martes, 22 de febrero de 2011

+Dos puntas+

Increíble fascinación por lo prohibido, por aquello que resulta innato. Suavidad al hablar, al sumergirse en sus pensamientos, en las miradas infinitas y en las clasificaciones inexistentes. Tantas veces se le obligó a partir desde un punto intermedio y se dio cuenta que lo suyo no eran los estereotipos, no era lo que solía encontrar en la mirada de cualquier ser humano que se le cruzase por en frente. Sentía fascinación por aquellas miradas penetrantes, por los pasos rápidos que aparentaban ser lentos mientras le carcomía la mente el hecho de toparse con la mirada de ése alguien en la mitad del camino sin más que un prejuicio enamorándose por varios segundos de lo que seguramente perdería antes de cumplirse un minuto de ello.
Lo que desea se enfría, lo que está no lo encuentra y busca entre la basura. Se considera especial pero finalmente no es más especial que la realidad, no es más especial que lo que no es innato. No es diferente, nunca lo fue, probablemente convenció a muchos de eso, pero no fue real, no lo hizo real, terminó actuando como actuaría cualquiera en su lugar, frío y solemne. Idiota, egoísta. Se sumergió en su humanidad, en la perseverancia de su lógica, aquella que le resulta casi que perfecta pero que no es más que terquedad humana. Efímero fantasma indeleble que terminó por desvanecerse con sus experiencias y actos poco coherentes. ¿Qué coherencia explicaría el que no sea concebido con los actos aquello que piensa con la cabeza? Tanta palabrería y nada de coherencia. Fantasía...
Enemigos varios, eternidad no concebida, no existe la perfección y cree que le pertenece esa palabra. Pobre alma llena de nada, fascinada por las carencias que le carcomen. Pobre ser, pobre de sentimientos, carente de motivación. Maldito fantasma, maldito.
Fantasea... rodea... y se va pues no existe finalmente...

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