miércoles, 25 de junio de 2008

Sábanas blancas

Es un simple estado de inconsciencia donde no es normal darse cuenta de todos los temores que la arrinconan. Se pregunta dónde está pero no hay una voz que llene ese vacío diciéndole dónde se encuentra.
Existen muchas hipótesis, muchas teorías pero realmente cuando no se es coherente ninguna funciona. ¿Alguna vez han intentado pensar en algo razonable mientras pasan por un estado de tristeza y depresión? ¿Acaso se es lógico cuando están escritas las catástrofes?
Hay que darse cuenta a diario de la vida, de lo paranormal y de lo normal que es común en la gente como nosotros...
Si un día deciden analizar la especie humana se divertirán porque realmente hay algunos que nos pasamos de patéticos con nuestros comentarios sueltos en la mitad de una conversación llena de paradojas que se convierten en una frívola realidad caracterizada principalmente por lo actos de estupidez que nos confunden.
Se es coherente cuando la mente se abre y cuando las ideas de otros entran en nuestra cabeza comiendo nuestro cerebro... Llega la duda y es cuando una nueva hipótesis entra a rodar en nuestra mente olvidando lo que fuimos y como empezamos en este mundo realmente.
Si bien es cierto, siempre estamos cambiando, nunca somos los mismos y no nos vemos igual, y aún así qué coños importa con tal de pasarla bien... (Eso dicen algunos)
Me gusta cuestionar como muchos se habrán dado cuenta por mis anteriores escritos... Me gusta cuestionarme a mi misma, a ellos, y a la nada en sí...
¿Qué va más allá de un par de letras o palabras?


Me levanto esta mañana con su nombre impregnado en el alma tratando de recordar que había pasado la noche anterior. Debo decir que me causa una satisfacción impresionante sentir su aroma casi que tatuado en mis muñecas.
¿Acaso estoy viviendo en un sueño? Mis palabras se apoderan de mí y jamás he entendido como funciona esto...
Quizá esté ahí vislumbrando mi existencia o simplemente me aterroriza pensar quizá que me encontraré sola el resto de mi vida... ¿Jamás han sentido ganas de amanecer al lado de otra persona? Aquel sueño que comparten muchos como lo plantea un sueño americano; pétalos de rosa rojos alrededor de una cama con sábanas blancas y un hermoso sol entrando por las ventanas de una habitación amplia... Un desayuno con jugo de naranja, tostadas, frutas y quizá un huevo impregnado con el olor de la mañana... Sábanas blancas que lucen tan suaves como un poco de algodón recién sacado de la bolsa. Tan puro, blanco y virginal... Y así lucen las sábanas blancas una y otra vez...
Es curioso que no piense así pues no deseo amanecer en una cómoda cama con sábanas blancas, rodeada de luz y con alguien a mi lado. Si sueño no es tan americano ni tan blanco como las blancas sábanas de las que he venido hablando. Por cierto, ¿ya nombré unas sábanas blancas?
Mi sueño no es ni parecido a aquello con lo que sueñan muchos. No sueño tampoco con una exquisita noche de bodas ni con embriagarme de amor en la noche.
Mi sueño es tan diferente a ello que quizá no sea ni un sueño, ni una realidad.
¿Alguna vez han sabido de alguien que no desee compartir su vida con nadie? Quizá mi sueño más grande es amanecer sola en una cama, en una habitación oscura esperando a que mi gato me levante con un par de lambidas en los tobillos. Soledad absoluta en un lugar lejos de aquí. Sin compartir nada más que un hermoso espacio con un hermoso gato o quizá dos. Una copa de vino en la noche junto a una chimenea y, ¿por qué no? un par de malvaviscos endulzando la noche mientras me embriago de tristeza o quizá de mucha ilusión...
Si bien es cierto siempre he sido romántica, excesivamente romántica pero a mi dulce manera de serlo, aunque cansa si digo la verdad. ¿De qué sirve ser dulcemente romántico si el único que está dispuesto a escucharlo es el papel, y por simple obligación?
No llena suficientemente mis expectativas y por eso deseo vivir sola por el resto de mi vida. Tal y como llegué aquí.
A veces desearía tener todo lo que alguien busca, pero sinceramente no entiendo qué tan insípida es mi alma que a nadie le interesa para algo más que pisotear como cualquier basura que se atraviesa en el camino...
Aún así, no aspiro ni espero nada. Mis pensamientos se encuentran ocultos en mi mente y saco todo lo que me hace daño no decir por simple y física educación conmigo misma. De vez en cuando es bueno vomitar todo aquello que nos tortura y nos atormenta.
Es cierto que la soledad es algo a lo que la mayoría de los seres humanos le teme, pero es simplemente mito que quién no se casa es aquel que es "solterón". Pues a mí entonces que me cataloguen como una de ellas pues no tengo el más mínimo interés de unir mi vida con alguien hasta el punto de compartir unas suaves y delicadas sábanas blancas.
Y otra vez mis sábanas blancas...Aunque no luzcan como las de los comerciales que pasan por televisión.
Tal vez por puro repelo en contra de lo que plantea este mundo de tristes mentiras, mi cama debe tener sábanos oscuras y nada de pequeños pétalos. Y eso sí, en vez de sol, lámpara y en vez de desayuno, despertador y gato. Por cierto, ¿ya les nombré las sábanas blancas?
Pueden imaginar muchas cosas, juzgarme y catalogarme de lo que quieran, que realmente me tiene sin mayor cuidado... Jamás nadie me ha conocido ni me ha entendido por lo cual deben saber que no espero que ustedes lo hagan. De hecho aún no entiendo el motivo por el que siguen leyendo mis pensamientos si los debo tener aburridos con tanta basura... Aún así para aquellos que sigan debo decir que independientemente de no importarme la mayoría de sus opiniones, agradezco por tomarse la molestia de leer este texto así sea bajo las sábanas blancas.

(Sabanas blancas...)
(...)

Sueño...
¿Es acaso coherencia?

domingo, 15 de junio de 2008

Para Madeleine

Para Madeleine:

Un fría y oscura noche de invierno. Mis pies helándose en la mitad de este abrumador viento llevado como el canto de las sirenas en medio de un mar de lágrimas tan profundo como el azul de sus tristes ojos.
Me encuentro aquí sin saber por que lo hago. Despojando palabras que se convierten en canciones bajo el firmamento más profundo y oscuro que he visto en años.
Sólo puedo ver la luna alumbrar mi rostro mientras intento encontrar al menos la primera estrella de mi absurda noche de existencia.
Los relámpagos se escuchan a lo lejos, y la verdad es que no sé realmente donde me encuentro pues no me interesa nada más que saber que está bien...
Hace varias noches que no sé nada de mí mismo ni tengo noticias de ella. Se me está congelando el alma poco a poco al tiempo que mis pies entran en estado de hipotermia absurda.
El olor de los olmos penetra por entre mis fosas nasales haciendo que recuerde un olor particular que sólo pude encontrar en ella y que me llevó a la muerte.
Podría decirse que estoy en un paraíso pero que a este paraíso sólo le hace falta la presencia de la perfección. Le hace falta su presencia, su olor a olmos, su única fragancia...
¿Será un castigo? Pero si ella fue quien arrebató mi vida... O al menos eso es lo que creo.
Todo radica en mi maldito problema, pues si no fuera por mi obsesión nada de esto hubiera sucedido, y ahora que me doy cuenta que estoy muerto se que nada queda por hacer aparte de esperar a que llegue (si es que llega) para que me salve la vida. O bueno lo que queda de mi alma destrozada por ella.
Paso del amor más innato al odio más radical en lo que a mi concierne. No me es fácil aceptar que la perfección no soy yo, sino que es ella.
Mi obsesión por ella y por la perfección son muy grandes que me hacen discutir, pues la envidia que se tiene mi ambición con el amor que siento hacia ella me hace dudar de lo que realmente debo sentir. Quizá esa es la razón de mi odio efímero hacia ella y del amor más profundo que haya sentido por ella que hasta se convierte en obsesión.
Es una guerra de obsesiones con la perfección y me molesta demasiado el saber que ella logra lo que yo no, y me molesta aún más que logra incluso superar cualquier intento de perfección al que quiero llegar.
Entonces ahí radica mi pregunta, ¿acaso fue mi muerte por orgullo o por amor?
Es increíble como la ambición que me caracteriza puede llegar tan lejos que no sé si estoy muerto o si la que murió fue ella...
De nuevo me encuentro bajo el oscuro y profundo firmamento que está siendo tapado ya por unas cuantas nubes tenebrosas que me van absorbiendo lentamente haciendo así que me funda en ellas. Haciendo que pierda el control de mí mismo y me sienta como si fuera una de ellas y que puedo flotar por ahí sin ninguna razón.
¿Qué has hecho conmigo Madeleine? Te has robado mis pensamientos y ahora me encuentro en ausencia sin ti, me encuentro en mi sueño más anhelado pero sin ti. La muerte. Mi muerte contigo era mi sueño más anhelado y ya no estás aquí, ya no te tengo en mis brazos, ya no puedo besar tu delicado cuello de terciopelo, ya no puedo acariciar tu hermoso cabello rojo cayendo por tus hombros haciéndome el hombre más feliz del planeta. ¿Qué has hecho conmigo? ¡Contesta Madeleine!
¿Dónde estás ahora? ¿Por qué me abandonas?
Por eso te odio Madeleine, por eso odio que estés en mí, que sin ti no existe la perfección en mí, que sin ti no puedo entonces tener el más hermoso olor de los olmos cerca a mí, sin ti mis palabras se hielan, se van con el viento, con la niebla y quedo acá escuchando el eco de mis palabras... Por eso te detesto, por eso odio haberte conocido, por eso detesto el haber probado el sabor de tus rojos labios que contrastaban con tu pálida piel llevándome a la locura inaudita que me causa el hecho de saber que te amo cada minuto que pasa un poco más.
Te amo como a nada en este mundo, te amo como a la perfección que deseo tener pero que me robas en cada respiro, en cada beso.
¿Qué has hecho conmigo Madeleine?
Quizá por mi absurda rabia cometí el peor error de mi vida... Quitarle la vida a la mujer que amo no es precisamente lo que un verdadero amante haría, pero mi ambición por la perfección no me dejó otra alternativa.
Espero que me puedas perdonar Madeleine, pues sé que entenderás que si no lo hacía no iba a poder amarte como siempre lo quise. Te prefiero muerta que en los brazos de otro hombre, y aunque no tuve las pruebas suficiente para hacer lo que hice, sé que fue lo mejor para los dos...
Al leer esta carta se que te darás cuenta de cuanto te amo y de por qué justifico mis actos aunque no debería...
Entiende que te odio pero que a la vez puedo amarte tanto que no me queden más ganas de vivir como en este momento. Entiende que la única manera de estar juntos es esta y que la eternidad será entonces nuestro último destino, el último pero el que no nos separará...
No soporté verte tan alegre después de haber llegado de allí, así que cuando te vi tocando el violín enfurecí tanto que tuve que cortarle las cuerdas a este y disponer de ellas para un uso que no era realmente preciso para las finas cuerdas de un violín.
Lentamente cortar tus delicadas muñecas con estas fue un placer para mí, pues pude untarme de tu sangre y sentir que eras tan humana como yo y que tal perfección sólo era producto de mi imaginación. Entonces fue allí cuando me enfurecí más, pues me di cuenta que como no eras perfecta todo este tiempo había estado torturándome con algo que realmente no valió la pena, y fue allí cuando di mi toque final a mi hermosa obra maestra. Después de besar tu cuello y de acariciarlo con la última cuerda que quedaba limpia, hice un pequeño corte hasta hacer que emitieras el sonido más suave y precioso que jamás escuché de ti. Al escuchar esto la ternura invadió mi corazón y termine por cortar tu cuello con tanta suavidad que no hubo necesidad de diez minutos para tener tu muerte entre mis manos...
¿Ahora entiendes mis motivos? ¿Ahora si comprendes por qué hice lo que hice?
Espero entiendas, pues moriste por amor Madeleine. Por nada más que el amor de un amante empedernido que te amó hasta arrebatarte la vida y llevarse la con él...
Te amo querida Madeleine, te amo más de lo que la muerte se puede llevar. Te amo sin fronteras, te amo sin límites...
Te odio como a nada, te detesto como a mi misma vida por arrebatarme lo que más amaba. A ti, Madeleine. ¿Por qué te dejaste llevar? Te odio por haber sido tan egoísta y no haber pensado en mí a la hora de morir.
¿Te podré perdonar?
Uh, buenas noches al firmamento y que me lleve la niebla que me trajo.
Con cariño, Joel.