lunes, 19 de septiembre de 2011

+La firma del terciopelo+

En un espacio tan reducido, entre lineas a veces tan efímeras, a veces tan repartidas, a veces inducidas y a veces tristes, me encuentro frente a un reto, un reto que las palabras no explican, que las lineas no llenan, que la música quizás podría describir pero aún así no sería suficiente. ¿Es posible que me pidas esto? ¿Es posible que me pongas un reto de este nivel? Ya está, ya está, están las palabras, está la música, están también las expresiones pero no podría decodificar todas aquellas palabras que quizás le dan el significado a aquello que eres, a aquello que significas. Difícil reto, pero aquí voy, hasta donde mi inspiración me deje llegar, hasta donde mis palabras no te limiten.
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Le vi, no recuerdo muy bien la primera vez ni el lugar exacto, me temo que han pasado varios años, días, meses e incluso horas desde aquél primer encuentro tan casual, desde el primer "hola" desde el primer abrazo, desde el primer "te extraño" tan extraño como él, como su esencia, como sus palabras y su música.
La banal realidad de sus pasos, la frialdad que quiso despertar en algún momento que se vio opacada por su calidez simplemente cautivaron un poco de mí esencia y sin dudar la esencia de muchos otros que seguramente le recuerden en cualquier lugar del mundo. Él y sus tan reconocidos sarcasmos, esas respuestas sin salidas, sus ojos brillantes, su sonrisa tan clara, tan única que seguramente no es fácil de olvidar. Sí, le recuerdo, le recuerdo como si hubiese sido ayer, como si la distancia no nos hubiese separado jamás, como si aún siguiese junto a mí, a ellos, a todos los que dejamos en el camino. Nos dedicamos a dejarnos ir tiempo atrás, años atrás cuando aún éramos pequeños e inexpertos, cuando creíamos haber vivido la vida como se supone que se debía vivir pero ni siquiera habíamos empezado a vivirla del todo.
Un cambio, bastante claro por cierto, fue aquél que nos arrebató del medio, esas ganas de vivir, esos sueños que él decía tener junto a los míos, esas tantas noches sentados en una sala con unos cuantos vodkas encima, él tan soñador y yo tan elevada, esas noches nos dejaron en un presente ausente en este preciso instante, pero bueno, ya no hablaré más de nosotros, hablaré específicamente de él, de aquél personaje que se quedó bien guardado en ese baúl de los recuerdos de la juventud, ese que abro cada determinado tiempo en medio de la soledad del cuarto de San Alejo y que desempolvo como excusa de mis ojos llorosos.
Aquél joven soñador, ese que no se encuentra en todos lados, fue el producto de las teclas del piano, de las partituras envejecidas y de las notas entonadas de canciones varias. Fue aquella sonrisa, fue aquél lugar que jamás entendí, las cuerdas de la guitarra que jamás supe afinar del todo pero que cantaba con su voz las canciones más hermosas. Las huellas de un futuro, de un pasado alocado, la extrañeza y la sencillez, la complicidad y la complejidad; las lágrimas, los extremos, el ser y no ser, la presencia-ausencia, la dedicación, el empeño, el talento. ¿De dónde salió?
Entre las teclas blancas y las negras, empapado de corcheas y de negras, de Schubert, de Bach y de Mozart se dio a conocer; un pianista fantástico con mucho estudio por delante, un talento innato desperdiciado entre las lineas de Freud, un talento triste y frustrado entre las lineas del conductismo, entre las lineas de la logía de la mente, un talento desperdiciado entre las matemáticas básicas, entre los filósofos que le robaron la vida. ¿Espejo? Sí, quizás el espejo, quizás los ojos del camino, quizás esa extraña razón por la cual levantarse cada día con un sabor dulce en la boca.
Las luces, los flashes, el "dance-floor" y los bailes, aquellos que cantaba su mirada muchas veces vacía en medio de los beats de los grandes parlantes. Un cliché sin serlo, una excepción a cada regla, un poco de esto y de aquello, un poco mío y un poco de los demás, un destello de felicidad, una máscara que pocos lograron quitar, el estremecedor sonido de una voz cantante, los dedos de un artista, las manos de un escritor de historias. El corazón de un enamorado de la vida, la soledad de un poeta enamorado del amor sin siquiera haberlo conocido. ¿Quién eres?
Efervescente, complicado en su defecto, un poco impulsivo ¿sabe usted? Un poco activo, un poco pasivo, un tanto emocional, un tanto irreversible y un tanto negativo. La ley ilógica de Murphy, la indecisión ante la decisión, la perfección como esquema más no como estilo de vida. Morfeo en su esencia, desidia, un poco de codicia, un poco de tiempo un poco de anacronismo. Se me perdió entre los dedos la palabra que conjugase todos aquellos verbos en presente, pasado y probablemente futuro. La vie, l'amour, la passion... Liebe? Vertrauen? Versprechen? ¿Qué más puede ser? ¿Qué no puede llegar a ser?
Sensatez, pero definitivamente llegué a la conclusión de que no es posible, las palabras duelen, retractan, los hechos se cuentan. "En mi cabeza sonaba mejor, en mi pensamiento sonaba coherente" (?)
Te amo.

1 comentario:

 [christian.yamao] dijo...

muy buena entrada. muy buen blog, te sigo. te invito a
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un saludoo