jueves, 15 de octubre de 2009

+Relatos varios, nada concreto+

Dedicación, un puerto llamado olvido, las danzas con ritmo de aquellos que apretujados bailaban en un atardecer que olía a canela con un toque de lavanda.
Aquél lugar era inolvidable, digno de escribir una historia como esta. Digno de libros, de canciones que le representen. Como para enamorarse, como para besarse en la noche después de fumar un cigarrillo, como para arrebatar las sábanas después de caminar sobre la arena, mojar los pies en el mar y enamorarse aún más de ella y del mar.
Las calles me hacían recordar a diario que amaba ese lugar, que amaba su gente, que quería quedarme allí para siempre. Cada paso que daba me hacía impregnarme de su delicioso olor mientras el viento cálido agitaba mis ropas, mi pelo y me traía de nuevo ese agradable olor que me hacía recordar cuál era mi lugar en esta ciudad sin nombre, esta ciudad que me hizo tan feliz.
Pasaron los años, pasó el tiempo, mis recuerdos me hacían enamorarme de aquella ciudad y de aquella historia de amor que viví dentro de ella. Recuerdo constantemente como solía besarme en las madrugadas cálidas que a veces con las horas se tronaban frías; Nada de café, nada de tostadas, simplemente la vida bohemia que imaginé cuando era joven, cuando aún añoraba vivir con ansias. Cuando el respeto por la vida aún existía y cuando no me imaginaba que la muerte podría llegar cuando menos lo esperaba.
Esa es la esencia, esa es la juventud, es cuando no nos imaginamos que más adelante podremos llegar a ser uno más de aquellos seres que pisan las aceras de la ciudad casi sin poder respirar, con arrugas y a veces con lentes gigantes para poder atravesar las grandes vías de esta ciudad sin remedio y sin nombre.
Cuando se es joven y se ve a los viejos, se piensa que jamás se llegará a ese lugar; También se piensa que jamás fueron jóvenes y que añoraron también como los jóvenes lo hicieron. Cuando se es joven y se ve a los viejos andar, no se ve esperanza en sus ojos, no se ve nada más que una vida pesada aferrada a sus espaldas; Esa vida que les hace caminar encorvados y sin ninguna esperanza más que no sea la muerte.
Los viejos, los viejos como yo, todos fuimos jóvenes pero ahora no deseamos tanto como los jóvenes. ¿Quién podría devolvernos de nuevo aquella vida de añoranzas?
Aquél lugar tan hermoso se convirtió en el centro de mis recuerdos, en mis experiencias más amadas y que se aferraron a mi piel como si fuesen parte de ella y que aún lo siguen siendo puesto que la tinta no se borrará.
Recuerdo cuando de pequeña anduve tantas veces por el mundo, recuerdo cuantas veces busqué aquél lugar del que tantos habían hablado, pero no lo encontraba en ninguna parte, no llegué jamás a encontrar aquél lugar que tan feliz llegó a hacerme demasiados años después.
Con el tiempo fui perdiendo la esperanza; Todos los lugares a los que iba me parecían hermosos, me parecían agradables, pero, ¿dónde estaba la magia de la que tanto hablaban?

Anduve mil veces por aquél camino sin sendero, aquél camino que me encegueció y me volvió la mujer ambiciosa que fui hasta que entré en el cuarto piso de mi vida. Me pregunté muchas veces donde estaba todo, donde me hallaba, donde se encontraban las palabras con las que tanta tristeza me expresé un par de veces. Tantas veces lágrimas en los ojos, la nostalgia, las emociones, eso que se fue yendo a medida que el tiempo iba pasando, cada vez que recordaba tantas noches de sudor, tantas noches de amor, de pasión, sin miedo de morir, sólo de exprimir la vida hasta la última gota.
Fue entonces cuando me di cuenta que así lo había hecho, fue cuando me di cuenta que conforme pasaba el tiempo mi vida se estaba yendo poco a poco, que estaba convirtiéndome en uno de esos seres que nunca imaginé que podría llegar a ser; Fue cuando realmente amé mi vida conscientemente y cuando me di cuenta de cuánto extrañaría esa vida que aquella ciudad me brindó, como extrañaría las diez mil vueltas caminando en la playa donde se hallaban aquellos bares, donde bailé hasta que no sentía mis pies. El lugar donde, y del cual me enamoré.
Es un silencio espontaneo, las raíces de algo que jamás había visto. ¿Pretendes ser una ilusión óptica o eres simplemente parte de mis recuerdos?
Añoro, añoro repetidas veces esa mirada, añoro mis recuerdos, la el tiempo que tenía y que no aproveché.
Es una historia sin fin, es un cuento, una narración, un ensueño. ¿Quién soy? Soy la misma, sólo que he envejecido, soy aquella persona que por tanto tiempo soñó pero que por más que siga intentándolo, sólo se ha convertido en las cenizas de un pasado que está grabado en la piel, pero que no volverá a ser jamás el mismo de antes.

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