ya que le paga a una sirvienta para que haga hasta lo que no se puede hacer y para que limpie hasta donde no pueda llegar.
Él detesta los domingos al igual que ella y le gusta tener sexo con esa que dice ser su novia los viernes en la noche después de ir al cine y comer alitas de pollo.

martes, 31 de marzo de 2009

+Atención+

Hola queridos lectores; lamento mucho haber abandonado este blog por este mes y no poner ningún blog (que por cierto ya escribí pero no esta en este computador).
Pronto estaré de vuelta con uno más de mis blogs pero les pido paciencia puesto que he abandonado mi país y ahora me adapto a otro por el cual no tengo aun todo instalado y me es complicado subir al blog las cosas que escribo.
Pido una vez mas disculpas por este incidente y espero que tengan paciencia hasta el próximo mes para que vean los blogs donde deben estar.
Muchísimas gracias por su atención.

miércoles, 4 de febrero de 2009

+Y que comience el juego+

Entre tantos sueños, deseos y tantos comienzos posibles elegí este. No será el mejor comienzo, no será el peor, simplemente es un comienzo para desatar ilusiones, para sonreír o quizá para llorar, simple consternación, simple inspiración momentánea.
Al ritmo de varios violines y otros hermosos instrumentos de cuerda me preparo para sonreír un poco aunque no siempre son sonrisas por más que las bellas notas de una tonada lo parezcan y así es que funcionan mis sentimientos.
Han sido noches parecidas, un dormir extravagante y lluvias varias que han hecho de estas bastante frías. Un cigarrillo o quizás dos, eso depende de la ansiedad que me invada, y acompañado de esta ansiedad a veces llanto. Una ansiedad inaudita me invade, un llanto inseguro logra apoderarse de mi de repente y cuando el cigarrillo se acaba, y cuando las lágrimas han cesado entonces simplemente pienso qué hacer de mi.
Vivo en vano y realmente espero por el cambio que sé que se aproxima, pero es difícil esperar por algo que no se sabe exactamente si llegará. Se siente una incertidumbre que se experimenta muy pocas veces en la vida, se sienten expectativas a bordo de barco pero no es factible que el barco llegue al destino que se espera, por eso es que no sé sinceramente qué debo decir o pensar puesto que al ser parte de nuevo de la monotonía empiezo a ser parte de un desespero que no había experimentado hacía bastantes días.
Pero bueno, ya me cansé de hablar de mí; ahora comienzo con lo que deseo hacer hace varios días. Aquí voy de nuevo con alguna de esas historias que les despeja la mente a algunos y a muchos otros les impide dormir. Aquí estoy desahogándome antes del cambio, estoy exfoliando de mi alma algunos pensamientos que me comenzaban a arrancar pedazos de esta cada vez que caían...

Confianza, eso es lo que muchos creen que puedo lograr en ellos. ¿Sabrán que jamás podré confiar en ellos como ellos lo hacen en mí? No puedo ser más que confidente para ellos porque cuando deseo hablar parece que todo se fuera muy lejos y de repente me sintiese mejor por una extraña razón que todos desconocen, pero me he dado cuenta de algo en los últimos días y es que le temo a la confianza.
Como sea, qué importa, jamás he sido buena confiando en la gente pero ellos confían en mí de repente sin temer. Pareciese que doy aquella imagen de confianza que nadie encuentra normalmente, sin embargo, he encontrado varias maneras de hablar sobre mí sin tener que decirle a los demás porque me aterra hacerlo.
Soy una mujer solitaria, quizá puede que me conozca usted como puede que no lo haga puesto que soy un ser bastante común y corriente y me temo que a usted poco o nada le interesará mi vida, aquel que lea estas hojas podrá pensar que soy un ser demente, desquiciado, aberrado o lo que sea y realmente hasta yo lo pienso sobre mí, para mi gran fortuna y para la suya seré un ser ajeno a su realidad; podrá ponerme el nombre que desee, es más, puede imaginarme como desee, puede ponerme la edad que desee y ya. Es simple, es un juego más como cualquier otro, soy un personaje creado por usted, o mejor, para ser más exactos digamos que usted es el "dios" de esta historia y me ha creado físicamente porque intelectualmente he cobrado vida y no se imagina usted de qué manera.
Se preguntará usted a qué me refiero, ya me imagino yo que estará usted muy confundido pues no debe saber de qué estoy hablando y eso es lo que más divertido me parece de este que es nuestro juego. Le contaré una historia antes de comenzar nuestra "dulce" tertulia que más bien es agridulce y que probablemente para usted sea el comienzo o tal vez el final de una de tantas historias...

Ella fue una niña solitaria desde que era pequeña. Soñaba, jugaba y se divertía como cualquier niño de su edad pero había una gran diferencia y era la soledad a la que fue supeditada toda su vida. Fue una niña que creció sola, una niña que empezó a ser supeditada a sus pensamientos existenciales desde que tenía siete años de edad. Su madre murió de una extraña enfermedad que jamás diagnosticaron los médicos y su padre, un carpintero, quedó a cargo de ella.
Su padre inconsciente de la soledad a la que supeditaba a su hija a diario salía a trabajar desde las 4:00am y regresaba a casa a las 10:00pm cuando su hija ya dormía, o bueno, al menos eso creía él.
Ella se valió por sí misma toda su vida, leía lo que sentía que le servía, comía lo que podía prepararse y dibujaba una que otra vez cuando le quedaba tiempo.
Antes de que su madre muriera su padre construyó un piano en madera para ella y se lo regaló en uno de sus cumpleaños. Su madre que era culta le enseñó a tocar el piano y ella lo tocaba cada vez que se sentía sola y deprimida. Al ritmo de la música producto de las teclas del piano y su inspiración derramaba lágrimas sin cesar hasta que lograba quedarse dormida abrazando su hermoso piano de madera, a las pocas horas se levantaba como si nada, secaba las lágrimas que se hallaban sobre este, preparaba su comida y la de su padre y se iba una vez más a la cama a seguir pensando, ¿y por qué no? a seguir llorando.
Su triste soledad la llevaba a depresiones de varias semanas y hasta de meses, y aún así su padre no lo notaba puesto que cuando se iba ella dormía y cuando volvía era lo mismo. Varios intentos de suicidio la caracterizaron a ella pero jamás lo logró así que mil veces maldecía su vida llorando de rodillas en su habitación mirando por la ventana, y en su cajón las esquirlas del espejo que había roto para proporcionarse los cortes en las muñecas.
Después de mucho tiempo y de varios intentos decidió no seguir intentándolo y fue cuando murió su padre dejándole sólo deudas y la casa de madera donde había vivido toda su vida. Ella cegada por la rabia que le proporcionaba el abuso de soledad de su padre y la rabia que le invadía la pérdida de su madre decidió quemar su casa y los recuerdos para irse muy lejos de allí y tratar de olvidar todo ese odio que sentía, y así fue, huyó lejos de allí dejando todos sus recuerdos, su piano, sus dibujos y litros de lágrimas secas en los pisos de su maldito hogar quemados y vuelto cenizas para comenzar de nuevo.
Emprendió un viaje hacia la ciudad de nuevo en una depresión que le carcomía el alma, y al saber que no tenía nada en sus manos de lo que pudiese valerse y ningún lugar a donde llegar, decidió pasar la noche bajo el cielo de una fría noche de otoño. Su primera noche bajo el frío en una ciudad grande donde podían pasarle millones de cosas, donde podrían abusar de ella o inclusive matarle sin que nadie se diera cuenta, o peor aún, que los que se diesen cuenta decidiesen callar puesto que nadie la conocía y por supuesto ella no conocía a nadie. Sin embargo, no temía a nada ni a nadie ya que en aquél momento sólo deseaba morir y estar lejos de aquél mundo que tan mal le había tratado.
En medio de su helada noche donde cada lágrima que lloraba le quemaba el rostro, no encontró más que aire frío y pensamientos vacíos hasta quedarse dormida bajo la lluvia que comenzó a caer después de la media noche.
Emparamada y tiritando de frío de repente se desmayó de hipotermia, pensaba que era el fin de todo pero no lo fue, al abrir los ojos de nuevo se hallaba en una cama gigante y con un médico abriéndole los párpados con los dedos y en su otra mano una lucecilla que le molestó bastante. Se levantó sobresaltada y confundida, alrededor sólo podía ver caras desconocidas, muchas criadas y el único hombre, un médico, o al menos eso parecía por su bata y por el maletín que tenía. El hombre pronunció unas palabras y se alejó con la que parecía ser la ama de llaves y mientras tanto ella preguntó a todas esas criadas las preguntas que cualquiera hubiese formulado después de despertarse en un lugar desconocido. Las mujeres le respondieron que le habían encontrado en la calle la madrugada anterior mientras la dueña de la casa volvía de una fiesta nocturna con las personas más adineradas de la ciudad. Ella sólo asintió con la cabeza y aún bastante confundida se levantó y se dirigió a la puerta de la habitación que se hallaba cerrada pero para su gran sorpresa las criadas le detuvieron y la hicieron volver a la cama recitando textualmente lo que la señora de la casa había dicho: "No permitan por nada de este mundo que esta jovencita se levante de su cama y mucho menos que se vaya de la casa, es una orden".
Ella confundida e histérica ordenó a las criadas que le dejaran salir pero no le dejaron y fue encerrada con llave. Poco tiempo después la dueña de la casa, o bueno, de la mansión apareció en su habitación y se sentó junto a ella. Ella consternada sólo le mira y le dice que desea salir pero la dueña de la casa le dice que no es bueno que salga puesto que está muy enferma y no es conveniente que le coja otro chaparrón en la calle porque moriría, lo que la mujer no sabía era que desde hace mucho ella intentaba morir y no le dejaban y eso era lo que la tenía bastante molesta.
Esta mujer cubrió todos los gastos de su enfermedad y le invitó a vivir con ella por un tiempo, sin embargo, después de algunos meses esta le confesó a ella un amor imposible lo cual hizo que ella saliera de allí rápidamente una noche sin agradecer por nada y se esfumó en el centro de la ciudad con algunas maletas de ropa esta vez, y con algo de dinero proporcionado por la mujer lesbiana que le había cuidado en los últimos meses sin ella saber que le amaba en secreto y que nada había sido en vano.
Molesta por su situación actual y en vista de no tener a nadie más en el mundo caminando por el centro de la ciudad encontró a la Madame más conocida de la ciudad la cual le ofrecía trabajo a toda mujer joven que veía en la ciudad y por supuesto a ella no dudó en hacerle la oferta. Sin dudarlo y sabiendo que era su única salvación aceptó su trabajo como prostituta y se fue a vivir con todas las prostitutas de la ciudad.
En su primera, noche su virginidad fue subastada y su odio hacia el mundo y hacia su suerte hizo que el dolor y su rabia se juntaran en uno solo desatando rabia y lágrimas, que a su vez, hacían que el hombre que la penetraba con poca delicadeza se excitara más. Varios años transcurrieron haciendo de ella una mujer más infeliz que la de antes y una prostituta a quien le interesaba mucho menos que antes su desastrosa vida. Se había convertido en la mujer a quien no le importaba nada, aquella mujer que no tenía ilusiones ni sueños y que se había convertido en un ser que sólo proyectaba rabia y dolor. Jamás tuvo amigos, sin familia y sin nada, sólo con dinero sucio ganado a base de sexo y alcohol. Su vida volvió al comienzo, soledad y monotonía, deseos inmensos de morir.
Una noche como cualquiera de las otras en uno de sus múltiples "servicios" en un momento de rabia mientras ella recogía algo que se le había caído al piso, el hombre al que iba entregar su cuerpo, golpeó una de sus nalgas con la mano haciendo que esto le proporcionara una molestia absurda hasta el punto que lo golpeó hasta cansarse y le dejó muerto sobre la cama de una de las múltiples habitaciones del burdel de su Madame. Madame se molestaría mucho, pero ella estaba más molesta que cualquiera en es burdel. Le cansaba ser una prostituta, le cansaba que los hombres desconocidos le tocaran, le molestaba depender de la prostituta mayor y odiaba seguir viviendo. No tenía muchas esperanzas de seguir viviendo y menos después de haber matado al alcalde, pero no le importaba, no le importaba que le amarraran en la mitad del pueblo y le quemaran, o le ahogaran o lo que fuera puesto que había esperado tantas veces morir que ya igual le daba. Sin embargo, no contó con tanta suerte pues le echaron la culpa a otra de ellas y a quien mataron fue a la otra. Ahora cargaba con la culpa de la muerte de dos personas y con lo demás que le atormentaba.
En una noche, después de terminar con lo típico, en una de sus noches de insomnio y tristeza se apagó la luz de su habitación y la cubrió un halo helado haciéndole tiritar por unos cuantos segundos y erizándole la piel. Su puerta se abrió y de ella se proyectó una sombra negra que entró a su habitación mientras ella observaba atónita la escena.
La sombra se sentó en su cama y le habló. Ella impresionada sólo podía observarle sin parpadear, era un hombre. El hombre le dijo que era un mago oscuro y que podría conceder cualquier deseo que ella deseara pero que cualquier deseo que ella pidiera iba a tener una consecuencia y que debía atenerse a ello. Ella ingenua y con deseos de cambiar su vida vendió su alma a cambio de un poco de felicidad la cual le fue concedida.

Se preguntará usted por qué le cuento esta historia, muy bien, seré concisa, esa mujer de la que he hablado todo el tiempo soy yo. He sido yo la mujer que ha sobrevivido después de tantas cosas, y aquí comienza el juego. ¿Quiere saber usted de que se trata? Supongo que después de la historia usted ya me habrá vuelto real, me puede ver como desea, y ese es el primer paso que quería que diera, ahora sigue la siguiente parte del juego y espero que quede muy clara para usted puesto que no pienso repetir ninguna de las instrucciones.
¿Quiere usted continuar?
Acérquese a mí y que comience el juego...