lunes, 6 de diciembre de 2010

+Memoir+

Me gusta sentarme noche a noche, con la ventana abierta viendo como se cuela el frío entre los rincones de mi habitación y como un par de canciones me ponen a recordar, me hacen transportarme a otros lugares. También me gusta sentarme, o quizás muchas veces acostarme, mirar el techo, sentir las cuerdas de la guitarra, tocarla, hacer canciones, revolverme el pelo, reírme y luego desesperarme por no lograr llegar a la nota que deseaba llegar.
Me gusta ver llover algunas veces, pero me gustan más las noches estrelladas, aunque si no tengo con quien compartirlas, son pocas la veces que me atrevo a apagar la luz para soñar sola con ellas. Pocas veces suelo posar mi mirada sobre la luna y pocas veces me he atrevido a soñarla.
Infinitamente he buscado el rocío de la mañana, pocas veces he dibujado en las ventanas al amanecer, sólo sé que me acompaña muchas veces el halo y el humo de un cigarro que se desvanece lentamente con mis pensamientos. En las cenizas se hallan memorias varias que a veces rescato pero que prefiero borrar del panorama efímero para luego volver a recordarles cuando pretendí tenerlas lejos y del todo olvidadas.
Hoy hace varios años solía ser muy diferente todo, no sé, quizás más inocencia, menos fugacidad. Eran tiempos extraños, un poco vacíos pero un poco más tranquilos que los últimos dos años. Casi no habían preocupaciones, fue en comienzo de muchas cosas y bueno, aquí me hallo hoy, sin extrañar mucho pero sí anhelando un poco de la paz que se respiraba por esos días que no fueron fantásticos pero eran más jóvenes.
Me siento de nuevo entonces desde la tarde a sonreírle al cielo, a las nubes opacadas, a prender inciensos que vayan escabulliendo en mi entorno, dentro de mi, que saquen de mi profundidad lo oculto y quede expuesto a mi realidad. Sonrío de nuevo, ya comienza a hacerse de noche, pienso en ella, pienso en su felicidad y en la mía. Me recuesto con los brazos bajo mi cabeza y pienso en ella, pienso en su sonrisa, en el sabor de su boca. En los miles de planes que tengo con ella pero de los que ella no es consciente, en las cuantas veces que mi mente me ha querido traicionar para pronunciar dos palabras que aún no considero adecuadas. Pienso en ella y me hace feliz el tan sólo elevarme con ella en mis sueños, mientras sueño despierta, mientras me envuelve la penumbra, la música, el ambiente, las ganas de quererla en mis brazos y nunca dejarla ir; las ganas de amarla tanto que no deje de sonreír.
La quiero a mi lado la quiero ya mismo conmigo. Quiero fundirme en su pelo y besarla hasta que se me haga tarde, ahogarme en sus besos, llenarme de ella, de su respiración. La quiero junto a mi en este preciso instante.

1 comentario:

Noelia Palma dijo...

el deseo de tenerla junto a vos hace que la tengas... :)