Me sueño con los pies empapados en noches ajenas a mi existencia, me sueño a mi misma merodeando por parquecitos bajo noches estrelladas con una luna ausente. Me hallo buscándome, riéndome en silencio, llorando muchas veces con una sonrisa pintada en la cara. Me hallo y a la misma vez no me encuentro; probablemente he perdido todo tipo de relación con lo que era antes de la raya que delimitó mis sentimientos sonoros, mis palabras adornadas y mis silencios efímeros que alguna vez se sintieron de verdad.
Le miento a las mentiras para así hacerlas realidad, me auto-invito a paisajes desconocidos que terminan por enamorarme con suavidad. Me dejo seducir por la música que acaricia mis tímpanos, por el sonido del agua que cae últimamente muy a menudo en días lluviosos de este octubre otoñal. Esta ciudad sí que empieza a saberme diferente, empieza a tornarse misteriosa, algo bohemia, elegante; muy diferente a lo que solía ser meses atrás, donde sólo podía ver aquél romanticismo pegado en las paredes pintadas de colores llamativos que ahora se tornan tenues por la ausencia del sol que solía colarse por entre las nubes opacadas. El rojo se tornó marrón, y para ver un cielo azul a veces hay que escudriñar hasta el fondo de cada nube sin miedo de ser bajada de repente sin más.
Me he vuelto amante de relatos, de historias, me he vuelto amante de la inspiración repentina que llega a mis manos en momentos tanto deseables como indeseables. A veces me carcome, me envuelve como un hoyo negro sin final que me traga a las altas horas de la madrugada y que no me deja ser libre hasta no exprimir cada gota que se encuentra dentro de mi. Me lleva a soñar realidades, me lleva a soñar lo inalcanzable, me lleva, me trae, me acoge y luego me suelta a la deriva y aún así, no quiero dejar de soñar, de alimentar mis pensamientos que por más existenciales o positivos que resultan, me hacen sentir viva de alguna manera; me hacen sentir y con eso vasta para no querer dejar de hacerlo.
Hoy huele diferente, hoy el aire adquiere un sabor bastante diferente, un sabor suave que empieza a gustarme. Empiezo a tomar un rumbo ajeno al que estaba acostumbrada a vivir y aquí me hallo una vez más en este, mi más preciado lugar, colgando un par de palabritas que a veces me resultan indescriptibles, pues como ya he dicho antes, puede que me falte todo, excepto la inspiración, aquella que me alimenta el alma, que alimenta mis sueños y mi noción, la noción de respirar cada día sin importar cuan complejo sea, sin darme por vencida y revisar cada paso que doy para redescubrir varios conjuntos de cosas que se desvanecen muchas veces debido a un repentino ataque de amnesia momentánea causada a propósito.
(I)
Corría el agua por entre las rocas, una noche de deleites varios, unas cuantas gotas de alcohol en la boca de los muchos que la acompañaban en la mesa. Ella ausente, distante con sus pensamientos en algún lugar bien lejano a aquél donde se encontraba, la llevaron a un repentino cambio mundano; sus ojos se cerraban para soñar mientras nadie le miraba, mientras nadie notaba el escaso aporte a una de aquellas conversaciones con las que uno se encuentra súbitamente en la mayoría de lugares que se frecuentan. Se dejaba llevar por la música, por el va y ven de los minutos, por aquél tictac del reloj, por las pequeñas cosas que le dan sentido a la vida de aquellos pocos soñadores que se encuentran bien parados sobre la faz de la tierra.
Palabras iban y venían, pero su mente ausente no deseaba registrar ninguna de ellas, ella sólo deseaba soñar, vivir, aprovechar cada partícula de aire que se colaba por entre sus fosas nasales y le oxigenaban la mente. Cada una de ellas con aquél toque que sólo un tango suave le podía brindar.
Solía perderse en la distancia, en su realidad paralela, en aquella nada que para ella le resultaba todo. Para ella no existía algo más hermoso que vivir la realidad a su manera, adornarla a su antojo y sentirla como sólo ella podría entender. Nadie jamás lograría entender aquél manojo de ideas que de repente llegaban a su mente, aquellas lágrimas que muchos interpretaban por nostalgia y tristeza, pero que para ella eran la manera más sincera de conectarse con su intimidad, con sus más profundos sentimientos. Aquellos que la juzgaron probablemente lo hicieron por carencia de conocimiento, por miedo de ir más allá de los cristales que se reflejaban en sus ojos.
Inundada en pensamientos se acongojó sabiamente en sus sueños, soñaba cada minuto, se transportaba a paisajes inalcanzables que le hacían agua la boca, que le provocaban. Se internó ligeramente en un sueño musical en medio de aquella conversación frívola; le resultó más ameno volar que la palabrería de aquellos a quienes les tomaba por ridículos muchas veces, pero que finalmente eran sus amigos.
Mientras se hallaba danzando sobre praderas con ramos de rosas en las manos, una mano le tomó por el hombro y le devolvió a la realidad de donde había logrado escapar un par de minutos. Le sorprendió hallarse totalmente extraviada dentro de la conversación que estaban llevando, en realidad más que querer ver a sus amigos, se había convertido en la rutina de cada semana ir a aquél bar donde se encontraban los miércoles en la noche para hablar y supuestamente "despejarse" de las cantidades innumerables de trabajo que tenía arrumados en sus escritorios. Definitivamente cada semana le resultaba más tedioso frecuentar aquél bar, le resultaba más tedioso encontrar menos afinidad con aquellos que le habían dado la mano en momentos de desesperación absoluta. Definitivamente se sentía en deuda más no se sentía cómoda allí.
Esa mano en el hombro le incomodó, le incomodó el hecho de ser despertada, de haber sido traída de vuelta a una realidad de la que estaba tratando de escapar, pero como siempre, asintió con una sonrisa en la boca a aquello que le preguntaron, sin saber realmente a qué estaba obedeciendo. Fue tarde, le cortaron la inspiración, cosa que le molestaba bastante y optó por fingir un tremendo dolor de cabeza y unas que otras cosas que evidentemente no existían con tal de escapar de aquél lugar.
Se sintió parca al dar un paso más allá de la puerta, se sentía traicionada y a la vez traicionera. Odiaba no confiar en aquellos que eran sus amigos, pero definitivamente ella había cambiado y ellos se mantenían igual. Era claro que no todo se mantenía constantemente alineado y que a medida que surgían cambios ella trascendía con ellos.
Suspiró, se echó sobre el sofá tirando las llaves sobre una pequeña mesita que se hallaba a su lado. Tomó su cabeza con suavidad y con su extrema feminidad; lloró en silencio.
Se levantó y se preparó un trago, debía hacer un cambio que podría costarle mucho pero que era necesario. Su vida ya estaba para otras cosas y así se fundiera en la soledad, era evidente que si no se sentía a gusto con su vida, debía realizar un cambio que le enriqueciese más como persona y que le hiciese crecer. No iba más, no fue más. Optó por el silencio, por envolverse en las hojas llenas de palabras. Optó por escapar, por no sufrir, pues el apego era algo constante en ella, pero sabía que debía cambiar eso, así que decidió escribir y así refugiarse en su intimidad, en sus deseos e intentos fallidos. Se enamoró de sus letras, de sus deseos y se fundió en la pasión, en la revolución y en su inspiración que fue aquella quien le acompañó de ahí en adelante de una manera incondicional sin que le incomodase, sin que le hiciese tanto daño. Fue, es y será lo que en su esencia quede marcado para siempre. Se fue.
jueves, 21 de octubre de 2010
domingo, 10 de octubre de 2010
+2:07am+
Me despedí, logré saber decir adiós, supuestamente.
Pudo herirme, ese sentimiento logró clavarme un par de dagas en mi corazón que por los últimos días podría adornarse con inmortalidad.
Ando sumergida en la música, en lo que está y en lo que no, en mis pensamientos, en las letras, en las palabras que muchos escriben y en los sentimientos encontrados que muchas veces he logrado comparar con algunos otros soñadores que no han dejado de volar. He logrado unas cuantas cosas, eso de cierta manera satisface un poco las gotas regadas de orgullo que se me perdieron en el camino mientras me movía por las calles buscando refugios en cada esquina y que por cierto, ando recogiendo a cuentagotas.
Se pintan varios paraísos en el horizonte, sin embargo temo, temo fundirme en alguno de ellos y salir destruida, pero aquél que no arriesga un poco puede que quede más frustrado que aquél que probó otros sabores, aquél que escudriñó hasta el fondo para saber a que huele la vida, a que huele cada centímetro de esta...
El sinsabor empieza a saberme un poco, empieza a cobrar un poco de vida, la vida que había perdido. La esencia confusa que había adquirido no me supo lo suficientemente bien como para quedarme estancada en aquél estanque de aguas rancias.
Ya está, una escasa inspiración matutina y nada más. Fue.
Pudo herirme, ese sentimiento logró clavarme un par de dagas en mi corazón que por los últimos días podría adornarse con inmortalidad.
Ando sumergida en la música, en lo que está y en lo que no, en mis pensamientos, en las letras, en las palabras que muchos escriben y en los sentimientos encontrados que muchas veces he logrado comparar con algunos otros soñadores que no han dejado de volar. He logrado unas cuantas cosas, eso de cierta manera satisface un poco las gotas regadas de orgullo que se me perdieron en el camino mientras me movía por las calles buscando refugios en cada esquina y que por cierto, ando recogiendo a cuentagotas.
Se pintan varios paraísos en el horizonte, sin embargo temo, temo fundirme en alguno de ellos y salir destruida, pero aquél que no arriesga un poco puede que quede más frustrado que aquél que probó otros sabores, aquél que escudriñó hasta el fondo para saber a que huele la vida, a que huele cada centímetro de esta...
El sinsabor empieza a saberme un poco, empieza a cobrar un poco de vida, la vida que había perdido. La esencia confusa que había adquirido no me supo lo suficientemente bien como para quedarme estancada en aquél estanque de aguas rancias.
Ya está, una escasa inspiración matutina y nada más. Fue.
lunes, 4 de octubre de 2010
+Estoy y ya+
Estoy cansada de la monotonía, de la simpleza y la crudeza, de la realidad y de la irrealidad. Ese toque extraño se perdió, se fue a la nada, del mismo lugar de donde salió, por cierto. Se me había olvidado lo que es ver el pasar de las horas sentada sobre la silla, viendo como el cigarrillo se va quemando lentamente y como las nubes empiezan a moverse para despejar o nublar el cielo. A veces me es difícil ver el sol, incluso en los días más soleados.
Escribo millones de palabras, escribo letras, escribo lo no escrito y también mucho de lo que ya se escribió, y me quemo lentamente, me refugio en los sueños que ahora se han convertido en una extensión de mi realidad. Ya ni en sueños me puedo desconectar. ¡Qué mierda!
Hiede, hiede a podredumbre, a sensibilidad con carencia de la misma, hiede a desolación, a un poco de decepción, a rabia, quizás a algo de envidida. Si que huele bien mal...
No soporto ya con facilidad, estoy molesta, estoy por estar, es un ciclo constante, donde ya no está la tristeza presente pero se siente una frustración indeseable. Poco efímera, quizás algo innata.
Las tantas, las varias, las pocas y las muchas me desesperan. Esas carencias me desesperan, esas descripciones no las tolero, me queman, me hieren, me hacen incluso sentir algo de odio. Me frustran, me... sí, es cierto, me duelen, punto.
A veces quisiera sumergir todo ello en una pileta llena de agua, ahogarlo sin piedad y no escuchar más las palabras que musita, no escuchar, no ver, no sentir, simplemente no estar.
Ya me satura, ya me dan ganas de desaparecer un poco y volver cuando ya todo haya pasado, cuando ya nadie me recuerde ni sepa nada de mi. Sueños, supongo, nada cercano a la realidad, o bueno, quizás muy cerca de ella. Fascinante...
Me pregunto por qué con tanta facilidad, aquello que se logra allí, es lo que yo aún no logro ni con el tiempo que ha pasado. Realmente empieza a desquiciarme esa idea, esa ridícula idea que viene desde hace algún tiempo rondando mi cabeza, que me perturba pero que he intentado ignorar mientras me río a carcajadas, ignorando que me río de mí y no de lo demás; engañando, fingiendo, pensando demás.
Supongo respirar, supongo seguir sonriendo, supongo mucho, no sé nada. No sé qué pase mañana, no sé si esté o si no, si sonría de verdad o si simplemente eche un vistazo ausente al cielo. Si me absorba una bocanada de humo, si me muera de tanto pensar, si simplemente siga aquí y logre llegar a la conclusión de muchas preguntas.
Estoy, hoy simplemente estoy.
Escribo millones de palabras, escribo letras, escribo lo no escrito y también mucho de lo que ya se escribió, y me quemo lentamente, me refugio en los sueños que ahora se han convertido en una extensión de mi realidad. Ya ni en sueños me puedo desconectar. ¡Qué mierda!
Hiede, hiede a podredumbre, a sensibilidad con carencia de la misma, hiede a desolación, a un poco de decepción, a rabia, quizás a algo de envidida. Si que huele bien mal...
No soporto ya con facilidad, estoy molesta, estoy por estar, es un ciclo constante, donde ya no está la tristeza presente pero se siente una frustración indeseable. Poco efímera, quizás algo innata.
Las tantas, las varias, las pocas y las muchas me desesperan. Esas carencias me desesperan, esas descripciones no las tolero, me queman, me hieren, me hacen incluso sentir algo de odio. Me frustran, me... sí, es cierto, me duelen, punto.
A veces quisiera sumergir todo ello en una pileta llena de agua, ahogarlo sin piedad y no escuchar más las palabras que musita, no escuchar, no ver, no sentir, simplemente no estar.
Ya me satura, ya me dan ganas de desaparecer un poco y volver cuando ya todo haya pasado, cuando ya nadie me recuerde ni sepa nada de mi. Sueños, supongo, nada cercano a la realidad, o bueno, quizás muy cerca de ella. Fascinante...
Me pregunto por qué con tanta facilidad, aquello que se logra allí, es lo que yo aún no logro ni con el tiempo que ha pasado. Realmente empieza a desquiciarme esa idea, esa ridícula idea que viene desde hace algún tiempo rondando mi cabeza, que me perturba pero que he intentado ignorar mientras me río a carcajadas, ignorando que me río de mí y no de lo demás; engañando, fingiendo, pensando demás.
Supongo respirar, supongo seguir sonriendo, supongo mucho, no sé nada. No sé qué pase mañana, no sé si esté o si no, si sonría de verdad o si simplemente eche un vistazo ausente al cielo. Si me absorba una bocanada de humo, si me muera de tanto pensar, si simplemente siga aquí y logre llegar a la conclusión de muchas preguntas.
Estoy, hoy simplemente estoy.
sábado, 2 de octubre de 2010
+Claro (al fin y al cabo)+
Frío, cálido, efímero, real.
Sí, así es, un polo a tierra que no fue más que una opción ridícula. Intenté convencerme de algo netamente superficial, intenté convencerme de que eso que veía allí podría reemplazar un poco de lo otro que durante varios días me turbó.
Ya no caigo en el silencio, ahora soporto mis palabras, ahora mi mirada ya no se esconde tras unos lentes que tracé sobre mis ojos con el propósito de ocultar. Ya no me encuentro sometida, ya no me encuentro desabrigada ni desprotegida pues ya las puntas de las afiladas hojas no me marcan la piel. Ya no va ni fue más.
Me levanté de entre las sombras, me levanté y reviví, reviví con mis emociones tatuadas sobre la piel. Ya sé que muchos me han dicho que puede ser simplemente una fachada, pero esta vez ya no lo es, ya no tengo de quien ocultarme, ya no tengo por que agachar mi mirada ante los ojos de aquellos que muchas veces pudieron leer en mí frustraciones varias y un dolor sin nombre.
Se equivocó al decirme que mis ojos llevaban lágrimas de tristeza porque estas lágrimas que quizás se postraron ahí fueron de orgullo, de impotencia al ser sincera y no ser tomada en serio cuando dije que finalmente me pude levantar sin miedo y sin tapujos.
Quizás uno que otro tropiezo, es cierto, un par de veces donde me dejé llevar sin límites, tal vez una que otra noche donde sentí indecisión en vez de lágrimas. Muchas emociones encontradas, creo yo, quizás un poco de todo y a la vez un poco de nada, un recuerdo efímero que ahora me es real pero va más allá de eso. No necesito un consejo, no necesito un aventón, no necesito máscaras y vendas que me tapen los ojos. No pretendo ignorar, pero tampoco pretendo sentir demás mientras pretenden que ignore los pasos que se dan. No necesito piedad, tampoco consuelo, pues de ese ya tuve bastante y no es necesario que me lo recuerden. Y si me he vuelto fría y al parecer insensible, bueno, no es diferente a lo que se conoció hace un buen tiempo de mí, porque fui así durante mucho tiempo. Parece importarme todo un poco menos, quizás sea una fachada, quizás no lo sea, en realidad poco o nada me importa pues ya no me interesa demostrar nada que no siento. ¿Por qué habría de hacerlo?
Ya no me sorprendo con facilidad, el efecto de aquella droga parece haberse desvanecido sin más, cierta paz, cierto regocijo me devuelve un poco del aire que perdí mientras hiperventilaba. Aquello que se dañó logré ponerlo en un cajón, un cajón que no pretendo que nadie abra, un cajón donde se encuentran varias cosas que se desconocen de mi y que no pretendo sacar a la luz tan fácilmente.
La indiferencia no me quita mi nobleza, es claro, pero ya muchos se perdieron de ella, pues me cansé de buscar, de pedir sin recibir nada a cambio aparte de decepciones y traiciones. Me cansé de regalar tanto de mi cuando básicamente me convertí en la marioneta de aquellos que creían tener el poder. Ya no va más, los ciclos deben cerrarse, y esta no será la excepción, probablemente vuelva a mi vida en un par de días, años, meses, pero esta vez no seré yo quien pedirá perdón por algo que no hizo.
Me aburrí de tanta sensibilidad, de tanto melodrama, de tantas palabras, de tantos vacíos y de tantas riñas infantiles. Me cansé de ser incondicional cuando básicamente era yo quien daba todo para recibir así fuera un trozo de amistad. Creo que todo tiene un límite y el mío ya salió a flor de piel. No pienso dar más pasos en falso tan sólo por recuperar un par de años de algo que con el tiempo se fue desvaneciendo.
Ya no va más.
Sí, así es, un polo a tierra que no fue más que una opción ridícula. Intenté convencerme de algo netamente superficial, intenté convencerme de que eso que veía allí podría reemplazar un poco de lo otro que durante varios días me turbó.
Ya no caigo en el silencio, ahora soporto mis palabras, ahora mi mirada ya no se esconde tras unos lentes que tracé sobre mis ojos con el propósito de ocultar. Ya no me encuentro sometida, ya no me encuentro desabrigada ni desprotegida pues ya las puntas de las afiladas hojas no me marcan la piel. Ya no va ni fue más.
Me levanté de entre las sombras, me levanté y reviví, reviví con mis emociones tatuadas sobre la piel. Ya sé que muchos me han dicho que puede ser simplemente una fachada, pero esta vez ya no lo es, ya no tengo de quien ocultarme, ya no tengo por que agachar mi mirada ante los ojos de aquellos que muchas veces pudieron leer en mí frustraciones varias y un dolor sin nombre.
Se equivocó al decirme que mis ojos llevaban lágrimas de tristeza porque estas lágrimas que quizás se postraron ahí fueron de orgullo, de impotencia al ser sincera y no ser tomada en serio cuando dije que finalmente me pude levantar sin miedo y sin tapujos.
Quizás uno que otro tropiezo, es cierto, un par de veces donde me dejé llevar sin límites, tal vez una que otra noche donde sentí indecisión en vez de lágrimas. Muchas emociones encontradas, creo yo, quizás un poco de todo y a la vez un poco de nada, un recuerdo efímero que ahora me es real pero va más allá de eso. No necesito un consejo, no necesito un aventón, no necesito máscaras y vendas que me tapen los ojos. No pretendo ignorar, pero tampoco pretendo sentir demás mientras pretenden que ignore los pasos que se dan. No necesito piedad, tampoco consuelo, pues de ese ya tuve bastante y no es necesario que me lo recuerden. Y si me he vuelto fría y al parecer insensible, bueno, no es diferente a lo que se conoció hace un buen tiempo de mí, porque fui así durante mucho tiempo. Parece importarme todo un poco menos, quizás sea una fachada, quizás no lo sea, en realidad poco o nada me importa pues ya no me interesa demostrar nada que no siento. ¿Por qué habría de hacerlo?
Ya no me sorprendo con facilidad, el efecto de aquella droga parece haberse desvanecido sin más, cierta paz, cierto regocijo me devuelve un poco del aire que perdí mientras hiperventilaba. Aquello que se dañó logré ponerlo en un cajón, un cajón que no pretendo que nadie abra, un cajón donde se encuentran varias cosas que se desconocen de mi y que no pretendo sacar a la luz tan fácilmente.
La indiferencia no me quita mi nobleza, es claro, pero ya muchos se perdieron de ella, pues me cansé de buscar, de pedir sin recibir nada a cambio aparte de decepciones y traiciones. Me cansé de regalar tanto de mi cuando básicamente me convertí en la marioneta de aquellos que creían tener el poder. Ya no va más, los ciclos deben cerrarse, y esta no será la excepción, probablemente vuelva a mi vida en un par de días, años, meses, pero esta vez no seré yo quien pedirá perdón por algo que no hizo.
Me aburrí de tanta sensibilidad, de tanto melodrama, de tantas palabras, de tantos vacíos y de tantas riñas infantiles. Me cansé de ser incondicional cuando básicamente era yo quien daba todo para recibir así fuera un trozo de amistad. Creo que todo tiene un límite y el mío ya salió a flor de piel. No pienso dar más pasos en falso tan sólo por recuperar un par de años de algo que con el tiempo se fue desvaneciendo.
Ya no va más.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)