lunes, 26 de octubre de 2009

+Senzafine+

A pesar del frío, del miedo, de las lágrimas y de los derroches, he vuelto a comenzar finalmente con este nudo de historias segregadas de aquella mente confusa, que tiene bastantes deseos de gritar y de contar las historias de aquellos de quienes no han sido capaces de contar las suyas. Acá estoy yo nuevamente reviviendo los sueños de muchos, secando las lágrimas de otros, y una vez más, irradiando la luz de aquellos que se vieron en algún momento perdidos en sus mentes dispersas.
Un juego de renacimiento, un juego donde juega un papel importante la inspiración innata de quien escribe. Aquél narrador que usted cree conocer pero quien sólo narra historias ajenas conectadas con su realidad, soy yo. No soy yo quien protagoniza las historias, ni pretendo ser reconocida por las historias que escribo, puesto que todas ellas tienen un dueño, tienen alguien que fue partícipe de cada una de ellas.
Sin la existencia de aquellos seres que desearon contarme sus historias no podría ser yo lo que ahora soy; no sería esta narradora omnipotente, no sería la mujer que ha llorado mientras escucha varias historias, no sería la creadora de cada uno de aquellos personajes que por tanto tiempo han estado cuidando de mi inspiración y de mí, por supuesto, pues nadie más podría ser el vocero de aquellas solemnes historias, de aquellas vidas casi reales que deben a mí pero que no me hacen sentir como el Dios ni nada similar. Sólo soy yo, un ser ajeno a la realidad de estos, sólo soy alguien que vive por ellos y que hace que ellos vivan eternamente cada vez que alguien lee sus historias.
He entonces aquí a la dama de las historias, a la mujer que usted dice entender y conocer; pero permítame decirle algo, querido amigo: A pesar de ser usted mi lector y ser quien revive los personajes de cada una de las historias que escribo, no es usted un conocedor de mi literatura ni de nada de lo que hago. El hecho de leerme no le da derecho a juzgarme y de creer saber quien soy. Este es mi espacio, es el lugar donde está mi literatura, pero tiene sus reglas y creo que usted debería saberlas; por eso me gustaría decirle a usted entonces, mi querido lector, que el único vínculo que a usted y a mi nos une es que usted los revive y yo algún día les di vida; otro vínculo aparte del que anteriormente nombré, sería entonces que usted se interesa por la vida de ellos tanto como yo, pero eso no le da derecho a usted de creer conocerme, de creer que por lo que escribo mi vida debe ser un desastre o un completo paraíso.
Fuera de su realidad el mundo es ajeno, pero cuando llega entonces y le juzgan, entran en su realidad y dicen conocerlo mientras usted sabe que no, es cuando llega usted a sentirse invadido, así que le pido, o más bien, le exijo discreción.
Es cierto que para mi es importante que usted me lea, que recree su mente con algunas de las historias que desde hace bastante tiempo he decidido grabar con tinta en estas hojas cibernéticas que le dan consistencia a este blog lleno de imaginación, sentimentos y que si bien es cierto, tienen un gran toque de mi realidad escondido por ahí. Ese pequeño toque que sólo aquellos que escudriñando hasta lo más profundo han podido ver la realidad que implica esto para mí. Aquellos pocos que pudieron auscultar todos esos sentimientos ocultos bajo tantas palabras, tantas letras, tantas noches desoladas. (...) Aquellos, aquellos que me dejan seguir viviendo, aquellos que han decidido ser parte de la inspiración que aquí se halla.
Debo reiterar entonces, lo fascinante que es para mi entrar de repente al blog y ver que cada día más personas se han hecho seguidoras de éste, que cada día que pasa a las personas les interesa más leerme y le dan algo de su tiempo a las palabras que con tanto esmero he escrito. Mis sueños, mis deseos y mis anhelos son parte de este blog, y así como muchos tienen acceso a este, pocos son los que se toman el tiempo de leerlo, de criticarlo y de verdad tratar de entender el contenido de este... Yo no espero que la gente entre y lea por encima y me diga "qué bien lo has hecho, de verdad eres sorprendente" puesto que eso lo que todos dicen, independientemente de si les ha gustado o no. (...) Lo que espero de este blog no es fama, no es popularidad; el proposito inicial de este blog (y que por cierto aún sigue siendo) es el desahogo, es el amor al arte, el conocimiento de nuevas personas que se interesan por lo mismo que yo y que están dispuestas a ser sinceras, que estan dispuestas a apreciar de la misma manera que yo aprecio sus obras.
Aquí estoy querido lector, hablandole a usted, hablandole a aquellos que hacen lo mismo que yo, a aquellos que están afiliados al blog y a aquellos que no. A aquellos que entran por primera vez a leerme y a los que lo hacen constantemente. Si se pregunta usted quien soy yo, le pido entonces por favor, que sea usted mismo quien se responde la pregunta. Descúbrame, intente jugar el juego que me propuse desde hace tanto tiempo. Descúbrame, y cuando lo haga entonces hágamelo saber. Busco destilación, la claridad que aún no encuentro frente a mí, busco sonreir, recordar y revivir vidas pasadas, inconsciencia, realidad y demás.
Descúbrame, abra las puertas que le he invitado a abrir para que pueda pasar al otro lado de aquella linea de distancia que existe ente usted y yo. No es sólo una apariencia, es una vida, un mundo, es la mente de una persona creativa que en la soledad decidió descubrirse a sí misma; esa que está allí ahora y espera por la inspiración que va y viene una y otra vez... No se moleste en saber quien soy, sólo intente descubrir que hay más allá de una apariencia erronea, la que usted se hace de los demás, de aquellos que por algún motivo u otro decidieron desnudar su alma y hacer de la imaginación una necesidad que casi podría llamarse vicio. El vicio de amar lo que de sí mismo se ha descubierto y que jamás imaginó tener dentro de sí.
Aca comienza de nuevo, acá va una vez más. Sí, una vez más...
De nuevo comienza el día, es una mañana simple, insípida... Y mi mente, ni hablar, he perdido toda esperanza de recuperar alguna vez la cordura. Mi mente desahuciada, sin remedio, sin futuro. (...)
Esclavo de mi mente, de mis palabras. ¿De qué me sirvió haber estudiado eso que tanto amaba si terminé haciendo todo lo que no amaba?
Sí, empezaré por el comienzo, una vez más, contando mi historia, quizá esta vez no terminen los papeles en el cesto de la basura y pueda llegarlos a poner en algún lado con la esperanza de no tirarlos a la chimenea en algún momento de rabia.
¿Por qué me odio tanto? ¿Por qué es mi vida tan desgraciada?
Muy bien, comenzaré por el comienzo puesto que no creo que usted me esté entendiendo.
¿Quiere saber mi nombre? Bueno, a mi también me encantaría conocerlo, pero la verdad es que un día me propuse hacer de cuenta que había olvidado todo y ahí también se fue mi nombre. Sin embargo, me inventaré uno, me llamaré Ignacio, ¿le parece bien? Bueno, lástima si no, porque a mi si me parece y esta es mi historia y...
¿A quién engaño? Nadie leería esto jamás, ni porque les pagara millones. ¿A quién le interesará conocer la vida de una persona frustrada, solitaria y... Como yo?
Bien, de nuevo, de nuevo, espero no volverme a interrumpir.
Soy Ignacio sin apellido, no sé donde vivo, no sé quien soy, perdí mi identidad el día que decidí olvidar quien era, que era y que hacía. El día que me vendí vilmente a algo que no me apasionaba, a la necesidad, al hambre... A todo aquello que me hace ser Ignacio sin apellido y sin identidad.
De las pocas cosas que hay en el vacío de mis recuerdos decidí dejar y recalcar el hecho de mi amor hacia el arte, la música y las mujeres, pero todas me traicionaron, así que me fui por la literatura, sabiendo que esta también me traicionaría tanto como las demás.
Confié en mis palabras, en el mundo, en la gente. Creí que algún día podría ser famoso, y debo aceptar que fue mi sueño durante toda mi adolescencia. Ser un músico famoso con una banda famosa, pero no lo logré. Después me fui por la pintura, pero la verdad es que como pintor fui un fracaso total (una vez más) y las mujeres, bueno, ni se diga. Todas las mujeres que hubo en mi vida me hicieron parte del desastre que soy ahora.
¿Qué más recuerdo? (...)
Quisiera no haber borrado tantas cosas, tantos momentos, pero ahora mi mente es sólo un vacío con un mundo inmenso nada, de historias suprimidas, de ideas baratas.
¿Quién soy yo? ¿Se ha preguntado usted alguna vez eso? Bueno, es algo que cada día mi cabeza me repite como si reclamase por los recuerdos y eso me ha vuelto loco, eso es lo que me ha vuelto escritor. Es lo que me ha vuelto el escritor fracasado que soy, aquél que muere de tristeza, aquél que no nota la realidad porque no existe un pasado ya, porque simplemente ya no es nadie.
Crear es mi pasatiempo, mi heroína, es más que todo mi obsesión. Me gusta imaginarme la vida de los otros, de aquellos que veo pasar por la calle y que hablan entre sí. Me gusta observar y robarles un poco de la vida a la que tuvieron acceso, sus recuerdos, y entonces me adueño de historias irreales. Por eso escribo...
Sí, he vendido un par de libros, pero no es lo suficiente para comer y mantener el apartamento donde vivo. No es suficiente para satisfacer mis necesidades, y por supuesto no es suficiente para que alguna mujer llegue a amarme. Me pregunto quién podría amar a una persona como yo después de...
En fin. Ese soy yo, aquél que pactó con el destino y decidió olvidar del todo. Acá estoy, escribiendo sobre mí, y como siempre sabiendo que terminará diluyéndose en la nada, en el fuego, en aquella memoria que no está, que no existe pero que extraño porque algún día existió.
Ahora, ahora soy sólo un manojo de confusión, de miedos, un ser vacío sin recuerdos. Un ser casi ausente que sin querer perdió todo lo que su vida era, por egoísmo, por miedo a seguir viviendo en un infierno; sin embargo, terminé entre el cielo y el infierno, sin conocer ninguno de los dos, simplemente suspendido en el tiempo.
Me pregunto qué será de mis recuerdos. ¿Alguién más se los habrá llevado como yo intento robarme los recuerdos de otros para hacer historias?
Sí, sí, soy Ignacio sin apellido, sin recuerdos y con mucho miedo. Me propongo preguntarle, ¿quién es usted? ¿Le importará regalarme entonces un par de sus recuerdos? ¿Sería usted tan amable de revivir aquél ser que ya no existe?
Her perdido todo, la cordura, el amor, la esencia y los recuerdos. No sé quien soy, o tal vez sí. Soy Ignacio sin apellido, sin sueños ni recuerdos... Mis libros no me devolverán nada, devuélvame entonces usted la vida.

1 comentario:

LIGIS dijo...

La facilidad de interpretar las mentes confusas de las personas y además las del narrador, es un arte. Lo que se percibe en este escrito es una salida de un laberinto.