jueves, 22 de abril de 2010

+Mentes de plástico+

Siempre supe que no pertenecí nunca a ese lugar. Un salón de té lleno de falsedad e hipocresía no es, no fue, ni será el lugar adecuado para mi.
Tantas palabras vacías rodeadas de cerebros vacíos y elitistas. Tantas sonrisas ridículas y adulaciones que sólo ellos podrían creerse mientras piensan todo lo contrario... definitivamente no es lo que espero. ¿Ahí que papel podría jugar yo? ¿Qué tanto podría aportar a una conversación donde sólo se habla de ropa, cremas, marcas costosas y ridiculeces momentáneas poco profundas?
Debo admitir que prefiero vivir en mi realidad, así duela. Al menos en mi realidad vivo y respiro sin estar pensando cuantas arrugas me van a salir cada vez que sonrío, y qué pensarán de mi ropa como si fuese una competencia por ser el mejor maniquí dentro de un salón de té que huele a egocentrismo.
Todos hablan de dinero, de negocios y es una competencia de géneros brutal. A quien más respetan es al más petulante, sabiendo que es poco el talento que los caracteriza. Miran con la nariz hacia arriba y por encima del hombro, como si uno ni estuviese a la altura de quienes también desean tomar un café. ¿Por qué no dejar tirado el Capuccino y salir corriendo mientras escupo el piso casi perfecto del lugar? ¿Por que no decirles lo que se pienso de sus respingadas narices operadas? Sí, sé que eso me hace casi tan hipócrita como ellos, pero realmente familia es familia, y por respeto es que debo aguantar unos cuantos minutos rodeada de un mundo de mentiras al que jamás he pertenecido.
Me alegra saber que aunque pude ser como ellos, no lo soy. Me alegra saber en verdad, que la educación que recibí, no me hace ser una hija de puta materialista como todos ellos que andan en sus autos convertibles que por supuesto, valen mucho más que su dignidad y orgullo.
18:30 se acaba mi calvario y puedo irme tranquila en un bus a mi hogar, sin manchar mi nombre. Ojalá que en mucho tiempo no me toque untarme de nuevo de sus pieles plásticas transformadas por cirugías, ni de sus palabras redundantes y vacías.

jueves, 15 de abril de 2010

+Rocío y unas copas más+

Amanece, todo parece estar medianamente bien. El sol se asoma por entre las montañas y el rocío cubre los ventanales y las hermosas flores que se encuentran en el exterior.
Una mañana medianamente normal, una café, o quizá dos, depende del frío que haga. Un escenario patético lleno de una mínima musicalidad empalagosa que no ayuda al deseo de salir corriendo rápido por entre los árboles que enmarcan un bosque, el cual la hace sentirse vacía pero inmensamente llena de regocijo. Sólo desea correr y que el aire le golpee los poros sin compasión, que le revuelva los cabellos y la deje sentirse parte de tan hermosa naturaleza una vez más. Lejos de tanto trabajo, de tantos miedos, del frío interior que le corroe lentamente.
La soledad le incita a tararear canciones varias que hace mucho no escucha y las cuales quiere escuchar y que desafortunadamente no puede puesto que quemó todos los discos de acetato que le traían los recuerdos. Olvido bien el sonido de la música y sus frecuencias, olvidó las noches aquellas de su juventud donde solía ir a deleitar a su público con tan hermosa voz, cantando con aquella banda de Jazz que tanta felicidad le obsequió.
Una noche estrellada sobre París,varios recuerdos pero nada muy profundo, todo se volvió muy superficial a medida que fue pasando el tiempo. No se arrepentía de nada, pero prefería no volver a sus hermosos años de belleza, en los que se exhibía ante multitudes varias sobre un piano negro de cola. Eliminó de su vida todo aquello que pudiese recordarle cuan feliz había sido.
Una noche de aquellas estrelladas donde sólo el alcohol pudo acompañarle, deseó entonces escudriñar dentro de todas sus pertenencias y rescatar las pocas memorias que decidió guardad para siempre, supuestamente. Un trago hondo, un segundo trago un poco más pando, abrió la cajita musical llena de pequeñas fotografías. En su rostro se desató un destello único que cualquiera hubiese notado excepto ella; sus ojos se sumergieron en millones de palabras no dichas y en recuerdos enterrados; por primera vez en muchos años en su soledad lloró. Recordó entonces lo que era sentir sin dejar que la vida le pasara por encima como pasó años atrás. Se denominaba nostalgia a tan hermosa masa de sentimientos encontrados y fue allí cuando recobró la esperanza y tomó valor para no dejar que sus arrugas escondieran la belleza que le irradiaba. De nuevo se sintió humana, se sintió ella misma.