martes, 25 de agosto de 2009

+Aléatoire+

Hoy no es lo mismo de siempre, hoy no es el mismo balde de ilusiones derramándose lentamente por su piel mientras quema. Hoy no es lo mismo, hoy simplemente es algo diferente, e incluso, posiblemente real, aunque no sé si la realidad exista.
No sabría como describirlo, no sé si podría decir que es lo más hermoso que me ha pasado en años, no sé si puedo llamarle sueño, o como mencioné anteriormente, realidad. Llamémoslo entonces una "realidad implícita", una realidad que me envuelve pero que a la vez no me hace nadie.
Bajo la espesura de las nubes cenizas que envuelven aquél cielo semi-nocturno del crepúsculo, me hallo escuchando aquellos sonidos, y recuerdo exactamente aquella vivencia hermosa la cual jamás tuve y en la cual me hubiese gustado quedarme por más tiempo.
Soy un ser andariego, sin rumbo, sin miedo de perderse y de no ser encontrado. Para ser sincera, he estado perdida desde hace mucho y no soy de esas que cree en los cuentos de hadas, ni en historietas de superhéroes. No soy de esas, creo que nunca lo seré, aunque la verdad, debo aceptar que siempre me he considerado parte de una historia, parte de mi propia historia que aún no se si soy yo quien la escribe (...) Aún no sé si hago parte del juego o simplemente soy dueña de “mi propio” juego de personajes irreales, pero que amo hacer reales. De aquél juego que desde hace tanto tiempo se ha salido de mis manos.

+Secret Asylum+

Corren, se hacen vanas, deseosas y hasta extrañas. Me gritan, me llaman, me doblegan y ultrajan mi alma y todo lo que me rodea. Me observan con delicadeza y con mucho sigilo, me siguen, me raptan sin que yo lo sepa, me vigilan, me temen, pero no se van, sólo pueden seguirme, sólo pueden conducir aquél carrusel. Aquél que no me deja salir y el cual de niña siempre me llevaba a un caos brutal mientras en las noches no dejaba de pensar una y otra vez en aquella niña, aquella con aquél globo, aquella que se sostenía sobre las puntas de sus pies y me miraba con tal delicadeza, con tal seriedad que llegaba a asustarme, y que cuando el carrusel se detenía, simplemente ya se había ido, sin más, sólo desaparecía.
Ella, con su vestidito azul cielo, ella con el globo rojo que combinaba perfectamente con sus mejillitas y con sus grandes ojos cafés, que en contraste con aquella piel blanca, le hacía ver hermosa, pero a la vez misteriosa (...) Parecía una muñeca con aquellos rizos castaños divididos en dos colas de caballo laterales, y aquella boca pequeña acompañada de esa diminuta nariz le hacía ver como una porcelana, una hermosa porcelana frágil y llena de miedo. Tanto miedo, que en sus ojos se veía reflejado, se veía reflejado en la opacidad de su mirada penetrante... Esa mirada que hasta el día de hoy no he podido olvidar.

Camina, no se detiene, camina sin rumbo, camina sin miedo, sólo camina, camina por los senderos, por aquellos campos cubiertos por nubes cenizas, por aquellos campos verdes. Camina hasta que se adentra allí, en aquél lugar desconocido, en aquél fascinante lugar que por casualidad descubrió. Aquél lugar que le hace soñar, cerrar los ojos, inhalar una y otra vez. Suspira, analiza, da vueltas y al fin se centra allí.
La carrilera del tren, desierta al igual que aquél lugar donde se encuentra; Tan desierta como su alma, como sus esperanzas. Sin embargo, hay algo allí que la hace sentirse tranquila, llena, egoísta. Allí está y no lo desea compartir con nadie.
...Un ensueño...

(Susurros)
-¿Quién soy? Es algo que muchas veces me he preguntado. Sin embargo, no hay respuesta. Seré invisible hasta que yo desee que los otros me vean. Me esconderé acá, pues estoy segura tras los gruesos troncos de los árboles.

(Hablado)
-Allí el sendero, aquí estoy yo con mis palabras rotas, con aquellas palabras que a nadie importan, aquellas que caen al piso en aquél otoño y que luego se hielan con la nieve. Aquellas que jamás serán desenterradas puesto que se derretirán lentamente mientras la nieve se las lleva en un comienzo primaveral.

-¿Y qué me hace pensar que estoy sola? ¿Qué me hace pensar que no hay alguien más observándome? ¿Qué me hace pensar que puedo estar sola y ser dueña del lugar donde mi inspiración recorre mi cuerpo suavemente? Un sendero, las ramas, sueños, un monólogo.

-Qué hermoso tronco donde ella se sienta, qué hermoso tronco rizado, por donde se deslizan las hormigas. Aquél tronco desde donde la veo sentada.

(Aspira su cigarrillo y ve como se disuelve el humo en el viento mientras piensa, imagina y se esconde)

-¿Qué soy? ¿Quién soy? Simplemente estoy sola, no quiero que nadie me vea puesto que no soy importante, y como no quiero que nadie me vea entonces nadie me verá, porque sólo se ve lo importante, no lo que yo deseo que vean...
(...)

-Es hora de partir, quizá si arrojo esto prendido haga un incendio forestal. ¿Qué hay más allá del sendero? ¿Adónde lleva la carrilera? De seguro he pasado mil veces por acá dentro del tren mientras veo el paisaje y recuerdo, recuerdo tantas cosas...

-¿Qué hora es? ¡Caray! Son las 11:10 debo ir a esperar el bus. De nuevo se ha hecho tarde. Debería volver a la realidad, pero de algo estoy segura, y es que a este lugar he de volver sea como sea...

(Ella ama el crujir de las primeras hojas secas de otoño sobre el suelo, así que mientras se aleja, va pisando una a una suavemente mientras estas crujen con algunas otras crujientes sobras naturales que se encuentran sobre el suelo amarillento de otoño que desprende la increíble fauna de aquél bosque)

Despierta Adeline, despierta.

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