lunes, 27 de abril de 2009

+Una ciudad llamada olvido+

Del sustento diario, de los sueños perdidos, de los recuerdos olvidados, de las palabras dichas, de los momentos soñados. De los momentos que no compartimos y de las esperanzas guardadas.
Cuando se vuela por entre las nubes y son traspasadas se siente como si se traspasase una mota de algodón. Desde arriba todo se ve diferente, todo se ve como si fuese un sueño o una maqueta, todo siempre está muy quieto, se ve manejable y es ahí cuando se siente uno mismo el Dios, se cree que se puede manejar como fichas a las criaturas pequeñas que se ven allí en el piso de la maqueta.
De pequeña la gente cree que las nubes son sólidas y que estas podrían sostener el peso de una persona, mas sin embargo todo es una ilusión óptica. Si no fuese porque las nubes son casi inalcanzables para un ser humano de seguro más de uno hubiese intentado dormir en estas con tan mala suerte de caer y dormir para siempre.
Cuando se está en las nubes se nota la belleza del un rojo atardecer y de lo amable que es la noche cuando entra a ser partícipe del paisaje que se ve por la ventana. Puede que haya volado muchas veces pero debo decir que esta es una de las primeras veces que llego a admirar la belleza natural de una manera tan analítica. Más allá del maquillaje, va siempre más allá de las apariencias, más allá del “¿qué dirán?”, va más allá de todo. Al sol jamás le importaría sentirse feo y la luna jamás se ocultaría por pena de sentirse observada, al igual, está muy lejos, ella nos debe ver como algo minúsculo, como tres o cuatro veces más pequeños que la maqueta inicial de la que hablaba.
Sentimientos indescriptibles contrastan en la mente cuando se está volando, se podría hasta comparar con los buenos sueños que se tienen, es una buena sensación, o bueno, al menos para mí.

Los días van pasando, se ha vuelto más detallista y sus ojos se cierran con delicadeza cada vez que recuerda o imagina. Las palabras se le han acabado, por eso ya no le gusta hablar con nadie, ahora vive sólo de sus pensamientos y de su imaginación que a veces le juega sucio.
Ella está enamorada de su vida, pero hay días que le duele recordar cuando era más feliz que en la vida actual. Su vida es algo monótona, lo que para algunos sería aburrida, pero a ella le gusta así y no l importa mucho lo que los demás piensen o digan sobre ella. Vive sola en un apartamento pequeño, en el piso seis, de un edificio en una calle llamada No me acuerdo, que se encuentra en la ciudad de la nada en un país llamado algo así como Olvido. Ahora que lo recuerdo ella no vive sola, ella vive con su viejo gato que ha sido su compañía desde que El innombrable abandonó el hogar, y el gato se lo recuerda, de hecho toco le hace recordarlo.
Aunque ella recuerda Al innombrable con amor pero también con mucho odio y dolor, sabe que si volviera a aparecer frente a la puerta delantera de su apartamento (que por cierto es la única que tiene) no dudaría en recibirlo de nuevo olvidando todo lo innombrable y besándolo en la boca a penas pronunciase la primera palabra.
Ella cree que El innombrable es un tema que logró superar pero sabe que no es asó, ella sabe que la razón de toda su miseria tapada con mentiras de ella a sí misma, es la causada por el recuerdo Del inolvidable.
El inolvidable la hirió, hirió su orgullo pero aún así lo ama igual o quizá más que al principio y al final de todo. Lo ama como siempre y como nunca amó a algún ser humano. Lo ama como a lo que nunca tuvo en este mundo. De hecho lo ama a él como a su mismo mundo, o aún peor el es su mundo.
El innombrable le arrebató muchas cosas y ella las quiere de vuelta, las quiere de vuelta pero con él incluido en ellas. Ella sonríe, lo ama, se tira en el sofá como si esperara que en algún momento sonara el timbre y fuera él con un ramo de flores y una disculpa… como si esperara que después de todo lo inolvidable él fuera a volver con las manos y el alma copadas de regalos y sinceridad.

El la extraña como a nadie en su vida, desde que la dejó ha adelgazado seis kilos. Ella en algún momento de su vida se convirtió en lo que él para ella era. La amaba y sabe también que no tiene intención alguna de amarrarse a alguien. Detesta la obsesión que tienen las mujeres con casarse y tener una casa llena de hijos y pañales sucios, lo tiene muy claro desde los siete años de edad después de ver a su madre esperar noches enteras por su padre y llorando noches enteras mientras sabía que su padre la engañaba con la secretaria, la sirvienta o cualquiera que le abriera las piernas. Él tenía claro que no quería eso para ella, ella merecía más que eso y sabía que si se ataba a ella de por vida el final de la vida de los dos sería terrible y ella sufriría demasiado los últimos años de su vida. Él no estaba dispuesto a permitirse eso.
El vive solo con su perro, tiene una novia que le recuerda a La inolvidable y la quiere pero no puede amarla como persona puesto que su parecido con La inolvidable es sólo físico. Llevan saliendo varios meses, pero su relación se basa sólo en sexo y llevarla a ella de compras y a comer en los restaurantes más caros de la ciudad donde ahora vive.
Él cree que su vida es aburrida y se considera un hombre común y corriente de pocos amigos, amante del fútbol y de la cerveza. Es desordenado y ama el sexo. El desorden le tiene sin cuidado ya que le paga a una sirvienta para que haga hasta lo que no se puede hacer y para que limpie hasta donde no pueda llegar.
Él detesta los domingos al igual que ella y le gusta tener sexo con esa que dice ser su novia los viernes en la noche después de ir al cine y comer alitas de pollo.

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