jueves, 10 de noviembre de 2011

¡NO!

Tantas frustraciones, tantas mentiras, el aire se torna tenso cada día, cada vez más difícil de respirar, cada vez más denso menos respirable. Vale resaltar que en las noches llega a pesar incluso más que las mismas palabras dichas, que los mismos deseos de salir volando, de ser libre una vez más. Entre los ojos siento las lágrimas, el incierto frío que va cortando entre dientes, que va congelando cada pieza simple a la que se está acostumbrado y de repente ese NO que todos pronuncian sin reparo, ese triste NO que corta cada ínfima pieza de esperanza, ese típico NO al que todos están tan acostumbrados...
Difícilmente me dejo llevar ya por mis emociones porque cada vez me cuestiono más de qué es una emoción, de qué es el sentir, cada día se siente menos o al menos se obliga a la mente a dejar de sentir por pequeños lapsos de tiempo y con tantas preguntas vuelvo al rotundo NO que da respuesta a todas aquellas preguntas que maquina mi mente. ¿Qué hay después del NO si sólo hay frustración?
¡Sí! Me he mentido, le he mentido a los demás, con la excusa de que ellos también lo hacen y entonces me refugio en argumentos inválidos, como los demás lo hacen, me refugio en una vida paralela inexistente que debo aceptar me encantaría que existiera, pero a la larga no son más que deseos que se camuflan entre letras, esas tantas letras que gritan, que hablan, que expresan aquello que se desea más que no se tiene. De tanto en tanto se cierran las puertas, se cierran las ventanas y sólo me ensimismo con la patética excusa de que existen barreras que claramente existen pero porque se han ido creado de pocos a medida que el tiempo ha ido pasándome...
¿Adiós? Ni siquiera se puede pronunciar, los hechos lo dicen, ese adiós no pronunciado pero que de algún tiempo para acá es tan común entre aquellos que me rodean, ese típico adiós que nadie puede pronunciar pero que va a regañadientes con ese NO que dicen las miradas, las acciones, ese NO al que aún yo no me puedo acostumbrar. ¿Uno más haría la diferencia?
Víctima como victimario, supongo, así son todos lo humanos, o bueno, somos, porque empiezo a incluirme entre ellos. Es triste saber que no se es de alguna u otra manera pero que para salir de ciertos hoyos negros y vacíos hay que demostrar lo que no se es para no estar por debajo de la frivolidad humana, de los engaños, de las mentiras, de los ojos vacíos de los demás. Es una guerra irreversible después de estar tanto tiempo convencido que se puede contra el resto del mundo, contra el resto de los seres idénticos.
¿Agradecer? Quizás a la vida, quizás a las experiencias, quizás a lo que deja cada una de ellas, quizás agradecerle a las mañanas por el sol o por la lluvia, porque es lo más natural, supongo, creo que no he conocido algo más natural que el sol, la lluvia, el invierno, el verano, el otoño, porque aunque en algún momento creí que las palabras eran naturales me di cuenta que todo lo que sea de manipulación humana es trasgiversado a tal punto que ya no es cuestión de escribirlas sino de creerlas; yo también sé jugar. En este momento ya no es cuestión de encajar, es cuestión de sobrevivir dentro de una jauría de leones, dentro de un mundo que dejó de pertenecerme, o incluso que jamás me perteneció.
De repente se sienta usted y comienza a relacionar, comienza a atar cabos, a ver realmente la realidad de quienes supone como amigos, compañeros o incluso como seres vivos, no es más que una cadena de favores, no es más que un triste desdén que va de un lado a otro gritando en vano, no es más que el vacío que deja la zozobra después de recapacitar, de conocer, de experimentar; de ahí las barreras intocables, esas que no se pueden sobrepasar. Se llega de nuevo a ese punto, al punto del NO, del que nadie sale, del que nadie cesa y es ahí cuando usted logra intervenir por sí mismo, repito una vez más, ensimismándose y volviéndose tan egoísta como los demás.
¿A quién pretende engañar? Bueno, eso está claro, se pretende engañar es precisamente a ese débil, al que es puro, al que no se conforma con sólo una simple visión banal de la vida y todo lo que es puro termina por deteriorarse de una manera u otra, se va dejando esa esencia tan pura en el patio de atrás hasta que la podredumbre logra tragárselo entero. El moho y el óxido logra entonces pudrir todo lo que estaba fresco, esos deseos de volar lejos, de escudriñar en cada rincón por esa sed de conocimiento y finalmente termina en el NO del que vengo hablando.
Bajo cada poro existe un propósito, o al menos eso se supone, pero he llegado al punto de no reconocer entre las máquinas y los humanos, entre lo real y lo irreal porque a veces lo que es tan tangible es lo más irreal, lo que menos conozco, lo que me satura y me lleva a pensar que todo es simplemente igual, sólo que tiene un empaque que le hace parecer distinto, ya sabe, esas tan comunes apariencias que le joden la vida a cualquier idiota que se atraviesa en medio del camino.
Cuando se logra salir de la bola de cristal, cuando se logra ver el mundo desde afuera, es que se desea volver a aquella bola de protección y jamás salir, pero es tarde porque se ha degustado entonces lo que en realidad es bien amargo, lo que en realidad no se es capaz de llamar por su nombre, lo que se supone como la realidad pero no es más que bazofia.
¿Qué puede ser tan terrible y tan irónico como para olvidar lo que es la realidad? Bueno, ¿pues quién podría hablar de realidad cuando todo es tan conceptual? Es ridículo pensar que en realidad existe una realidad y que algo es tangible cuando ni siquiera la vida es tangible. ¡Maldita verborrea! ¡Maldito sea el día en que decidí confiar en las palabras! De sí en sí que me fueron convirtiendo las palabras en negación absoluta, en nada más que lo que son ahora, sólo caracteres que se los lleva el viento con el cliché. Cada palabra tan cliché, tan usada, tan repetida, tan repetida como cada ser humano que habita la tierra. ¿Que existen los diferentes? No, eso no existe, todos son iguales, diferentes envolturas pero básicamente son máquinas de destrucción que mascan cuanta cosa encuentran en el camino. ¿Ya qué se puede esperar?
Aprovecho el regurgite mental para entonces agradecer a mis palabras (irónicas) por darme la oportunidad de escribirlas, a las experiencias y a los seres humanos por darme motivos para escribirlas y para luego releerlas y asquearme un poco más, agradezco a los límites por estos cuatro años persistentes que no me han dejado matar la inspiración; definitivamente, gracias a todas esas personas, experiencias y todas esas cosas que me han hecho criticar(me) por permitirme sacar algo de provecho de ellas, gracias por estos cuatro años que cumple mi blog este mes.
Ahora sí... adiós. Los mortales se despiden y heme aquí despidiéndome, quizás muera hoy, mañana o en unos años, pero me despido en caso de que este sea el último vistazo que usted le pueda dar a mis letras (si es que alguien está al otro lado leyéndolo, sino... pues ya está, adiós al viento)
+¿?+

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