lunes, 24 de enero de 2011

+Fallece+

Le pregunté a qué le supo el último cigarro y no supo responder, tampoco supo mirarme y no quiso pronunciar una sola palabra. Seguramente le supo bien amargo. Como noción se desvaneció lo coherente y lo real y volvió a ese estado ilusorio del cual quiso escapar; encontró un sendero y luego cayó de rodillas contra la bazofia.
Adaptó sus miradas y la forma de escuchar la música a su antojo, no quiso dejarse llevar por lo efímero pero sí se forzó a algo que sabía que no le convenía. Divisó sus pasos a lo lejos, aquél oasis que pintaba ser el paraíso terminó por ser un desierto árido y sofocante. El agua no le da de beber a todos los sedientos y fácilmente al sofocar sus pasos con la arena cálida vio que en el horizonte se realzaba un sol abrasador que terminó por derrumbarle.
En medio del desdeño se encontró buscando el paraíso, se mojó las manos con lo inexistente y trató de corroborar que su cuerpo no se estuviese derritiendo aunque se dio cuenta que por más que el sol le quemase por dentro se congelaba su alma. Se mojó los labios con su propia saliva, intentó presumir que llegaría pronto a su destino cuando ya bien sabía que había atravesado las barreras y ya no había camino de regreso puesto que cerró las puertas que desde hace mucho le esperaban abiertas. Quiso comenzar de nuevo pero su cobardía no le dejó avanzar y se cortó con el deseo, con las ganas.
Sus pensamientos fueron pura poesía, de esa que se aprende pero se olvida y ni se diga de las palabras, aquellas que desearon convencer oídos desconfiados y que de cierta manera tocaron con profundidad en las puertas de lo ajeno. Qué infortunio para aquél que confía y que bueno resulta fascinar con lo efímero.
Le preguntó al olvido la mejor manera de olvidar y no recordó que el olvido es engañoso, se le olvidó que no debía confiar en aquellos que más interesados se encontraban, se le olvidó saber quién es y por ende pasó por encima de su cautela, fue débil, frágil, triste e infeliz aún cuando consideraba que eso era lo que más anhelaba. Se vio manchada por aires de indecisión, se quebró y de repente le repetía lo mismo que alguna vez supe escuchar atentamente, parecía un monólogo que hubiese escrito años atrás y que sacaba del cajón cada vez que deseaba sorprender. Pareciese que supiera cada respuesta que vendría a continuación y parecía que tuviese la respuesta adecuada para cada uno de los interrogantes que cada una de las otras cuantas le pudo preguntar. ¿Acaso todas son tan similares?
La orfandad que le causaba esa soledad a la que nunca pudo apegarse del todo fue aquella que de repente le arrebató las alas, no era capaz de vivir por si sola, era infeliz, insaciable, inestable, insoportable y todas aquellas cosas que podrían comenzar con "in." No era necesaria tanta palabrería, en realidad no era necesario saciarse de lo insaciable, no era necesario caer en la bajeza para repercutir en lo frívolo, no es real, jamás lo fue, jamás lo sería, siempre sería tan real como la lealtad que sus palabras prometieron a otras cuantas fervores ilusas llevadas por el sentimiento de engaño que todo aquello proporciona.
Fabuloso, es simplemente increíble como de uno se pasa a dos, y luego a tres, a cuatro, a cinco y a seis de la misma manera en la que se posó en el uno, que si bien es cierto trae de cola una innumerable lista de números irreales que simplemente hacen parte de la cuenta regresiva y progresiva de la que se es parte. Nada más que decir, poco menos por qué suspirar... fin. Conciencia tranquila, mente sana y.

jueves, 20 de enero de 2011

+Piezas+

Ella sólo intentaba escapar de la realidad, del pasado. ¿A quién engaña? Se enganchó en el peor de los negocios, evadió durante mucho la música, las palabras, los sentimientos y el día que decidió revivir aquello una vez más se ha desplomado. ¿Lágrimas? Suficientes, pero por a mañana con el rocío decidieron mezclarse unas cuantas. A ella le gusta torturarse levemente, a ella le gusta perder el control, joderse y cuando ya todo está hecho mierda levantarse para reconstruir todo aquello que rompió en fragmentos.

miércoles, 19 de enero de 2011

+Extravagante magia+

En sus ojos vi la extravagancia, vi la suavidad, la pasión y la originalidad. Vi brillo y quise envolverme en sus brazos por un buen rato. Después de varios minutos me concentré en sus labios, en sus pecas, en sus manos delicadas y luego volví a postrarme en su boca, en sus sonrisa, en sus palabras que no pude escuchar. Quizás fuera la sonrisa más hermosa que hubiese visto en toda mi existencia y no exagero al decir que mis minutos fueron horas en cuanto a experiencias porque hubiese amado quedarme postrada bajo esa mirada unos cuantos meses, algunos años quizás, o probablemente mi vida entera.
Fui tan débil que ni siquiera un "hola" pude pronunciar porque supe inmediatamente que se quebraría mi voz, que se quebrantarían mis palabras, supe que era el amor de mi vida desde que la vi pero que la quise perder en seguida. Supo sonreír, supo cautivarme, envolverme en sus ojos soñadores y llenos de vida, en su vida tan suya, tan vivida y tan apresurada como los pocos segundos que la tuve cerca y pude imaginarme una vida junto a ella. Supe imaginar con los ojos abiertos cómo sería su voz, el olor de su pelo, el aliento que sería capaz de darme mientras me desvanecía. Con curiosidad y algo de vergüenza me imaginé sus labios sobre los míos, sus ojos cerrándose depronto sin más al decirme al oído "tranquila, todo estará bien."
Quizás me arrepienta, quizás me aliente diciéndome a mi misma que le volveré a ver en algún momento así sepa que probablemente jamás sucederá, quizás me siento un poco bien porque sé que con tan sólo un "hola" me hubiese hecho vulnerable ante ella, me hubiese desmoronado sin argumentos y me hubiese tomado un par de segundos respirar de nuevo y recobrar la conciencia.
Me escondí entonces tras mi vulnerabilidad, quise perderla así no la hubiese tenido, así hubiese postrado sus ojos sobre los míos y hubiese querido ese "hola" que yo anhelé tanto mientras detallaba cada ínfimo detalle en su cara, mientras posaba mi mirada en sus manos delicadas y suaves. Me sumergí en ese momento de torpeza, de ternura, jamás me había sentido tan pequeña a los ojos de algo que para mi parecía gigante, que me hacía sentir una mancha más en este mundo de iguales.
Imaginé su nombre, imaginé su imagen incluso teniéndola en frente mío, comencé a extrañarla sin siquiera haber cruzado una palabra con ella, pero si bien es cierto su mirada me dijo todo aquello que quise escuchar sin premeditarlo, quizás eso fue aquello que me cautivó, quizás por eso temí que entrase en mi vida y dejase una marca indeleble que luego desease borrar de mi vida así como las otras cuantas que me mancharon el alma con tintas de odio y fragilidad. ¿Cómo aprender de los errores si siempre termino por recaer en los mismos?
¿Sería ella? ¿Será otra? ¿No sería nadie? Preferí callar y obligarme a dejar la intriga sembrada en mí, preferí callar y no dejar que esa sonrisa fuese el motivo de mi amor sembrado nuevamente en ilusiones falsas; aunque ¿a quién engaño? Bastaron un par de segundos para verle y sentirme enamorada de la imagen de una mujer que no conocía, de la que ni siquiera supe el nombre y que me impregnó con su esencia, con su ternura, con su extravagancia. Quizás ese fue nuestro ahora y nuestro hasta nunca y me pregunto si para ella tuvo la misma importancia que tuvo para mí la mirada sencilla imprenta en las puertas de mi esencia. Efímero, tangible pero irreal, finalmente no fue más que eso, no fue más que nada.
Fascinante encuentro, fascinante sensación, probablemente dejé ir una oportunidad efímera que pudo haber sido algo mucho más allá que efímero, que probablemente pudo ser tan especial como la afinidad de una tenue mirada llena de brillitos ingenuos, como la infantilidad de los besos irreales que imaginé, de la voz que probablemente no tiene y de los miles de nombres que pude imaginar para denominarla, aunque para mí sólo pudiese resumirse a una palabra, magia.
Ahora me resigno al olvido, probablemente patético y contradictorio pues bien creo que el amor a primera vista no existe, pero me ha puesto a dudar, me ha dejado la intriga de si quizás en algún momento pueda encontrarla de nuevo y seré capaz de romper las barreras y tragarme mis palabras repetitivas acerca de jamás volverme a enamorar. ¿Será ella? ¿Seré yo? Probablemente jamás lo sepa, quizás la encuentre un día donde ya sea más que tarde, quizás, quizás... quizás lo cierto sea que no existe y que fue producto de mi imaginación; es ella, no es nadie finamente, al menos no ahora y probablemente nunca lo sea.

domingo, 2 de enero de 2011

+Infame+

No entiendo aquél sentimiento que genera su mirada posada en el silencio y en el vacío. No encuentro el secreto que allí se halla y tampoco hallo sentido a esas palabritas que de repente forjan algo pero que luego se quebrantan con la voz. No entiendo la musicalidad de sus ojos ni el vaivén de sus manos, ni las cancioncitas que me grita el andar de su corazón con varios miedos de por medio.
Aquellas ilusiones que van y vienen, aquél viento suave y enérgico que se respira en cuanto a cada pequeñez que se halla tomada de su mano; eso tan poco claro es aquello que muchas veces me hace temblar, aquello que muchas veces deja mi mente en blanco y deja mi mirada perdida en la integridad de aquello que no conozco.
No me sobran los días ni las noches, tampoco las canciones ni mucho menos el pensamiento. Recorro las vías de mi mente una tras otra tratando de inundar de inspiración mi mente ya que es opio de mi cuerpo, trato de dejar que mi mente se oxigene, trato de pensar en lo que realmente no me interesa y me intereso por aquello que realmente no requiere un interés especial. Me veo en el espejo reflejada con mi cara mojada, por el rocío que adquiero después de tomar un baño, me centro en mi realidad, en la igualdad que no existe, en el balance "perfecto" y en la parcialidad que en verdad a mi parecer no existe porque siempre algo termina por manchar las sábanas blancas donde me refugio inevitablemente.
Es interminable, cavando espacios pequeños, cavando bajo la tierra, bajo los recuerdos, bajo el efímero perfume de la desidia, imaginándome a mi misma perdida en los reflejos, en las sombras, en los ojos esclarecidos, en aquellos ojos que son duales, en aquellos estados de ánimo que a veces queman, algunos otros que fastidian, ante todo ese sentimiento de inconformidad pero la lucha por no ser conforme.
Desmiento mis palabras entonces, desmiento lo que digo tan sólo por respirar un poco de paz, de aire fugaz. Las paredes blancas se manchan de aquél veneno letal, de aquél insomnio e intento sentirme bien como si esa fuera la medicina, pero es claro que al lamer las paredes simplemente me estoy envenenando un poco más, cada toque de aquella sustancia es aquél que corre por mis venas y que llena tanto como llena el vacío. Y entonces las páginas blancas, las letras nunca escritas, los días de verano donde el calor sometía cualquier objeto que llevase a su paso como lo hace el invierno al helar cada día un poco más, al congelar cada rama, las historias por contar se quedaron sin palabras, ahora sólo lamentan haber revocado cada una de sus palabras, cada ensayo fallido y cada canción que nadie pudo entender ni tocar, cada gota de flagelo.
Cada acción refuta con indecisión, con paraísos inalcanzables, con infinidades de preguntas sin respuesta y ese hielo raspa cada lazo indeleble con firmamentos desconocidos, con el verde sabor que tiene el prado recién cortado. Aflicciones que invitan a una copa de vino varias veces y que terminan por salir a flote en manojos intensos de impulsos desesperados por alcanzar la realidad embrutecida por los sentimientos que a veces le ganan a la lógica. Autoengaño, eso es. Para algunos el refugio, para otros la salida.
¿Y qué si va más allá? ¿Qué si se ha tropezado con uno por simple casualidad? Si va más allá lastima, si se queda en "aquello" también porque se ha tomado la distancia suficiente para sacarlo a relucir. Arduas noches desveladas por la incapacidad, por la falta de carácter y una invasión fortísima de impunidad. Un incremento de delirio con otro poco de fragilidad aumentada, pero aún así no hay motivo para dejar de sonreír. No quisiese dejar de lado que más allá de una gran vuelta hay infinidad de dulzura que envuelve el panorama. De repente es que no hay nada que sea del todo malo ni del todo bueno, probablemente se ve lo que se proyecta de mayor manera dentro de un cuerpo inútil a los ojos de quien habita allí, pero creo que no es suficiente, no vasta con eso.
Frígido panorama aquél que no quiere cambiar, aquél que desea que sus árboles se marchiten y dejen de lado el ínfimo centímetro que crece a lo lejos sobre las ramas, sobre los pastizales que muchas veces refugian más secretos que los mismos ojos de los que hablé anteriormente. Es que bien es cierto que no hay un fin concreto, todo se da por los bordecitos y hay quienes no son capaces de aislarse del todo de aquellos fluidos reinos de íntimos regalos ni del agua que corre por los ríos. No es más que eso, no es más que un camino lleno de altibajos que le roba suspiros a muchos, no es más que un tema, uno de tantos, uno que facilita un poco más la expresión, la inquietud y el cuestionamiento interior.
Fácil para aquellos que auguran pesimismo y negatividad, fácil salir saltando y construir puentes para sobrepasar los límites al borde, ya cuando se está cerca darse por vencido es riguroso, tenaz.
Adiós, adiós, adiós. Adiós una vez más a un ciclo y al comienzo de otro. Como llegó se irá, y con él los sueños, los aprendizajes y el gradual modo de obtener triunfos a partir de golpes bien dados. Adiós.