lunes, 19 de diciembre de 2011

+Mentiras por excelencia+

Mentiras por excelencia, esas que llenan pero no engañan, esas automentiritas que suele uno decirse a sí mismo con el simple consuelo de que quizás algún día todo será diferente. ¡Bah! Patrañas, nada es diferente, nadie cambia, nadie espera cambiar por alguien así muchas veces lo prometan o lo planteen. De repente miro a mi alrededor y todo lo que he cultivado se viene al piso, así como las promesas, esas que como he venido diciendo desde hace tiempo, se rompen fácil o más bien, nosotros nos rompemos tan fácil como ellas. ¿Qué más da?
Es entonces cuando se llega a la conclusión de que todo es temporal, que existen efímeros; efímeros que duran segundos, años, meses, pero que finalmente, con el tiempo se deterioran para llegar a ser simplemente efímeros. ¿Dónde se quedaron los "te amo"? ¿Dónde se quedaron los "para siempre"? No, nada es para siempre, ni siquiera el aire lo es, tampoco el latir de un corazón o el para siempre de una supuesta amistad que decía ser tan sincera y tan pura como la sal. Se prostituyeron las palabras, siempre se siente esa soledad como condición impuesta más no deseada por más que se haga una barrera en contra de nuevos conocimientos precisamente para evitar este tipo de situaciones.
¿Culpables? Ya creo yo (que como siempre) la culpa la tengo yo, porque su orgullo no deja más que esas palabras flotando en el aire. La búsqueda constante de fama, belleza y perfección fue esa que nos aisló, yo siempre tan lejos de todo eso y él siempre tan dispuesto a dar de qué hablar. Al final de eso quedó un pobre niño vacío que se refugia en tragos de alcohol, en música fuerte para callar sus propios pensamientos y en llaves con aquél polvillo blanco que sólo servía para probar una vez más que sí era capaz de llegar a tal punto. Apariencias al fin y al cabo, nada más que eso.
No podría decir que le extraño, no podría decir que su ausencia me ha dejado el vacío que siento, porque ese vacío no lo llena él, no lo llenará nadie jamás, ese vacío es ya bien conocido, es permanente más no constante, no sé si me haga entender. Podría extrañar quizás momentos, quizás eso tan efímero que llevaban las palabras, las tantas horas que dediqué a enseñarle, pero no aprendió, no se quiso quedar con nada de eso, sigue allí, en ese sendero sin final, ese que hunde y que no libera, que ahoga pero no saca a flote.
A veces me cuestiono de su tal fortaleza, de su implacable orgullo. ¿Será tan real como lo demuestra? Creo que es tan frágil como yo, pero tan incierto como el deseo que tiene sobre la vida. Es tan incierto como su esencia, finalmente fui yo quien le mostró el mundo al que ahora pertenece, pero si de algo estoy segura es que tomó el camino que yo siempre le dije que no debía tomar; ese camino donde terminan los pobres solitarios, donde se ahogan las penas en el alcohol y en las malas costumbres tan sólo por un pequeño efímero e irreal trozo de fama que le proporcionan aquellas personas de mentes vaciadas que sólo desean un rato para huir de sus mentes, esas mentes que gritan atención y soledad.

No hay comentarios: