domingo, 10 de enero de 2010

+Favoritismo+

Siento la brisa desprenderse de las nubes cenizas. Un ensueño, un aroma blanco se desprende de este domingo simple tan lleno de nada...
Tan sólo suspiros, recuerdos de sucesos dispersos, de abrazos perdidos o de miedos inconscientes.
Me refugio en mis palabras, en una inspiración maciza que respiro mientras regurgito palabras inspirada en aquella música que flota en el aire. Ésa que cantando y adueñándose de mi más preciado sueño ha de manifestarse.
Un piano, un ambiente deshabitado y yo, allí me encuentro yo, al ritmo de los violines que acompañan una sinfonía emotiva de desastrosos recuerdos.
La paz de un ser que duerme me recuerda la ternura, la presencia de miles de sucesos olvidados resucitan con un canto todo aquello olvidado que ha vuelto a ser presente; aquello que dejó de ser una simple nimiedad y se ha convertido en la sombra de lo vivido.
Olvidaba lo que era sentirse inspirada por las cuerdas del piano y de los violines, olvidaba que la música sin voz también es capaz de hacerme sentir profundas conmiseraciones por todo aquello que se encuentra presente.
Tantos elementos importantes, tantos fragmentos dejados a la deriva, tantos montos de tristeza, desolación, felicidad y regocijo que forman al fin esa sinfonía de la que he venido hablando últimamente... son tantas porciones inimaginables las que componen esta sinfonía inimaginable y sin fin.
Cada nota es un recuerdo y cada recuerdo hace del tiempo un vacío inalcanzable. Un abismo que no tiene fin y a donde se cae de una forma rápida y sin remordimiento.
De repente una nota falsa, un sonido inevitable que sacia los deseos, que altera la noción y la realidad inspirada. Una nota que falló, como yo lo llegué a hacer en un lapso de tiempo memorable y que me hace ser un títere de la vida, de lo que deseé y de lo que no también. Tantas ansias y espera por aquél ser que no sé donde se encuentra, y de repente ha aparecido sin razón, sin importar qué cascada podría ser la más fuerte, la que más agua llevase, la que más lejos podría llevarme al ritmo de una corriente que me asfixia y que me hunde en un mar de lágrimas, de ansias, de deseos.
Empiezan a manifestarse suavemente la ardientes cicatrices que me han vuelto a arder. Una confusión inmediata puede soplarme al oído palabras que no deseé escuchar pero que son inevitables de revocar. El hielo me quema la piel, me hace heridas profundas que me recuerdan un par que ya había olvidado. Unas cuantas inexistentes, otras cuantas ya presentes, y un sonido engorroso logra alterar mis sentidos mientras mis dedos se deslizan al ritmo de la musicalidad más perfecta jamás escuchada.
Sólo desean ser copias, sólo pueden aprender palabras que lo hace irrefutable. Quieren escribir lo que les gustaría escuchar, quieren oprimir una vez más para saciar sus lamentos y vacíos.
Me fastidia, me hace cuestionarme. ¿Qué es eso que me hace sentir de esta manera? ¿Por qué tengo la capacidad de odiar y amar con tanta facilidad? Me sacia, me limita a los poderes de los no poderosos, a ser la mejor entre tanta bazofia, ente tanto intelecto perdido en la cotidianidad. ¿Qué es todo eso que me sucede y que me hace sentir tan manchada?
Sé que puedo seguir respirando, sé que mis atenuados suspiros me oprimen el pecho cada vez más fuerza. Una luz se debilita, y esa llama que antes ardía tan sólo se ha convertido en una bagatela de sencillez y pasmo.
¿Qué es eso que se desea ser al carecer de originalidad?
No necesito mucho, o quizás no en mi concepto, aunque es probable que en el de muchos sí sea bastante. Pero ya está, ya estuvo y ya fue. No necesito mimesis, sólo una realidad, un esnobismo no tan extravagante para que ese silencio que ahora siento después de la gran sinfonía no se convierta en ridiculez y siga siendo particular.
...Objetividad...

No hay comentarios: