jueves, 21 de octubre de 2010

+Claro de madrugada+

Me sueño con los pies empapados en noches ajenas a mi existencia, me sueño a mi misma merodeando por parquecitos bajo noches estrelladas con una luna ausente. Me hallo buscándome, riéndome en silencio, llorando muchas veces con una sonrisa pintada en la cara. Me hallo y a la misma vez no me encuentro; probablemente he perdido todo tipo de relación con lo que era antes de la raya que delimitó mis sentimientos sonoros, mis palabras adornadas y mis silencios efímeros que alguna vez se sintieron de verdad.
Le miento a las mentiras para así hacerlas realidad, me auto-invito a paisajes desconocidos que terminan por enamorarme con suavidad. Me dejo seducir por la música que acaricia mis tímpanos, por el sonido del agua que cae últimamente muy a menudo en días lluviosos de este octubre otoñal. Esta ciudad sí que empieza a saberme diferente, empieza a tornarse misteriosa, algo bohemia, elegante; muy diferente a lo que solía ser meses atrás, donde sólo podía ver aquél romanticismo pegado en las paredes pintadas de colores llamativos que ahora se tornan tenues por la ausencia del sol que solía colarse por entre las nubes opacadas. El rojo se tornó marrón, y para ver un cielo azul a veces hay que escudriñar hasta el fondo de cada nube sin miedo de ser bajada de repente sin más.
Me he vuelto amante de relatos, de historias, me he vuelto amante de la inspiración repentina que llega a mis manos en momentos tanto deseables como indeseables. A veces me carcome, me envuelve como un hoyo negro sin final que me traga a las altas horas de la madrugada y que no me deja ser libre hasta no exprimir cada gota que se encuentra dentro de mi. Me lleva a soñar realidades, me lleva a soñar lo inalcanzable, me lleva, me trae, me acoge y luego me suelta a la deriva y aún así, no quiero dejar de soñar, de alimentar mis pensamientos que por más existenciales o positivos que resultan, me hacen sentir viva de alguna manera; me hacen sentir y con eso vasta para no querer dejar de hacerlo.
Hoy huele diferente, hoy el aire adquiere un sabor bastante diferente, un sabor suave que empieza a gustarme. Empiezo a tomar un rumbo ajeno al que estaba acostumbrada a vivir y aquí me hallo una vez más en este, mi más preciado lugar, colgando un par de palabritas que a veces me resultan indescriptibles, pues como ya he dicho antes, puede que me falte todo, excepto la inspiración, aquella que me alimenta el alma, que alimenta mis sueños y mi noción, la noción de respirar cada día sin importar cuan complejo sea, sin darme por vencida y revisar cada paso que doy para redescubrir varios conjuntos de cosas que se desvanecen muchas veces debido a un repentino ataque de amnesia momentánea causada a propósito.
(I)
Corría el agua por entre las rocas, una noche de deleites varios, unas cuantas gotas de alcohol en la boca de los muchos que la acompañaban en la mesa. Ella ausente, distante con sus pensamientos en algún lugar bien lejano a aquél donde se encontraba, la llevaron a un repentino cambio mundano; sus ojos se cerraban para soñar mientras nadie le miraba, mientras nadie notaba el escaso aporte a una de aquellas conversaciones con las que uno se encuentra súbitamente en la mayoría de lugares que se frecuentan. Se dejaba llevar por la música, por el va y ven de los minutos, por aquél tictac del reloj, por las pequeñas cosas que le dan sentido a la vida de aquellos pocos soñadores que se encuentran bien parados sobre la faz de la tierra.
Palabras iban y venían, pero su mente ausente no deseaba registrar ninguna de ellas, ella sólo deseaba soñar, vivir, aprovechar cada partícula de aire que se colaba por entre sus fosas nasales y le oxigenaban la mente. Cada una de ellas con aquél toque que sólo un tango suave le podía brindar.
Solía perderse en la distancia, en su realidad paralela, en aquella nada que para ella le resultaba todo. Para ella no existía algo más hermoso que vivir la realidad a su manera, adornarla a su antojo y sentirla como sólo ella podría entender. Nadie jamás lograría entender aquél manojo de ideas que de repente llegaban a su mente, aquellas lágrimas que muchos interpretaban por nostalgia y tristeza, pero que para ella eran la manera más sincera de conectarse con su intimidad, con sus más profundos sentimientos. Aquellos que la juzgaron probablemente lo hicieron por carencia de conocimiento, por miedo de ir más allá de los cristales que se reflejaban en sus ojos.
Inundada en pensamientos se acongojó sabiamente en sus sueños, soñaba cada minuto, se transportaba a paisajes inalcanzables que le hacían agua la boca, que le provocaban. Se internó ligeramente en un sueño musical en medio de aquella conversación frívola; le resultó más ameno volar que la palabrería de aquellos a quienes les tomaba por ridículos muchas veces, pero que finalmente eran sus amigos.
Mientras se hallaba danzando sobre praderas con ramos de rosas en las manos, una mano le tomó por el hombro y le devolvió a la realidad de donde había logrado escapar un par de minutos. Le sorprendió hallarse totalmente extraviada dentro de la conversación que estaban llevando, en realidad más que querer ver a sus amigos, se había convertido en la rutina de cada semana ir a aquél bar donde se encontraban los miércoles en la noche para hablar y supuestamente "despejarse" de las cantidades innumerables de trabajo que tenía arrumados en sus escritorios. Definitivamente cada semana le resultaba más tedioso frecuentar aquél bar, le resultaba más tedioso encontrar menos afinidad con aquellos que le habían dado la mano en momentos de desesperación absoluta. Definitivamente se sentía en deuda más no se sentía cómoda allí.
Esa mano en el hombro le incomodó, le incomodó el hecho de ser despertada, de haber sido traída de vuelta a una realidad de la que estaba tratando de escapar, pero como siempre, asintió con una sonrisa en la boca a aquello que le preguntaron, sin saber realmente a qué estaba obedeciendo. Fue tarde, le cortaron la inspiración, cosa que le molestaba bastante y optó por fingir un tremendo dolor de cabeza y unas que otras cosas que evidentemente no existían con tal de escapar de aquél lugar.
Se sintió parca al dar un paso más allá de la puerta, se sentía traicionada y a la vez traicionera. Odiaba no confiar en aquellos que eran sus amigos, pero definitivamente ella había cambiado y ellos se mantenían igual. Era claro que no todo se mantenía constantemente alineado y que a medida que surgían cambios ella trascendía con ellos.
Suspiró, se echó sobre el sofá tirando las llaves sobre una pequeña mesita que se hallaba a su lado. Tomó su cabeza con suavidad y con su extrema feminidad; lloró en silencio.
Se levantó y se preparó un trago, debía hacer un cambio que podría costarle mucho pero que era necesario. Su vida ya estaba para otras cosas y así se fundiera en la soledad, era evidente que si no se sentía a gusto con su vida, debía realizar un cambio que le enriqueciese más como persona y que le hiciese crecer. No iba más, no fue más. Optó por el silencio, por envolverse en las hojas llenas de palabras. Optó por escapar, por no sufrir, pues el apego era algo constante en ella, pero sabía que debía cambiar eso, así que decidió escribir y así refugiarse en su intimidad, en sus deseos e intentos fallidos. Se enamoró de sus letras, de sus deseos y se fundió en la pasión, en la revolución y en su inspiración que fue aquella quien le acompañó de ahí en adelante de una manera incondicional sin que le incomodase, sin que le hiciese tanto daño. Fue, es y será lo que en su esencia quede marcado para siempre. Se fue.

1 comentario:

Manuela Besada-Lombana dijo...

Oye me gusta mucho. En verdad. Tienes un muy buen rítmo, estilo, y sobretodo logras mover fibras. Me encanta, no dejes de escribir.