sábado, 20 de octubre de 2012

+Asco+

Las letras salieron de sus morgues, de esos sitios llenos ese olor mortecino que le robó el aliento a más de uno. Las mórbidas paredes con ese ambiente a sepia tan peculiar no fueron más que los borradores de los supuestos parlamentos dichos. Esos que escribieron las manos derramadas de los pilares de la literatura en su momento y que ahora sólo les conocen sus hijos.
Las letras se quedaron en ensayos, las puertas empezaron de repente a cerrarse ante los ojos expectantes, el sinsabor de los sueños ya no podía ser ni siquiera relatado; el soplo de aliento se lo llevó entre los dedos ese pianista que se cansó de escribir obras.
La fragilidad de las palabras se la llevó el talón de una bailarina quebrantado por el frío suelo que le acongoja entre sus rodillas.
Esos lazos los soltaron, ahora son libres, las manos ya no están atadas, de repente se encuentran tocándose una a una. Falange por falange se leyeron en su tacto indiferente, de repente ya no es necesario surgir entre la olas del mar, ni entre las corrientes de los ríos. De repente ya no fue imprescindible acabar con el amor al arte.
Todo se resume a la belleza de lo natural, de lo innato. Las palabras qué, se quedan sólo en palabras, en promesas no realizadas. Los televisores transmitiendo la basura más grande existente y las larvas del gobierno se quedaron sedando las mentes. ¿Dónde queda la humanidad?
Asco.

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