lunes, 28 de marzo de 2011

+Perpetuo más no permanente+

Son veinte ya; veinte momentos, veinte días, veinte meses, veinte años. Un dos acompañado por un cero, la agonía infinita de las cruciales noches donde depositó sus caricias en un manojo de ilusiones ardientes, quizás frustradas. En su boca las palabras, en su mente innumerables y repetidas veces donde dos palabras acompañadas lograros una composición completa. En sus sueños la fantasía, en sus ojos la magia, en su esencia el balance adecuado, la chispa que parecía indeleble y de repente nada.
Se miró al espejo, se encierra en los latigazos, en el fantástico sabor de lo innombrable. Intrigas alusivas al rencor, a la infinidad, al vacío infinito de lo que carcome en el ínfimo recado de lo que escribió con sangre en las hojas blancas que le prestaron para vivir de nuevo.
Se desprende de lo efímero el sabor de la unicidad, es que no se encuentra fácilmente, esa que agobia pero que lleva a la fragilidad. Cuando muchos se cuestionan el por qué, responde tan sólo "no lo sé, es indescriptible." Un juego teñido de fascinación, teñido de cierta amargura, un trago con sabor a nada, un sueño ridiculizado por esa misma fascinación, simplemente se devuelve al comienzo y vuelve a crear un ciclo de palabras inquebrantables, de desasosiego que ya no hiere pero que sí va marcado con algo más que silencio.
Indestructibles palabras que con tenacidad envuelven la sinceridad repartida que pocos conoces le lleva al olvido, al demencial olvido que muchas veces le alumbra y le satura. El fiel alocamiento, algo que le roba el espíritu cantante desafinado; las notas de vanguardia que le oprimen contra el muro y le hacen agachar el mentón. Sobraría decir que está bien, sobraría decir que ya no le extraña, que simplemente son palabras que están impresas en las huellas de un corazón orgulloso que ha besado con fragilidad campos de margaritas. No es más que la repetición de lo ya repetido anteriormente, simplemente ha sido recalcado en un léxico menos próximo al ya expuesto.
El ángel terminó por recortar sus alas, el ángel terminó por vaciar el vacío y vaciar sus labios en los otros que ya no le pertenecen. Se condenó a la desaparición así como en principio este condenó su alma a un olvido inolvidable, pero atravesó las barreras; ése ángel simplemente se condenó a una cadena perpetua de sufrimiento y lo impregnó en su piel, en sus frágiles alas que le fueron arrebatadas y que terminaron por convertirle en un ángel caído.
El ángel que parecía ser tan fuerte se ha refugiado en sus canciones para ocultar aquello que le aflige, en cambio él ha saltado desde lo alto para volar libremente fuera de lo perpetuo, de lo alucinante que ya no le hace alucinar.
Se fue y no volverá, al menos no está dentro de sus planes. Ya no es tiempo de saldar deudas.

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