domingo, 27 de junio de 2010

+Introducción al sosiego+

De nuevo es domingo, de nuevo me acuesto sobre tantos pensamientos y tantos recuerdo y por fin llego hasta este punto, este punto de inspiración que sólo logro alcanzar a tan altas horas de la noche. Después de varios días amargos y llenos de lágrimas, me encuentro concreta ante un panorama gris el cual trato de tornar visible pero que a veces me resulta bastante complejo de describir, e incluso, de interpretar.
Intenté engañarme varias veces pensando que no tardaría mucho tiempo en acabar con esto que me está carcomiendo por dentro. Tardé varios días pensando en cual sería la mejor solución, pero sólo me hice un nudo de pensamientos el cual nadie podría entender y que evidentemente no pretendo que nadie entienda; tanta claridad pero a la vez todo se torna tan difuso...
Tragos amargos, noches de alcohol sin control y noches en vela; noches en vela donde ardían mis ojos desesperadamente clamando por simple calma y menos desespero, y con ellos, mi alma rogando por un poco de orgullo, no tanta humillación ante sí misma que se carcomía lentamente mientas soñaba con un mínimo "te amo" que no volvió a recibir nunca.
Las noches se hacían frías, desesperadas, y me acongojaban en su rocío tan hermosas madrugadas que helaban, pero que tan hermosas se veían. Mañanas llenas de café y olor a desolación que me recordaban a cada rato cuan ridícula era. Sí, en eso precisamente fue que se convirtieron mis mañanas tanto soleadas como nubladas. En eso se convirtieron mis mañanas de este desolado junio tan lleno de cicatrices.
Varias emociones encontradas, un sube y baja de pensamientos y sentimientos que no cesaban. Cuando creí estar en el cielo me tumbaron a la tierra sin control alguno de la caída libre que se aproximaba ante mí, y fue allí cuando caí inconsciente, llena de dolor, de rabia, quizá con algo de amargura pero con satisfacción de permanecer viva.
(...)
Aquí estoy de nuevo, consciente y viva pero llena de dolores, llena de insatisfacibilidad y frustración por no haber podido alcanzar a tocar aquél firmamento que pintaba ser perfecto, no poder alcanzar las estrellas que tan cerca estuve de tocar. ¿Por qué no simplemente dejarme allí? ¿Tan patético es?
Mientras sostenía las ramas de aquél sauce, mi mente no cesaba de imaginar, no dejaba de sostener imágenes carentes de todo, carentes de realidad, tan sólo ilusiones, sueños frustrados, una imaginación que ni yo misma conocía. Pensamientos tan profundos que ni siquiera había llegado a conocer antes de ser quien había sido hasta aquél momento donde caí sin poder volar, porque me arrebataron las alas y tan sólo me dejaron llena de inspiración causada por frustración. Entonces, el viento golpeó mi cara y mi pelo, y así, robándome mis pensamientos, mis sueños, arrastrándolos a donde menos desee que llegaran; ahora se encuentran en sus manos y no hay manera alguna de recuperarlos. ¿Y ahora qué? Ya no sé, ya no quiero saber, ya no intento hacer nada por eso que cayó allí, ya no pienso sumergirme en fuentes de lágrimas una vez más, tratando de no ahogarme por la simple satisfacción de una mente que no recuerda, de una mente que prefirió dejar todo atrás y liberarse de cualquier dolor. Una mente que pretende creer que nada existió, que nada fue real y que es preferible olvidar y "perdonar" aunque no haya que perdonar.
Callo, no puedo articular una sola palabra. Sé que ahora quiero retomar mi vida, y entregarle mis sueños a alguien más, alguien que me ha cautivado y a quien deseo llevar junto a mi, pero que por mi maldita vulnerabilidad no puedo, puesto que los sueños y los sentimientos que pretendo darle se los ha llevado alguien más y creo que tardará algún tiempo recuperar todo aquello que en sus manos se halla.
Pronto será más pronto de lo que me imagino, apresuraré aquello que con tanta sutileza quería tomar. Nadaré lejos, lejos de aquél sauce, lejos de aquella planta que tan hermosa pero tan inalcanzable es.
Correré lejos, llevando mi alma dentro de un cajón donde nadie pueda tocarla de nuevo, besaré tierras santas y me iré lejos, me sumergiré lentamente hasta poder completar las partes que hacen falta de aquél rompecabezas, y por fin volveré a ser libre.
1...2...3...4...5...6...
(...)
Adiós.

domingo, 13 de junio de 2010

+Junio, el eterno retorno+

Quiero el tacto, recordar el sabor de aquellos labios, la simplicidad y la complicidad, quiero revivir y recordar, vivir cada segundo como si fuese el último de mi existencia. Sí, acá me hallo, encontrando las palabras precisas para no hacer de mi mente un caos brutal como lo ha venido siendo últimamente; quiero recordar entonces el tacto de tus huellas acariciando mi piel con suavidad y sin miedo, quiero calmar la sed de tus labios, el dolor que me aflige cada vez que de amar algo se trata porque sólo puedo recordarte a ti.
Quiero liberar mi alma, liberar pasiones, retraerme cuando de dolor se trate, retirarme cuando no haya más que decir y sólo sean tus ojos los que pueda ver, quiero, deseo y anhelo, pero nada está dentro de mi mundo real, no puedo tenerlo en mis manos ni sentirlo, ni palparlo, ni degustarlo con el anhelo con el que lo siento; todo es inexistente, es la vil causa de un recuerdo que arde y vive en mi piel como si aún existiese.
Divago en mis pensamientos dando pasos de gigante a ver si algún día logro olvidarte, a ver si algún día ya no eres tu quien se adueña de cada una de mis sensaciones, no quiero que seas tu quien me lleva en su recuerdo, ni quiero que seas tu quien en mis recuerdos se encuentra. Quiero dormir profundamente a ver si así logro sacarte, a ver si así soy tan fuerte como para poder afrontar mi realidad, la realidad que me golpea cada vez que abro mis ojos y me doy cuenta de que ya no estás a mi lado, de que tu respiración ya no es compartida y que me hace darme cuenta que a veces tu aire me oxigena más que el que me pertenece.
Peleo entre sonrisas, evado preguntas simples, finjo una felicidad inexistente a ver si de una vez por todas me convenzo a mi misma de que ya no estás, no estarás, pero me devuelve a la realidad, me devuelve a mis pensamientos, y vuelvo a ti sin querer pero anhelándolo inconscientemente. ¿Qué es lo que me lleva a ti? Creo que todo, creo que nada. ¿Por qué pertencerte cuando no me perteneces? ¿Por qué amarte si sé que no debo?
Miro la hora, los minutos pasan lento y ni hablar de los segundos que me carcomen sin piedad, ni hablar de cada parpadeo, cada inhalación, cada exhalación; ni hablar de cada bocanada de humo que va acompañada de tu sabor, porque hasta eso me hace recordarte, el sabor a cigarrillo me hace recordarte. Siento y vivo, pero a la vez me hace desvanecer, caer junto a ti pero a tus pies, caer ante el vacío de tu mirada, de tus palabras, donde sólo me ahogo, donde sólo me resisto ante la dulzura, donde mi mente se cobija con sus lamentos y sollozos momentáneos que me da pie para creer que es mi fin.
Deseo que sólo sea un mal sueño, no sabes como sueño, no sabes lo que sueño, pero estás normalmente en ellos, y eres tu quien me busca. ¿No te basta ya con meterte en mi realidad para hacerme irreal? ¿No te basta ya con mis lágrimas? ¿No te basta saber que te amo?
Liberame, házme real, no me obligues a odiarte porque sabes que no puedo, por más que lo deseé empedernidamente no puedo odiarte, porque te amo, y para mi no es real que del amor al odio sólo haya un paso, porque no puedo, no quiero. Devuélveme las alas que cortaste, déjame volar libre, sin miedo, con satisfacción. ¿Te parece que estoy loca? Puede parecer, pero no estoy loca, sólo soy sincera, son mis palabras las que deseo poner aquí, soy yo la que no quiere dejar de sentir. Amo sentir, amo vivir, sólo no quiero sentir más todo esto que me aflige.
¿Qué más da?

domingo, 6 de junio de 2010

+Desasosiego y desvelo+

Se hielan mis palabras dentro de mi boca. Mis labios humedecidos por mi saliva se congelan mientras trato de reproducir con mi voz aquellas palabras que dentro de mi se congelan. Encima mío un cielo azul que me mira con recelo, nubes que soplan a medida que se mueven y me refugian en su color gris tormentoso. Mi alma grita internamente, me produce pensamientos extraños, es una especie de desdeño, es una especie de todo y de nada; es un recuerdo que me perturba, es una noche sin luna ni estrellas, una oscuridad perpetua que me invade por dentro bajo el sol de aquél cielo azul celeste que me regala su luz, pero que resulta siendo tan sólo una luz artificial que no me calienta como tal, que me ahoga, que me sofoca.
Dentro de mi una tormenta, truenos y relámpagos me cohíben de claridad, sólo una fuente de musicalidad uniforme que retuerce mis entrañas, que me hacen sentir ridícula, que me hacen desplomarme ante el reflejo de un recuerdo que arde muy adentro son aquellas que me hacen recordar cuan humana llego a ser en momentos de desespero como este.
Respiro sin calma alguna, una laguna mental me invade, me susurra por dentro que es mejor no sentir, pero es algo que no controlo, que no me deja ser lo que realmente soy en momentos como éste. Sigo respirando sin calma, como si el alma se fuese a salir de mi cuerpo, como si no pudiese soportar más esta oscuridad y este hielo que me congela constantemente. Y entonces es allí cuando me desplomo, cuando no existe ningún tipo de claridad y ningún tipo de pensamiento que pueda cambiar la situación. Sólo soy consciente de mi existencia pero realmente desearía no ser consciente de nada en ese momento, sólo quiero desplomarme y dejar que mi alma despegue y salga por la ventana.
Entonces me quejo conmigo misma, me culpo por todo y por nada, me culpo por el desgano, me culpo por llegar a un clímax inesperado, me culpo por no poder ser lo que deseo y por no poder tener aquello que anhelé tener pero que nunca fue del todo mío. Pero qué es lo que digo, ¿cómo es factible? Jamás fue mío, jamás fue así, ¿cómo pude pensar eso alguna vez? ¡Qué egoísta! ¡Qué ridícula! Realmente me aturde el pensar, el sentir, el vivir. El regocijo con el que el mundo entero avanza mientras yo me desplomo levemente. ¿Ahora qué?
Me tumbo sobre mis rodillas y opto por llorar, por auscultar todo aquello que oculté durante bastante tiempo; decido entonces tumbarme sobre mis propias palabras, sobre mi alma y decido salir por la ventana cuando la puerta está abierta. Opto por entregar lo que jamás debí, opto por ridiculizarme ante un montón de brillos intangibles, destellos inaudibles. Detesto el hecho de ser débil de no poder mantenerme parada sobre los pies, con los pies en la tierra, detesto el hecho de no poder acudir a mi misma cuando lo necesito por ser tan cobarde, por dejarme derrumbar por mi humanidad.
Tiendo entonces a desaparecer, a respirar por inercia, con miedo, con la pizca de orgullo que rescato dentro de tantos objetos y sentimientos que decidí dejar en el camino para que una ilusión corriera tras de mi pero que por supuesto me quedé esperando. Siento rabia, nunca llegó, nunca fue, todo fue un simple espejismo, todo fue nada y la nada lo fue todo para mi. ¿En qué momento llegué a ser parte de este sueño que en pesadilla ha de convertirse?
Cada día duele; duele y hace estragos sobre mi espalda, me encoje, me atrapa y a veces me hace pensar que no deseo seguir más, que sólo desearía dormir y despertar sin memoria. ¿Qué he de hacer? No sé nada, no hay claridad, no existe un horizonte en este momento porque la neblina agobia mi visión, me hace pensar que es un camino eterno sin fin. Me llama la oscuridad, me llama el delirio, un deseo inalcanzable de dejar todo y dejar de luchar por aquello que jamás podré palpar con mis propias manos, con mis dedos.
Deseo saltar desde lo más alto, una caída libre sin fronteras, sin ilusión alguna, dejar que todo se quede atrás en lo más alto y bajar; bajar hasta lo más profundo de las aguas espumosas de la cascada, nadar y dejar que el agua me limpie, me lave y me libere de todos esos dolorosos sentimientos que me afligen, que me sumergen con la gravedad. Quiero dejar atrás todo ese peso que cargo sobre mi espalda y regocijarme, revelar todas esas visiones. Deseo ahogar los fantasmas, deseo ahogar los recuerdos y perder mi esencia, comenzar de ceros y no invertir más tiempo en lo innegable, deseo surgir, deseo que el agua limpie mis heridas y las cure sin miedo, que me libre de los miedos.
Tormento, tormenta, nada más que una simple tormenta de verano que empieza pero que no tiene fin a corto plazo. No encuentro el final, no encuentro más que lluvia, no encuentro más que brisa y delirio, voces que me gritan al oído lo que no deseo escuchar. ¿Qué más puedo decir? Nada, no puedo decir nada porque ya todo está dicho, simplemente debo conformarme con un posible alivio, con el factible alivio del contacto, del tacto, aquél que no es el mismo que estaba esperando, aquél que no espero, pero que sé que recibiré. No espero un arrepentimiento banal, sólo espero por algo que nunca llegará y que hace que la suciedad me invada, que me haga sentir el alma oscura y escasa de satisfacción alguna. No aspiro encontrar una simple excusa, no aspiro interpretar arrepentimiento por consideración, no espero compasión disfrazada de arrepentimiento, jamás, jamás deseo lástima pero al parecer eso es lo que inspira sentir. ¿Y ahora qué? ¿Qué más? ¿Qué hay más allá?
No quiero, no deseo, nada, nada, como siempre nada, desespero, pánico cobijado por lágrimas de sangre que es lo único que puede obtener mi rostro después de noches de llanto, de frías noches donde mi alma se cobija con su propia autocompasión, donde las letras duelen, donde al empuñar una pluma lo único que obtengo es dolor hecho veracidad.
No más, no quiero más, pero sé que aún no es suficiente... creo que nunca lo será.

martes, 1 de junio de 2010

+En fin...+

Definitivamente hay momentos en los que simplemente no hay más que decir me aburre la monotonía, me aburre el sentir tanto; un poco más de lo que debería, de hecho. Es simplemente detestable, es simplemente...
Tantos sueños, tantos sentimientos encontrados. Definitivamente sonreír por inercia no es precisamente lo que siempre esperé.
Es todo lo que tengo para decir porque el resto se siente por dentro.